Godwin Uyi Ojo, Environmental Rights Action (ERA) / Amigos de la Tierra Nigeria
Mientras que las acciones de limpieza y descontaminación de Ogoniland se suspendieron debido a la pandemia, la prospección y explotación de petróleo y gas continúa sin problemas.
A pesar de la pandemia del Covid-19, numerosas empresas, especialmente del sector del petróleo y el gas, así como de la industria de las plantaciones de palma aceitera, han continuado con sus actividades como “servicios esenciales”, mientras que el resto de la sociedad en Nigeria permanece en confinamiento. Durante la cuarentena, las compañías petroleras internacionales en algunos casos no han cumplido los simples protocolos establecidos para evitar la propagación del Covid-19. Entre esas omisiones figura la falta de transparencia al divulgar el estado de su personal y el no asegurar el distanciamiento social, lo cual enfrentó al gobierno del Estado de Rivers contra el gobierno federal.
Han pasado más de veinte años desde que nueve líderes Ogoni fueron ejecutados por enfrentarse a las actividades de la petrolera Shell en sus comunidades. Si bien la producción de petróleo ha terminado, las tuberías manejadas por Shell todavía atraviesan tierras y vías fluviales en Ogoni, lo que significa que la zona continúa plagada de derrames de petróleo. En 2011, un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) reveló la existencia de una gran contaminación por petróleo y graves riesgos para la salud en Ogoni, en especial por la contaminación del agua potable. El informe recomienda que Shell lleve a cabo tareas de limpieza en todos los derrames de petróleo de los que es responsable en el Delta del Níger.
Una reciente visita de monitoreo de campo realizada en abril de 2020 por ERA/Amigos de la Tierra Nigeria a los sitios contaminados en Ogoni reveló que la implementación de las recomendaciones del PNUMA han retrocedido de varias maneras. Mientras que los Ogoni continúan sufriendo los efectos de un ambiente devastado por la contaminación con hidrocarburos, así como la destrucción de bosques y manglares, la esperanza de que se hagan las tareas de limpieza y descontaminación queda relegada, utilizando la pandemia del Covid-19 como excusa para que los contratistas se retiren del sitio. No obstante, la prospección y explotación de petróleo y gas continúa sin cesar.
La presión sobre el gobierno y las compañías petroleras para que paguen los US200 millones de dólares prometidos anualmente al Fondo Estatutario de Limpieza y Descontaminación ha disminuido, y sufrió un revés importante ya que los fondos para 2020 aún no se han liberado. Además, el alto costo de combatir la pandemia del Covid-19 y la dependencia del petróleo y el gas en el caso de que se derrumben los precios de exportación, han agravado la situación, dejando al gobierno desamparado. También ha disminuido la presión sobre el Proyecto de Contaminación de Hidrocarburos y Restauración, el organismo gubernamental responsable de la descontaminación, ya que la sociedad civil en general no pudo llevar a cabo sus acciones y campañas presenciales de manera regular. También se ha postergado una visita de supervisión del Comité de la Asamblea Nacional de Nigeria sobre Ecología y Cambio Climático a los sitios de contaminación, a la espera del levantamiento de la cuarentena y de las restricciones de viajes interestatales. El aplazamiento de estas visitas de supervisión puede afectar aún más la calidad de las tareas de limpieza.
En Ogoni, los derrames de petróleo se encuentran a profundidades de hasta 5 metros, lo cual ha contaminado el suelo y las fuentes de agua, y esta contaminación continúa a pesar del cese de la producción de petróleo como consecuencia de los conflictos entre las comunidades y Shell, una multinacional petrolera que ha operado durante décadas en la zona. Los ríos y arroyos siguen contaminados y ni siquiera se han proporcionado adecuadas medidas de emergencia y socorro a la población. Las cosechas agrícolas y la captura de peces se agotan, con lo cual son las comunidades las que se llevan la peor parte de la destrucción. Se sigue sin abordar la degradación ambiental acumulativa y los Ogoni son quienes peor están.
Las medidas implementadas para enfrentar la pandemia del Covid-19 han ayudado a movimientos y actores sociales a redirigir su atención a las bases del desarrollo y los modos de producción y consumo, así como a analizar las relaciones entre el Norte global y el Sur global. Ha quedado de manifiesto el importante desafío que plantea la crisis de sobreexplotación de los recursos naturales del Sur global por el Norte global, que está conduciendo a la degradación ambiental, el cambio climático y la deforestación, así como a conflictos violentos en los sitios de extracción y producción; sin olvidar los conflictos cercanos a las refinerías y fábricas que utilizan estos combustibles fósiles.
El mundo, y en particular el Norte global, debe enfrentar el injusto sistema que se basa en la explotación y la acumulación en beneficio de unos pocos y que alimenta cada vez más el consumo excesivo, en gran medida del Norte global, al tiempo que exacerba la disparidad social y las desigualdades.
Se requieren nuevas visiones de desarrollo(s) para un cambio de sistema que permita detener la sobreproducción y el consumo excesivo mientras se construyen transiciones transformadoras y justas que nos lleven de los combustibles fósiles a fuentes de energía renovables, un proceso que ERA propone actualmente en Nigeria. Esto significa que el mundo necesita cambiar a una economía que siga la idea de “dejar el petróleo bajo el suelo”, lo que protegería el medio ambiente y los medios de vida rurales. Es necesario frenar la continua privatización de nuestras tierras, alimentos, agua y fuentes de energía de las que dependen las comunidades locales.
Personas y comunidades de Nigeria ya están mostrando alternativas que aseguran un acceso justo y localizado a las fuentes de energía mediante la producción y el suministro de energía solar fuera de la red y sistemas de mini-redes independientes que les permiten controlar sus propias fuentes de energía. A través de movilizaciones sociales de lo local a lo global, la sensibilización y la creación de consenso, estas visiones alternativas siguen creciendo.