En 1999, el recién electo presidente Hugo Chávez recibía una carta del WRM (ver http://www.wrm.org.uy/paises/Venezuela/carta260399.html) en la que le comunicábamos nuestra profunda preocupación por los perjuicios generados por las plantaciones de monocultivos de árboles de la empresa Smurfit Cartón de Venezuela (filial de Smurfit Kappa Group, líder de la producción de cartón para el mercado europeo) a comunidades campesinas del Estado de Portuguesa.
La carta transmitía lo observado en ocasión de la visita que efectuara el WRM a la zona en 1998, previo a la asunción de Chávez y en respuesta a pedido de gente del lugar. El conflicto entre Smurfit y las comunidades campesinas de la zona era reflejo de la incompatibilidad de dos modelos productivos: el del agronegocio de monocultivos a gran escala y el campesino diverso y a pequeña y mediana escala.
Desde su llegada, las actividades realizadas por Smurfit trajeron perjuicios a los campesinos locales pobres y con escasez de tierras. La empresa comenzó deforestando para hacerse de materia prima, alterando con ello los cursos de agua y afectando, como consecuencia, la presencia de los animales, peces y plantas locales que constituían recursos alimenticios para la gente local. Luego de destruir los bosques comenzó a plantar monocultivos de árboles de rápido crecimiento - eucaliptos, pinos y melinas - con los consabidos impactos en el agua subterránea por el elevado consumo de estas plantaciones.
En su visita a la zona, el representante del WRM recogió, entre otras cosas, la denuncia de los pobladores de “importantes impactos sobre el agua pocos meses después de que se establecieran las plantaciones de la Smurfit. Como en el resto del mundo, estos impactos son el resultado del elevado consumo de agua por estas plantaciones de rápido crecimiento. Pero en este caso se suma la destrucción deliberada de cursos de agua con bulldozers, que aplanan el terreno para poder así plantar más árboles (la política de la empresa parece ser la de que cada centímetro de tierra debe ser plantado) y la destrucción de los bosques de galería que protegen y regulan las cuencas hídricas. El resultado (por supuesto negado por los "expertos" que periódicamente trae la empresa para demostrar lo indemostrable) es que se están secando las quebradas y el volumen de agua de los pozos es cada vez menor. Animales, peces y plantas locales, que proveían muchos de los recursos alimenticios de la gente local también están desapareciendo a pasos agigantados, a medida que sus hábitats naturales son sustituidos por desiertos verdes de árboles y a medida que se talan más bosques para alimentar la planta de celulosa. ‘Nunca he visto un pájaro que se pare en un árbol de esos’, dice la gente. Agregan que antes los conejos eran muy abundantes y que ahora sólo se los encuentra muy alejados de las plantaciones. Cuentan que antes cazaban armadillos, venados y que consumían pescado de la quebrada, pero que ahora, a causa de las plantaciones, casi han desaparecido”. (Verhttp://www.wrm.org.uy/paises/Venezuela/discordia.html)
El conflicto hizo explosión en 1997. Una fumigación aérea con herbicidas realizada por Smurfit destruyó 190 hectáreas de cultivos y provocó la intoxicación de escolares. A eso se sumó que Smurfit compró la finca "La Productora", que los campesinos esperaban les fuera adjudicada en el marco del programa nacional de reforma agraria. La extensa finca había estado dedicada a la producción agrícola comercial y a la cría de ganado pero los campesinos de las comunidades adyacentes de Morador y Tierra Buena tenían libre acceso a la misma para actividades de pesca, caza y recreación. Cuando pasó a manos de Smurfit la situación cambió radicalmente: la tierra fue ocupada por monocultivos de árboles y rodeada de alambrado de púas, perros y hombres armados para impedir el paso.
El 14 de julio de 1997, los campesinos, amparados en la legislación venezolana que prohíbe la existencia de latifundios y prioriza la asignación de tierras agrícolas, ocuparon La Productora. La respuesta fue una brutal represión (ver Boletín Nº 18 del WRM).
