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Introducción
Plantar árboles puede ser algo muy bueno, pero también puede ser algo muy malo. Todo depende de quién los planta y para qué, de la escala y de la localización de las plantaciones así como del daño o los beneficios que traigan a las comunidades.
Las plantaciones industriales de árboles1 –conocidas como monocultivos– se utilizan para producir madera, celulosa, caucho, carbón vegetal y otros productos. Las empresas dueñas de estas plantaciones se concentran en una sola especie de árbol de rápido crecimiento, como el eucalipto, la acacia, el caucho o el pino. Las plantaciones también se establecen para absorber dióxido de carbono, lo que permite a las empresas seguir emitiendo gases contaminantes; éstas se denominan plantaciones de ‘carbono’.
Los monocultivos de árboles se han expandido especialmente en América Latina, África y Asia, y han provocado numerosos impactos negativos. Entre éstos figuran la invasión de territorios de comunidades, la escasez y contaminación del agua, y el deterioro y debilitamiento de la soberanía alimentaria. Las luchas para resistir el avance de las plantaciones industriales de árboles se han generalizado debido a los graves impactos de estas actividades.
Las empresas responsables de estas plantaciones niegan los impactos negativos y sistemáticamente organizan campañas de desinformación. Su objetivo es obtener el apoyo de los gobiernos y de los medios de comunicación, convencer a los inversionistas para que financien sus plantaciones y persuadir a los consumidores para que compren sus productos. Estas campañas también se dirigen a las mismas comunidades afectadas, y con frecuencia contribuyen a intimidar y criminalizar a quienes luchan contra las plantaciones, con el objetivo de silenciar cualquier resistencia.
Ante esto, en 1999 el WRM publicó el informe Diez respuestas a diez mentiras, donde denunció los engaños más comunes difundidos por las empresas de plantaciones en ese momento.
Las plantaciones industriales de árboles han cobrado nuevo impulso en los últimos años bajo la afirmación equivocada de que pueden contribuir a mitigar el cambio climático. Desde que se firmaron los Acuerdos de París de la ONU, en 2015, las empresas de plantaciones se han beneficiado de nuevas fuentes de financiamiento y políticas que favorecen sus intereses.
Muchas de las mentiras abordadas en el informe original Diez respuestas a diez mentiras siguen utilizándose, mientras que algunas han cambiado y han aparecido varias nuevas. El WRM publica ahora 12 respuestas a 12 mentiras sobre las plantaciones industriales de árboles, con base en el informe de 1999 que fue escrito por Ricardo Carrere.
Sugerimos también la lectura de ¿Qué hay de malo en plantar árboles? El nuevo impulso para expandir las plantaciones industriales de árboles en el Sur Global (WRM, 2020).
Montevideo,
21 de septiembre de 2022 – Día Internacional de Lucha contra los Monocultivos de Árboles
El equipo del Secretariado Internacional del WRM
Índice
- Introducción
- Mentira 1: “Las plantaciones de árboles son bosques plantados”
- Mentira 2: “Las plantaciones de árboles mejoran el ambiente”
- Mentira 3: “Las plantaciones protegen los bosques nativos”
- Mentira 4: “Las plantaciones se establecen en tierras degradadas”
- Mentira 5: “Las plantaciones contrarrestan el cambio climático”
- Mentira 6: “Las plantaciones juegan un papel central en la bioeconomía o economía circular”
- Mentira 7: “Las plantaciones contribuyen al desarrollo social y económico, como el empleo”
- Mentira 8: “Los conflictos con las comunidades pueden resolverse con buenas prácticas y certificación”
- Mentira 9: “Las empresas de plantaciones de árboles están comprometidas con el empoderamiento de las mujeres”
- Mentira 10: “El mundo tiene que seguir el exitoso modelo de plantaciones de Brasil y Uruguay”
- Mentira 11: “Las plantaciones de árboles son financieramente sostenibles”
- Mentira 12: “Las plantaciones de árboles benefician a los campesinos”