Las plantaciones madereras (de eucalipto, pino y acacia) cubren hoy cerca del 9% de la superficie de Swazilandia. En diciembre de 2004 Wally Menne, integrante de la coalición Timberwatch de Sudáfrica, publicó su investigación sobre los impactos sociales y ambientales de las grandes plantaciones madereras en Swazilandia: “Timber Plantations in Swaziland: An investigation into the environmental and social impacts of large-scale timber plantations in Swaziland” (disponible en http://www.wrm.org.uy/countries/Swaziland/Plantations.pdf ).
El estudio de Menne abarca también las plantaciones de árboles certificadas de Mondi Forests (socia de la gigante Anglo-American Corporation), que opera en Swazilandia a través de su empresa asociada Peak Timber Ltd, y Mondi Timber, empresa sudafricana perteneciente al mismo grupo.
Mondi Forests (también conocida como Mondi Peak) posee casi 32.000 hectáreas de tierra en la aldea de Pigg’s Peak, en el norte de Swazilandia; de éstas, cerca de 20.000 hectáreas son plantaciones (aproximadamente el 90% de las plantaciones de la zona de Pigg’s Peak). Las mismas consisten en casi 6.000 hectáreas de pino y 14.000 hectáreas de eucalipto, así como una pequeña superficie de unas 30 hectáreas plantadas con aromo australiano [Acacia melanoxylon]. La mayor parte de los eucaliptos se exporta para la producción de pulpa, y también se exporta alrededor del 75% de los pinos. En los últimos diez años se ha dado una conversión sistemática del pino al eucalipto, que se considera genera mayores ingresos debido a la rotación más rápida y hoy constituye el 75% de las plantaciones de Pigg's Peak.
Las plantaciones de Mondi Peak fueron certificadas por primera vez por el FSC en 1996 como parte de las plantaciones de Mondi en Sudáfrica. Si nos guiamos por el sitio web del FSC parece que Mondi no tuviera plantaciones certificadas en Swazilandia, pues éstas se incluyen en la superficie total certificada para Mondi en Sudáfrica. La certificación se revisa cada cinco años y la próxima revisión será en 2007. La empresa certificadora SGS, acreditada por el FSC, realiza inspecciones anuales.
La investigación de campo intentó determinar si estas tres plantaciones habían beneficiado a las comunidades locales. Lo que sigue son algunas de las respuestas recibidas:
Nhlanhla Msweli, de la organización social Swaziland Campaign against Poverty and Economic Inequality (SCAPEI), que trabaja contra la pobreza y la desigualdad económica, recuerda que hacia 1997 hubo tres despidos masivos en la industria maderera, con inclusión de Mondi. Como motivo de la reducción de personal se adujeron problemas económicos, pero al mismo tiempo el trabajo se “tercerizó” a contratistas, a menudo ex empleados a quienes se había ayudado a establecer sus propios “negocios contractuales”. Esto ha llevado a un mercado laboral extremadamente competitivo. La tercerización del trabajo por parte de las empresas no ha beneficiado a mucha gente, pues en realidad se trata de una forma de traspasar riesgos y costos a las nuevas empresas que se establecen. Cuando finalmente estas empresas caen y se pierden las inversiones que se hicieron con los pagos por despido, la pobreza aumenta.
La señora Duduzile (Matilda) Zwane, directora de la escuela primaria de Ekuthuleni (el pueblito de los trabajadores del principal aserradero de Mondi Peak), tiene una visión negativa de las plantaciones madereras. En su opinión, la comunidad no se ha beneficiado mucho con su establecimiento, desde el punto de vista tanto de las personas que trabajan en la industria como de quienes viven en la zona. Los trabajadores recibían sueldos bajos, aunque también algunos alimentos. Hace poco hubo una huelga en el aserradero, durante la cual se desató un incendio accidental, provocado por una chispa de una máquina de soldar, que encendió el aserrín y causó graves daños a la fábrica. Aunque la huelga había terminado, después de esto los trabajadores fueron despedidos. Iban a modernizar el aserradero y se instalarían equipos de tecnología moderna. El problema fue que la empresa usó grandes máquinas en lugar de dar más trabajo a la gente.
La empresa hizo muy poco para ayudar a la comunidad. Solamente los empleados permanentes y sus familiares directos podían usar la clínica de Mondi; los otros tenían que dirigirse al hospital público, en Pigg’s Peak. Debido a la pobreza de la comunidad las muchachas se estaban convirtiendo en prostitutas y llegaban a aceptar 2 emalangeni (un dólar estadounidense equivale a 6 emalangeni) a cambio de relaciones sexuales, a menudo con hombres mayores empleados en la planta. Zwane añadió que la mayoría de las muchachas de la zona quedaron embarazadas antes de terminar séptimo de escuela.
No se ofrecieron becas ni se brindó asistencia para la construcción de una iglesia comunitaria. La escuela necesita desesperadamente más salones de clase y alojamiento para los maestros. La escuela no tiene patio y los caminos del poblado están en muy mal estado. La condición general de los hogares de los trabajadores es muy pobre.
Zwane declaró haber notado que los ríos de la zonas madereras se habían ido secando a lo largo de los años. Recordó que cuando era pequeña se podía nadar en algunos lugares que hoy están secos.
Lo anterior está de acuerdo con lo que Rex Brown, de la consultora Environmental Consultancy Services, respondió durante la investigación. Brown declaró que las tres principales plantaciones del país (Shiselweni, Usutu y Mondi) se establecieron sin considerar mucho sus impactos a corto y largo plazo sobre el medio ambiente, el sustento, el agua y la contaminación. En lo que atañe al agua, Brown dijo que las plantaciones parecen actuar como esponjas y, en parte debido a las especies que las componen, absorben grandes cantidades de agua que no se libera a los ríos y arroyos. En combinación con la demanda siempre en alza de agua en las zonas de captación, esto lleva a que todos los años haya escasez de agua.
Para terminar, el autor del estudio concluye: “Para describir las plantaciones de la zona de Pigg’s Peak lo mejor que puede decirse es que están muy mal manejadas y lo peor es que son un asco. Es increíble que estas plantaciones, que en algunas zonas son una mezcla de especies sin ningún manejo, infestadas de plantas invasivas exóticas, puedan haber recibido la certificación del FSC”.