“El papel del Sur” (Pulping the South), un libro de Larry Lohmann y Ricardo Carrere, marcó a numerosos grupos e individuos de todo el mundo. Antes, los problemas derivados de la expansión de los monocultivos forestales preocupaban a muchas personas, pero esta publicación del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM) sacudió a la opinión pública. Organizaciones como Timberwatch, de Sudáfrica, comenzaron a prestar más atención a los problemas ambientales y socioeconómicos asociados con las propias plantaciones forestales y a los efectos negativos del procesamiento industrial, que hasta entonces la sociedad desconocía.
Una de las primeras experiencias que viví acerca de los horrores de la transformación de madera en pulpa fue una protesta pública realizada en 1989 por un gran derrame tóxico de la planta de Sappi (Ngodwana) al río Elands, en la provincia de Mpumalanga. Los diarios denunciaban en sus títulos la muerte de miles de peces y otros organismos acuáticos debido a la concentración de cloro en el río. Como consecuencia de este incidente y de la publicidad negativa posterior, la planta de Ngodwana se vio obligada a reforzar sus medidas de control, y la indignación pública finalmente se aplacó. Sin duda, esa no fue la única vez que se descargaron sustancias tóxicas en el río en forma ilegal, pero desde entonces, Sappi emprendió una incansable campaña de relaciones públicas para adoptar una imagen ecológica. La compañía posee y opera cinco fábricas de pulpa de madera en la región. Además de la de Ngodwana, que es la más grande, con una producción anual de 500.000 toneladas de pulpa, posee las siguientes plantas:
- Sappi Usutu, en la vecina Swazilandia (230.000 toneladas)
- Sappi Kraft, en Mandeni, en la provincia sudafricana de KwaZulu-Natal (350.000 toneladas)
- Sapi-Saiccor, sobre el río Umkhomazi, también en KwaZulu-Natal (600.000 toneladas)
- Enstra, en Gauteng, cerca de Springs (110.000 toneladas)
El sitio web de Sappi informa que a partir de sus 540.000 hectáreas de plantaciones se puede producir cada año 1.690.000 toneladas de pulpa, 80.000 m3 de madera aserrada y 830.000 toneladas de papel. Estas cifras no incluyen la pulpa derivada del reciclaje ni del bagazo de la caña azucarera, que la empresa utiliza exclusivamente en la fábrica de Stanger, en KwaZulu-Natal.
Sappi no es la única compañía que contamina el planeta a la vez que intenta presentarse como salvadora de la naturaleza. Mondi, parte del grupo Anglo-American, posee y opera una gigantesca fábrica en la ciudad portuaria de Richards Bay, con una capacidad de 575.000 toneladas, pero es más conocida por su infame planta de Merebank, en Durban. Esta es una de las mayores plantas de pulpa de papel del mundo, con una capacidad anual estimada de 540.000 toneladas.
Mondi se enorgullece de patrocinar un proyecto para la restauración de humedales degradados o destruidos en sus propias tierras, y publica avisos sin sentido como el siguiente:
“Estamos en la onda verde. En Mondi Paper, realmente nos importa el ambiente. De hecho, hemos tomado varias medidas para demostrar nuestro compromiso. Por ejemplo, lanzamos el Sistema de Gestión Ambiental, que ha sido reconocido con una acreditación ISO 14001. También tenemos una certificación de Cadena de Custodia del Consejo de Manejo Forestal (FSC) para nuestro papel libre de lignina, y somos miembros del Comité Ambiental de la Cámara de Comercio de Durban y de la Asociación Nacional del Aire Limpio. Además, estamos a la vanguardia en el reciclaje de papel. Tomamos en serio el cuidado de nuestro planeta, y si se precisa un poco de verde para mejorarlo, nosotros haremos nuestro mejor esfuerzo para conseguirlo”.
Este es un ejemplo de la propaganda que la industria de la madera realiza a través de diarios y otros medios para “pintarse de verde”. Es triste que con esta estrategia la industria engañe a millones de lectores ignorantes para que no la critiquen.
Debería resultar obvio que la verdad sobre las plantaciones y actividades industriales de Sappi y Mondi es mucho menos atractiva que la que presentan a través de sus avisos publicitarios o del patrocinio de programas de “educación ambiental” y libros sobre árboles y pájaros.
No sólo tras bambalinas, sino a plena luz, estas empresas abusan de los residentes locales y del ambiente. Destruyen o degradan pasturas naturales para dar lugar a sus plantaciones, y dañan plantas y animales en bosques o humedales adyacentes. Provocan la pérdida de agua superficial en arroyos y pantanos, privando a personas y animales del acceso al agua en las zonas de sus plantaciones. También utilizan sustancias químicas tóxicas que contaminan el suelo y el agua y destruyen procesos naturales del suelo. ¡Y ahora pueden hacer todo eso con la certificación del FSC!
