El herbicida glifosato fue identificado en 1974 por John Franz, un científico que trabajaba para la multinacional agroindustrial Monsanto, con sede en Estados Unidos. Hoy Monsanto se jacta de que sus productos a base de glifosato, con inclusión del herbicida Roundup, están “entre los herbicidas más usados del mundo”.
El glifosato funciona interfiriendo en el metabolismo de la planta; pocos días después de la fumigación, las plantas se marchitan, se ponen amarillas y se mueren. Los herbicidas a base de glifosato contienen también productos químicos que hacen que el herbicida se adhiera a las hojas, de modo que el glifosato pueda pasar de la superficie a las células de la planta.
Luego de la fumigación, los herbicidas a base de glifosato pueden permanecer en los suelos por largos períodos. El herbicida puede filtrarse a campos vecinos, cursos de agua o setos vivos. El Roundup mata los insectos benéficos y acaba con el hábitat de aves y animales. El glifosato causa daños genéticos a los peces. Según Rick Relyea, profesor adjunto de biología de la Universidad de Pittsburgh, es “extremadamente letal para los anfibios”. Es peligroso para las lombrices de tierra. El glifosato reduce la fijación del nitrógeno. El Roundup reduce el crecimiento de los hongos micorrizógenos y puede aumentar la propagación y la gravedad de las enfermedades de los vegetales (véase el Boletín Nº 18 del WRM).
Los impactos que los herbicidas a base de glifosato pueden tener sobre la salud humana son variados: daños genéticos, tumores en la piel, problemas de tiroides, anemia, dolores de cabeza, sangrado de nariz, mareos, cansancio, náuseas, irritaciones de ojos y piel, asma y dificultades respiratorias, entre otros. Diversos estudios indican que existe una relación entre los herbicidas a base de glifosato y el linfoma no Hodgkins, un tipo de cáncer.
Considerando la cantidad de dinero que Monsanto obtiene de las ventas de productos a base de glifosato, no sorprende que la empresa desmerezca los riesgos que ocasiona el glifosato a la salud. Monsanto declara que los herbicidas a base de glifosato son de “bajo riesgo para la salud humana” siempre que se utilicen “según las indicaciones que figuran en la etiqueta”.
Los herbicidas a base de glifosato son muy utilizados en la agricultura. Monsanto ha desarrollado una serie de cultivos de ingeniería genética, llamados Roundup Ready, que no son dañados por el Roundup, sin importar cuánto se le eche a los cultivos. Los que ciertamente sí resultan dañados son los ambientes y los residentes locales.
Los herbicidas a base de glifosato se utilizan también en las plantaciones forestales industriales con el fin de matar toda planta que pudiera competir con los árboles por el agua y los nutrientes del suelo. Esto es de especial importancia para los encargados de las plantaciones establecidas en tierras que antes estaban cubiertas por bosques, para impedir que el bosque vuelva a crecer. El herbicida de glifosato se usa a menudo para matar a los mismos árboles una vez que se han cosechado, en especial los eucaliptos, que vuelven a crecer cuando se los tala. Después de dos o tres rotaciones, sin embargo, no crecen tan rápido como los plantines nuevos. Además, a menudo los encargados de las plantaciones prefieren los plantines resultantes del último programa de mejoramiento de la empresa en lugar de permitir que los antiguos árboles vuelvan a crecer. Por consiguiente, es habitual la fumigación con herbicidas a base de glifosato de grandes extensiones de plantaciones forestales.
Pero quizás el uso más controvertido de los herbicidas de glifosato es la “guerra contra las drogas” del gobierno de los Estados Unidos. Ya hace varios años que Estados Unidos financia las fumigaciones aéreas sobre los cultivos de coca y amapola en Colombia.
En el año 2000 el gobierno de Clinton aprobó un paquete de ayuda de US$ 1.300 millones llamado Plan Colombia, destinado en parte a eliminar la producción de drogas en Colombia. Cinco años y US$ 4.500 millones de “ayuda” estadounidense más tarde, el Plan Colombia no ha logrado detener la producción de coca en este país. La disponibilidad, el precio y la pureza de la cocaína en Estados Unidos, 90% de la cual proviene de Colombia, han permanecido estables.
La empresa DynCorp International, contratista militar de Estados Unidos, lleva a cabo las fumigaciones y para ello utiliza el Roundup de Monsanto con otros agregados. Para cumplir con su contrato en virtud del Plan Colombia, DynCorp emplea a más de 300 personas y cuenta con 88 aviones en Colombia. En 2004 las fumigaciones aéreas alcanzaron niveles sin precedentes; según el Departamento de Estado de Estados Unidos se fumigaron más de 330.000 hectáreas de cultivos de coca y amapola. Sin embargo, la superficie cultivada con coca en 2005 fue casi idéntica a la de 2003.
Las fumigaciones aéreas están teniendo terribles consecuencias para las personas que viven en zonas rurales de Colombia. El herbicida no mata solamente los cultivos de coca sino que también mata cultivos alimentarios, ganado y peces. Se han destruido zonas de bosques en operaciones que recuerdan las fumigaciones con Agente Naranja (otro producto de Monsanto) durante la guerra de Estados Unidos en Vietnam. Y se destruyen más bosques cuando los campesinos cuyos cultivos fueron fumigados se internan aún más en el bosque y despejan las tierras para un nuevo cultivo de coca.
Los registros médicos de los hospitales de las zonas donde ha habido fumigaciones muestran aumentos significativos de las irritaciones de piel y ojos, fiebre, dolores de estómago y problemas respiratorios entre los pobladores locales.
Desde que comenzó el Plan Colombia, la embajada de Estados Unidos en Bogotá ha recibido más de 12.000 reclamaciones relativas a las fumigaciones con herbicidas, de parte de habitantes de las zonas rurales de Colombia. Sin embargo, solamente doce personas han sido indemnizadas como resultado de estas reclamaciones. El total de pagos por indemnizaciones asciende a US$ 30.000.
En mayo de 2005 el Departamento de Estado de los Estados Unidos adjudicó un nuevo contrato a DynCorp para continuar con las fumigaciones en Colombia. En virtud del nuevo contrato, DynCorp recibirá US$ 174 millones por año.
El hecho de que el Plan Colombia no esté reduciendo la producción de drogas no parece ser importante. Mientras el veneno de Monsanto siga lloviendo del cielo, se seguirá destruyendo la salud de las personas, su forma de sustento y el medio ambiente.
Por Chris Lang, correo electrónico: http://chrislang.org