Desde 2012, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por su sigla en inglés) promueve el 21 de marzo como el Día Internacional de los Bosques. El tema de este año es “Bosques e innovación: nuevas soluciones para un mundo mejor”.
En un video de un minuto, la FAO sugiere que materiales como los plásticos, fabricados a partir de productos químicos procedentes de combustibles fósiles, pueden ser sustituidos por “materiales sostenibles procedentes de los árboles”, que a su vez son capaces de “fijar carbono”.
Una vez más, la FAO sugiere que promover las plantaciones industriales de eucaliptos, pinos y otras especies de árboles de rápido crecimiento –plantaciones que define como bosques– puede ser una “nueva solución para un mundo mejor”. Con esta declaración, la FAO ignora -una vez más- los impactos negativos de los monocultivos de árboles, ampliamente documentados. Tampoco tiene en cuenta el fracaso como solución al caos climáticos de las plantaciones de árboles para compensar emisiones de carbono. Y menos aún, el hecho de que dichas plantaciones contribuyen a alimentar un consumo excesivo y extremadamente desequilibrado de papel, que, por supuesto, es promovido por empresas de celulosa y papel que se benefician de ello.
En este Día Internacional de los Bosques, mientras la FAO promueve viejas “soluciones” que en realidad empeoran el mundo, el WRM publica un informe titulado “¿Qué es un bosque y cuándo es un bosque? Una reflexión crítica sobre los conceptos utilizados en los procesos internacionales de políticas sobre bosques”.
Pese a que varios grupos entienden que la definición de la FAO ha sido durante mucho tiempo un obstáculo para detener la pérdida de bosques, en general no se cuestiona el hecho de que estas organizaciones y movimientos sociales –y también el WRM– hagan uso del concepto de bosque en sus materiales. Un ejemplo de esto es cuántos grupos han utilizado el lema de campaña “Las plantaciones no son bosques”.
Aún se ha reflexionado muy poco sobre el hecho de que varios Pueblos Indígenas arraigados en territorios de bosque hayan decidido no traducir la palabra bosque. Muchos han decidido adoptar su propia definición, ya que la definición de la FAO es irreconciliable con sus particulares y diversas visiones y concepciones de sus espacios de vida. No consideran a un bosque como una entidad fija definida por su cubierta arbórea o su capacidad de secuestrar o almacenar carbono, sino más bien como parte de un ciclo de transformación de un territorio. Sin embargo, los procesos internacionales de políticas sobre bosques han censurado todas las definiciones indígenas de los bosques así como otras formuladas por movimientos de base. En sus salas de conferencias y en sus documentos, estas entidades internacionales no darán cabida a ninguna otra definición u otras concepciones que queden fuera de las categorías supuestamente universales de bosques, clima, biodiversidad, ecosistemas, etc.
Es importante reflexionar con sentido crítico acerca de estos conceptos en la medida en que éstos allanan el camino a las supuestas “soluciones” a la deforestación que emergen de estos procesos internacionales. Una de esas “soluciones”, nuevamente promocionada por la FAO este 21 de marzo, es la promoción de plantaciones industriales de monocultivos de árboles.
Montevideo, 21 de marzo de 2024
Secretariado Internacional del WRM