Las plantaciones de árboles han desplazado a miles de personas de sus tierras en el pasado, y lo siguen haciendo en la actualidad. Debido al avance de esas plantaciones, habitantes rurales quedan privados del acceso a recursos naturales y deben abandonar sus tierras tradicionales en busca de sustento en otra parte, con frecuencia en asentamientos precarios en las periferias urbanas.
La dura realidad es que las plantaciones de árboles, tendentes a satisfacer la excesiva demanda de papel y empaque, son destructivas desde el punto de vista social y ambiental, y ninguna propaganda industrial puede cambiar eso. Es posible que la industria haya logrado engañar al público hasta ahora, pero tarde o temprano, la verdad saldrá a luz.
Mientras, tanto Sappi como Mondi tienen planes de aumentar su producción de pulpa.
La planta de Mondi en Richards Bay proyecta incrementar su producción anual en 145.000 toneladas de pulpa. Por alguna extraña coincidencia, Sappi Ngodwana también solicitó permiso gubernamental para aumentar su producción en 225.000 toneladas o 60 por ciento de su producción actual.
En ambos casos, los planes de expansión están motivados por un supuesto incremento de la demanda de pulpa de madera e incluyen la incorporación de nueva tecnología que, según las empresas, beneficiarán al ambiente de varias formas.
“Nuestra expansión no sólo aumentará la producción de pulpa, sino que mejorará la rentabilidad de nuestras operaciones. El uso de la mejor tecnología disponible tendrá muchas consecuencias ambientales positivas”, afirmó Mondi en un comunicado de prensa emitido el 25 de marzo de 2003.
Un documento informativo publicado por Sappi en julio de 2003 realiza varias afirmaciones en apoyo de sus planes de ampliación:
“Actualmente, la fábrica no puede aumentar su producción con los equipos existentes, porque un incremento de la producción perjudicaría la calidad del producto, la eficiencia de la planta y el ambiente. Por lo tanto, para poder satisfacer la demanda de sus clientes en la industria del papel y evitar o reducir el impacto ambiental asociado con el incremento de la producción, la planta debe instalar procesos tecnológicos de vanguardia. Debido al aumento en la demanda de sus productos, Sappi está investigando la factibilidad de la expansión de su fábrica para aprovechar plenamente el potencial de producción de pulpa, instalando la última tecnología de lavado, blanqueado y secado”.
La empresa agrega que “La capacidad de producción propuesta se acompañará de mayor eficiencia y de una producción de mejor calidad para atender la creciente demanda del mercado. Este proyecto también es importante para que la planta de Ngodwana siga siendo mundialmente competitiva y por tanto para asegurar su viabilidad económica en el futuro. Sappi espera que componentes del proyecto como el aumento del uso de papel de desecho produzcan beneficios socioeconómicos indirectos, estimulando el desarrollo de pequeñas empresas abastecedoras de papel usado. Además, el propuesto aumento de la producción requerirá más madera y puede ofrecer más oportunidades laborales en el sector forestal”.
“Sappi espera que el proyecto resulte en una reducción de las emisiones aéreas por tonelada de pulpa producida, incluso del total de azufre emitido, y en particular de las emisiones de polvo, que tanto preocupan a los residentes de la zona. La instalación de moderna tecnología hará que se utilice menos agua, productos químicos y energía por tonelada de pulpa. Además, como resultado de la conversión de madera blanda a madera dura, Sappi espera producir menos desechos sólidos. Asimismo, con la propuesta expansión Sappi podrá utilizar más papel usado, y esto será beneficioso para el ambiente”, declaró la compañía.
La falta de sinceridad de estas afirmaciones mueve a risa. La mayoría de las aseveraciones son imprecisas y ejemplifican el doble discurso de la industria. La afirmación de Sappi de que “el aumento de la producción requerirá más madera y puede ofrecer más oportunidades laborales en el sector forestal” sorprende por lo modesta. Es innegable que los planes de expansión de las dos empresas requerirán más árboles, en un porcentaje equivalente al del incremento proyectado en la producción de pulpa. No se sabe si esa cantidad adicional se obtendrá a partir de la conversión de pino a eucalipto, como dice Sappi, o a partir de nuevas plantaciones. El hecho es que se deberá producir más madera en alguna parte. Si hablamos de pinos, se necesitará una hectárea de plantaciones cada tres toneladas de pulpa por año. Sobre esta base, serán necesarias 120.000 hectáreas adicionales de pino o una cantidad inferior de hectáreas de eucalipto, según las condiciones de cultivo y la disponibilidad de agua y nutrientes. La principal falla de los planes de expansión de Mondi y Sappi parece ser que pasan por alto los efectos negativos asociados con las plantaciones adicionales necesarias para alimentar las fábricas, para que puedan producir 370.000 toneladas más de pulpa por año.
Sin importar lo limpia y eficiente que sea la producción de pulpa, persistirán los problemas asociados con la producción de madera mediante plantaciones forestales. Las comunidades rurales y la naturaleza llevarán la carga del impacto y los costos relacionados, para que las multinacionales sigan satisfaciendo su afán de lucro.
Por: Wally Menne, miembro de la Coalición Timberwatch, correo electrónico: plantnet@iafrica.com