Durante las últimas décadas, las plantaciones de palma aceitera se han expandido rápidamente en Asia, África y América Latina, donde ya se han plantado millones de hectáreas y se planean más millones para los próximos años. Estas plantaciones están causando problemas cada vez más graves para las poblaciones locales y sus medios de vida, con inclusión de conflictos sociales y violaciones de los derechos humanos. A pesar de ello varios actores, tanto en lo nacional como en lo internacional, continúan promoviendo activamente este cultivo en contra de una oposición cada vez mayor en la esfera local.
Es en este contexto que surge un mecanismo voluntario de certificación, la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO), con el objetivo de asegurar a los consumidores que el aceite de palma que consumen – en alimentos, jabones, cosméticos o combustible – ha sido producido de manera “sostenible”.
Dada la importancia de este tema, el WRM produjo un nuevo documento: “Mesa redonda sobre el aceite de palma sostenible: el “maquillaje verde” del oscuro negocio del aceite de palma”, disponible en:http://www.wrm.org.uy/publicaciones/RSPO_esp.pdf
Como establece el documento, el mayor error de la RSPO es que intenta mostrar como sostenible algo que es inherentemente insostenible: un producto obtenido de monocultivos a gran escala de árboles en su mayoría exóticos, que generan graves impactos sobre el agua, el suelo, la fauna y flora silvestres, los bosques, los medios de vida y la salud humana, y provocan el desplazamiento de personas y la violación de los derechos humanos.
Una decisión reciente de una Corte de Malasia ayuda a ilustrar la diferencia entre los objetivos declarados por la RSPO y la situación real. Este mes, la comunidad nativa Kayan de Long Teran Kanan, ubicada sobre el río Tinjar en la parte malaya de Borneo, ganó una importante batalla legal contra el gobierno de Sarawak y la empresa IOI Pelita, una subsidiaria de la productora malaya de aceite de palma IOI, un influyente miembro fundador de la RSPO. (1)
La Corte declaró “sin efecto” los contratos de arrendamiento de tierras de IOI, dado que habían sido emitidos por el gobierno de Sarawak de manera ilegal e inconstitucional. A la luz de esta decisión, es importante saber que, según IOI, la RSPO había hallado que la empresa “había actuado responsablemente en el manejo de la tierra en Sarawak”.
Esto significa que, si no hubiese sido por la demanda iniciada por una comunidad local hace más de 12 años y por la decisión de la Corte, las actividades de IOI se habrían vuelto “ecológicas” gracias a la RSPO, y las comunidades afectadas no habrían recibido compensación alguna.
El documento del WRM explica que la RSPO ni siquiera asegura la conservación de los bosques. Por el contrario, legaliza la destrucción pasada, presente y futura de todos los tipos de bosque, exceptuando aquellos definidos como “bosques primarios” o como “hábitats de alto valor de conservación”. Todos los demás pueden ser arrasados “sosteniblemente”, ser reemplazados por palma aceitera y recibir el certificado de la RSPO.
En relación a los derechos de las poblaciones locales, los criterios de la RSPO no aseguran suficientes salvaguardas contra la expansión futura de las plantaciones de palma aceitera sobre sus territorios, lo cual los privará de sus tierras y sus medios de vida, impactando al mismo tiempo sobre su salud.
En lo que respecta a los suelos, el agua y la biodiversidad, la RSPO sólo servirá para disfrazar los impactos inevitables del manejo de las plantaciones de palma aceitera sobre estos tres recursos vitales, mientras la destrucción de los bosques sumará más emisiones de CO2 al cambio climático.
El problema con la RSPO es que transmite el mensaje de que el aceite de palma puede certificarse como “sostenible”. Frente a este argumento, la única respuesta posible de cualquiera que sepa algo acerca de los impactos de los monocultivos a gran escala de palma aceitera es que la certificación RSPO es un fraude.
Está bastante claro que el único aceite de palma del cual podría realmente decirse que es ecológicamente sustentable es el producido por las comunidades locales de África occidental – donde la palma aceitera es una especie nativa – a partir de bosques donde estas palmas han crecido naturalmente. También las plantaciones en pequeña escala fuera del hábitat original de la especie – como en el caso de Bahía, Brasil, donde este cultivo forma parte de la cultura afrobrasileña – han demostrado ser socialmente beneficiosas y ambientalmente sostenibles.
Sin embargo, la mayor parte del aceite comercializado internacionalmente – incluso el de África occidental – proviene de plantaciones de palma aceitera a gran escala que generan impactos sociales y ambientales generalizados. Como sucede con las plantaciones de otros árboles – como pinos y eucaliptos – el problema no es la especie plantada sino la forma y la escala en que se establecen. Que el aceite de palma producido a partir de dichas plantaciones pueda ser certificado como sostenible es, a todas luces, una tarea imposible.
(1) “Borneo natives win class action suit against Malaysian oil palm giant”, comunicado de prensa de BRIMAS, 31 de marzo de 2010, http://www.illegal-logging.info/item_single.php?it_id=4323&it=news, difundido por la Fundación Bruno Manser, Basilea, Suiza, correo electrónico: bmf@bmf.ch.