Una investigación muy completa sobre los impactos de las plantaciones industriales de árboles en una provincia de Sudáfrica (“A Study of the Social and Economic Impacts of Industrial Tree Plantations in the KwaZulu-Natal Province of South Africa”, disponible en http://www.wrm.org.uy/countries/SouthAfrica/book.pdf), realizada por John Blessing Karumbidza, ha permitido identificar gran cantidad de impactos negativos de los monoculivos de árboles --económicos, sociales y ambientales-- que afectan las comunidades locales, los recursos hídricos y los ecosistemas.
En los años 1980 el país fue testigo de una nueva ola de plantaciones industriales de árboles encabezada por las empresas madereras Sappi y Mondi, ambas con certificación FSC. Mientras que Mondi Business Paper y Mondi Millennium Newsprint (con 399.068 y 48.530 hectáreas respectivamente) fueron certificadas por la empresa SGS, acreditada por el FSC;la encargada de certificar a SAPPI Forests Group Scheme y SAPPI Forests (con 76.041 y 383.164 hectáreas respectivamente) fue la empresa Soil Association Woodmark (SA), también acreditada por el FSC.
El establecimiento de grandes monocultivos de árboles fue posible gracias a que los costos iniciales fueron mantenidos bajos artificialmente, en especial los salarios y la adquisición de tierras, y también a los generosos subsidios y otras disposiciones del gobierno en aquella época. Como resultado se pusieron en marcha dos procesos: el desencadenamiento de las relaciones rurales capitalistas y el uso intencional de los árboles como modificadores del paisaje. Todo esto ocurrió en el marco de las políticas de segregación y apartheid que han sido los instrumentos en la determinación de la naturaleza racial y espacial del paisaje agrario de Sudáfrica. A partir de las primeras elecciones democráticas en Sudáfrica en 1994, la iniciativa principal del sector industrial vinculado a plantaciones de árboles supone dos estrategias particulares: el establecimiento de planes de plantaciones que se promocionaban como responsabilidad social o empresarial o como planes para la creación de empleos y el intento de incluir un componente BEE (“Black Economic Empowerment”, poderío económico para los negros) en la estructura patrimonial existente de las principales empresas de cultivo industrial de árboles. Sin embargo, cada vez está más claro que estos programas han acrecentado la lista cada vez más larga de impactos negativos sociales, económicos y ambientales de las actividades del sector de las plantaciones industriales de árboles.
Estas plantaciones industriales han desplazado a la gente de sus hogares originales, perturbando los mecanismos tradicionales de sustento y sustituyendo praderas ricas y biodiversas con un damero de plantaciones y campos. Los insecticidas, herbicidas y otros contaminantes químicos que se usan en las plantaciones madereras, incluidos los derrames de combustible y aceite de vehículos y motosierras, están contaminando el agua y el suelo. Los árboles de las plantaciones también cambian el pH del suelo y todas las especies de árboles utilizadas en las plantaciones industriales invaden los cursos de agua, bosques, praderas y humedales, de modo que para erradicarlos se necesita usar más productos químicos y combustible contaminantes. Es poco común que se brinde el equipo de seguridad adecuado a los trabajadores, que se exponen a las emanaciones provocadas por la fumigación con plaguicidas y los pesados vehículos que se usan en las plantaciones.
No obstante todo esto y a pesar de los problemas con las plantaciones industriales de árboles en Sudáfrica, el FSC ha certificado el buen manejo de una superficie de 1.665.418 hectáreas.
El FSC menciona el caso del grupo SiyaQhubeka Consortium, certificado por SGS, que está “cambiando el paradigma del manejo de plantaciones” (FSC, sin fecha). Sin embargo, el referido estudio revela que el emprendimiento conjunto llamado SiyaQhubeka más que un consorcio es una sociedad entre Mondi y el gobierno (entre los dos comparten el 90%) que un auténtico acuerdo que redunde en un beneficio económico. Tampoco se ha establecido un marco temporal determinado para la transferencia de las acciones de Mondi a la comunidad, transferencia que llegará por iniciativa de Mondi más que de la comunidad o el gobierno.