La carta que en 1999 el WRM enviara al nuevo Presidente venezolano y a la Comisión de Medio Ambiente del Senado de Venezuela acerca de esta problemática situación, constituyó una acción internacional en apoyo a la lucha de esas comunidades. Al respecto se decía: “Entre los múltiples problemas que dicha empresa [Smurfit] ha generado en esa región, se destacan los referentes al impacto de sus extensos monocultivos forestales sobre el agua, la flora y la fauna, que acarrean serios problemas para la subsistencia de los pobladores locales.” (Ver Boletín Nº 22 del WRM)
En 2004, el WRM reiteró al Presidente de Venezuela el pedido de apoyo a los campesinos de la zona para llevar a cabo una negociación con Smurfit en momentos en que parecía que la empresa estaba dispuesta a negociar con los campesinos (ver carta en http://www.wrm.org.uy/paises/Venezuela/carta181104.html).
Los procesos se miden a la luz de su perspectiva histórica; difícilmente se obtengan resultados exitosos tangibles y mensurables en el corto plazo. Y eso puede decirse que ocurrió en el caso de la resistencia a la empresa Smurfit y sus plantaciones forestales a gran escala.
En 2007, luego de “cumplir con todos los requerimientos de ley”, el Instituto Nacional de Tierras (Inti) venezolano recuperó las más de dos mil hectáreas de la finca La Productora en poder de Smurfit, declarándola superficie infrautilizada. A partir de entonces las tierras pasaron a formar parte de proyectos agroproductivos a ser ejecutados por unos 700 campesinos organizados en 32 cooperativas, en el marco de la creación de “un nuevo sistema de producción social que permitirá a los campesinos aprovechar la vocación de la tierra e insertarse en el aparato productivo”. (1)
Ahora, a más de diez años de aquellos conflictos y de la acción liderada por el WRM contra los monocultivos de árboles, el gobierno de Venezuela tomó el control de otras 1.500 hectáreas de tierras de Smurfit en la franja central del estado de Lara, plantadas con monocultivos de eucaliptos y melinas. La medida de expropiación se adoptó en función de considerar que las tierras no se estaban utilizando conforme a lo establecido por las reglamentaciones gubernamentales. El eucalipto que se utiliza para la producción de papel “se chupa el agua del subsuelo, se están secando los ríos”, advirtió Chávez. (2)
En momentos de crisis del modelo económico corporativo mundial resulta vital garantizar el acceso a los alimentos. En Venezuela, así lo entendieron. ""Vamos a explotar de manera racional esa madera (de eucalipto) y vamos a sembrar otras cosas allí (...) caraotas (fríjoles) maíz, sorgo, yuca, ñame", fue la promesa del presidente venezolano. (3)
Ya es hora de apartarse de un modelo productivo como el de las plantaciones forestales a gran escala, que resulta lucrativo para algunos pero es nefasto para el ambiente y las comunidades, para quienes los bienes naturales forman parte de sus medios de vida. En este caso el gobierno venezolano finalmente lo reconoció: “La trasnacional denominada Smurfit, la cartonera, siembra un tipo específico de madera, en el que los únicos beneficiados son los propietarios de la empresa”.
Esta medida, además de su importancia para las comunidades campesinas del lugar, sin duda tiene la fuerza simbólica de marcar el rumbo hacia la soberanía alimentaria, hacia el desmantelamiento de modelos monoproductivos, en gran escala, excluyentes y destructivos. El camino para lograrlo sigue siendo parte del proceso.
Artículo basado en información obtenida de:
(1) Inti inició en Portuguesa rescate de finca La Productora, http://www.rnv.gov.ve/noticias/index.php?act=ST&f=19&t=45113
(2) “Chávez expropió los terrenos de la papelera irlandesa Kappa”, AP, http://www.elpais.com.uy/09/03/06/ultmo_402921.asp
(3) Chávez anuncia la intervención de los terrenos de la papelera Smurfit Kappa, EFE, http://www.abc.es/20090306/internacional-iberoamerica/
chavez-anuncia-intervencion-terrenos-200903060236.html