Consumismo y pobreza son las dos puntas del actual mercado mundial del papel. Manipulación de los mercados, acuerdos de cártel, fijación de precios y otras prácticas similares les dan a un grupo de empresas el poder necesario para controlarlo. En el medio, contaminación del aire, el agua y el suelo, acumulación y extranjerización de la tierra, aumento de la escala, profundización de una forma de producción que requiere cada vez menos trabajadores. Una cadena de acciones insustentables en este rubro --réplica de otros-- que deja atrás toda sensibilidad y prudencia para con la naturaleza y las generaciones actuales y venideras. La equidad social no está en la mira de estos emprendimientos.
Desde 1989 el Estado uruguayo quedó endeudado con el Banco Mundial para apuntalar un modelo forestal exportador de troncos de eucalipto para celulosa. Lo hizo con la concesión de exoneraciones de impuestos, reintegro parcial del costo de plantación, créditos blandos, construcción de infraestructura vial, igualdad de beneficios para inversiones del exterior, entre otros. En definitiva, la sociedad uruguaya hizo un aporte de aproximadamente 400 millones de dólares al sector.
Pero las plantaciones de árboles no trajeron consigo los empleos prometidos. Contribuyeron al despoblamiento rural en la medida que no sólo generaron menos empleos permanentes que la ganadería extensiva, sino que además lo hicieron a expensas de los que se perdieron en las actividades que se sustituyeron, y con igual o peor calidad de las condiciones de trabajo y la remuneración.
No obstante, todas esas consideraciones no entran en la contabilidad de las empresas y las instituciones financieras internacionales, y tampoco de los gobiernos que responden a esas directivas. Ellos discuten sólo en el idioma de la economía ortodoxa y de la “demanda global” y no en el de los productores rurales pequeños, de los trabajadores o de la política. Así que la forestación siguió adelante.
Además de destruir praderas y los pocos ejemplares remanentes de bosque indígena en zonas de serranía, las plantaciones en gran escala de árboles aumentaron la concentración de la tenencia de la tierra y profundizaron su extranjerización. En la década de 1960 la reforma agraria era un fuerte reclamo popular. Por ese entonces, los mayores latifundios en manos privadas rondaban las 30.000 hectáreas. Hoy, la sociedad anónima forestal Weyerhaeuser, de origen estadounidense, concentra alrededor de 150.000 hectáreas. También hay capitales canadienses y chilenos que han comprado miles de hectáreas para forestación. EUFORES, del grupo español ENCE, tiene unas 50.000 hectáreas plantadas con eucaliptos para la fabricación de celulosa. La sociedad anónima Forestal Oriental (FOSA), propiedad de los capitales finlandeses de Botnia y UPM/Kymmene, es propietaria de unas 100.000 hectáreas, de las cuales declara que 60.000 son destinadas a forestación.
En 2003, estas dos últimas empresas presentaron proyectos para la instalación de dos plantas para la elaboración de celulosa blanqueada de eucaliptos, a pocos kilómetros de la ciudad de Fray Bentos y del balneario “Las Cañas”: ENCE para una planta con una capacidad de producción de 500.000 toneladas anuales y Botnia para una planta con una capacidad de un millón de toneladas anuales.
La resistencia a estos megaemprendimientos ha ido en aumento (ver boletines Nº 12, 54, 75, 83 del WRM), y ha involucrado no sólo a uruguay@s sino también a argentin@s vecin@s de la provincia de Entre Ríos, que se verían afectad@s por los impactos de ambas plantas.
Integrantes de Guayubira --uno de los grupos uruguayos que ha cuestionado fuertemente la instalación de las plantas de celulosa-- presentes en el V Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil, tomaron la iniciativa de elevar una carta abierta al Dr. Tabaré Vázquez, presidente entrante que asumirá funciones el 1º de marzo siguiente, para expresarle su preocupación en torno a la posible instalación de las dos plantas de celulosa.
En la misma se expresa que:
“El Foro Social Mundial es un espacio que da voz a las esperanzas de cambio de la humanidad. ‘Otro mundo es posible’ dice, porque el actual, en el que predomina la explotación, la exclusión social, y la destrucción ambiental ha demostrado ser insustentable.
El modelo actual de monocultivos forestales a gran escala que se ha impuesto en el país, sólo ha enriquecido a unos pocos con el dinero de todos. Ha profundizado la exclusión social, la concentración y extranjerización de la tierra y la degradación del ambiente.
Ahora, para completar ese proyecto neoliberal, el gobierno saliente ha promovido la instalación de dos gigantescas plantas de celulosa en las inmediaciones de la ciudad de Fray Bentos, sobre el Río Uruguay.
La instalación de las plantas no sólo consolidaría el modelo forestal existente sino que aumentaría el área plantada para abastecerlas, exacerbando así los impactos ya constatados.
Las plantas de celulosa no sólo provocarán contaminación ambiental sino que además desplazarán fuentes de trabajo locales en los sectores agropecuario, turístico y de la pesca, así como también impactarán sobre la salud de la población local uruguaya y argentina.
El gobierno saliente ya ha autorizado la instalación de una de las plantas y vemos con preocupación que está creando todas las condiciones para aprobar apresuradamente la segunda planta.
Desde Porto Alegre, uruguay@s y argentin@s -much@s de ell@s representantes de organizaciones sociales- presentes en el Foro Social Mundial, le pedimos encarecidamente que antes de tomar una resolución sobre las plantas de celulosa, analice muy profundamente los graves impactos que éstas tendrán.
Creemos conveniente que, haciendo uso de su autoridad como presidente entrante, reclame al gobierno saliente que detenga cualquier decisión que autorice la instalación de la segunda planta.
Quienes votaron por usted lo hicieron con la convicción de que otro Uruguay ES posible, y estamos convencidos que de instalarse estas plantas sólo se estaría profundizando el modelo anterior.”
La carta abierta, recogiendo palabras pronunciadas por Vázquez cuando se confirmó su triunfo electoral (“festejen uruguayas, festejen uruguayos”) termina diciendo: “Por eso, le pedimos que permita a l@s uruguay@s que apostaron por el cambio, seguir festejando.”
Centenares de uruguay@s y argentin@s presentes en el FSM, muchos de ell@s representantes de organizaciones sociales, sindicales, ambientales, políticas y religiosas, firmaron la misiva, que contó con el respaldo de personalidades relevantes como el escritor uruguayo Eduardo Galeano, el argentino Premio Nóbel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel y la luchadora de derechos humanos e integrante de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, entre otras.
También adhirieron participantes de otras nacionalidades, "movidos por la visión compartida de que otro mundo es posible", expresando que "Confiamos que [el Dr. Tabaré Vázquez] sabrá honrar la esperanza que uruguayos y uruguayas supieron construir a lo largo de varios años de lucha y que hoy han depositado en usted."
El texto completo de la carta así como el listado de firmas y adhesiones puede verse en el sitio web del Grupo Guayubira: http://www.chasque.net/guayubira/celulosa/carta.html , donde se invita a quienes deseen adherir a la carta, hacerlo a través del formulario de adhesión que encontrarán allí.
Por Raquel Núñez, Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales (WRM), correo electrónico: raquelnu@wrm.org.uy