Con la transferencia se acordó que toda vez que fuera posible “se brindará a las comunidades locales y los sudafricanos negros oportunidades para beneficiarse de las actividades industriales de la empresa”. Mucha de la madera plantada por la empresa estatal South African Forestry Company Limited (SAFCOL) no era adecuada para la celulosa que Mondi necesitaba, puesto que se trataba más que nada de pinos. En lugar de investigar usos alternativos de la tierra que pudieran dirigir a SiyaQhubeka hacia el desarrollo de la agrosilvicultura, las tierras que se limpiaron de pinos se están reconvirtiendo rápidamente al eucalipto, tarea que llevará cinco años completar. En las zonas que no estaban plantadas también se está plantando eucalipto, sin que exista la opción de un uso alternativo de la tierra.
SiyaQhubeka controla tres propiedades distintas. La plantación de St. Lucia, en el norte, tiene 12.550 hectáreas cultivadas. Se extiende a lo largo del límite occidental del parque de humedales Greater St. Lucia Wetland Park y cae enteramente dentro de la cerca para animales del parque. El razonamiento detrás de esta medida fue permitir a elefantes, búfalos y rinocerontes el acceso a las tierras de las plantaciones de SiyaQhubeka, incluidas 2.171 hectáreas no plantadas. Al norte de Richards Bay está la plantación de KwaMbonambi, con 6.257 hectáreas de árboles y 1.516 de hectáreas no plantadas. Al sur de Empangeni se encuentra la plantación de Port Durnford, de 3.010 hectáreas, con 947 hectáreas no plantadas. En conjunto, SiyaQhubeka tiene 21.817 hectáreas de plantaciones madereras y 4.634 hectáreas sin plantaciones industriales. Las áreas no plantadas son más que nada caminos, servidumbres, zonas de servicios, cortafuegos y pendientes o humedales incultivables.
Al tomar la decisión de otorgar el contrato a SiyaQhubeka, el Departamento de Asuntos Hídricos y Forestales (DWAF) enfatizó que en las tres zonas donde están las plantaciones, a saber Mtubatuba, KwaMbonambi y Port Durnford, se subcontrataría a personas de las comunidades locales para la provisión de servicios. Las actividades clave materia de los contratos son plantar, desmalezar y, en cierta medida, la tala rasa. Últimamente la tala de árboles se está volviendo cada vez más mecanizada y la industria está adquiriendo máquinas integradas que cortan, descortezan y apilan los troncos, dejándolos prontos para la carga. La tala es uno de los procesos más caros y que exige mayor cantidad de mano de obra. Al mecanizar esta etapa del proceso de manejo de la madera se limita el potencial de creación de empleos en el sector. No sorprende que los únicos contratados de las comunidades que trabajan en las antiguas plantaciones de SAFCOL solamente participan en las operaciones de plantación y limpieza. Se trata de procesos que no exigen una gran inversión de capital. De hecho, en muchos casos los trabajadores se sirven de sus propias herramientas. Umbonambi Forestry Services (UFS), que obtuvo el contrato para plantar los eucaliptos de SiyaQhubeka en la plantación de KwaMbonambi, es uno de los ejemplos. UFS emplea solamente 17 personas con un supervisor y pretende que su equipo de trabajadores plante al ritmo de 6 hectáreas por día. En la plantación de Mtubatuba, el contratista de tres empresarios de la aldea Khula en Dukuduku, Thalaku, trabaja desmalezando y limpiando las plantaciones. Thalaku emplea entre 40 y 45 personas, dependiendo del contrato. También tiene contratos para retirar los pinitos jóvenes de la zona de St. Lucia Eastern Shores que se está rehabilitando con fines de conservación.
El autor de este estudio concluye que “de hecho, el FSC está certificando un legado del apartheid”.