En los bosques del norte de la República del Congo, los Mbendjele son un pueblo escondido. Esta tribu pigmea ha coexistido con su medio ambiente por miles de años, viviendo enteramente de los recursos del bosque. Su impacto sobre el bosque es tan mínimo que en las imágenes satelitales es imposible detectar cualquier evidencia de las actividades de este pueblo cazador-recolector.
Pero su “existencia escondida” se ve amenazada por las concesiones de explotación maderera otorgadas y por las empresas que llegan en busca de la madera. Sin embargo, el trabajo realizado en la selva amazónica de Brasil ha mostrado que el reconocimiento de los derechos de las comunidades puede ayudar a evitar una mayor deforestación, y se espera que el reconocimiento de los derechos a la tierra y de las actividades indígenas represente también un progreso para los bosques de Africa Central.
Dos tercios de los dos millones de kilómetros cuadrados de bosques de Africa están dentro de la República Democrática del Congo, y el Banco Mundial estima que unos 35 millones de personas dependen, al menos en parte, de estos recursos. En Gabón, la mayor parte de los bosques ya han sido asignados a concesiones madereras. En Camerún se establecieron áreas de conservación, pero es sumamente frecuente que no se reconozca en ellas a las comunidades locales, muchas de las cuales han sido desalojadas de sus territorios tradicionales.
Los bosques tropicales de Africa Central son vitales para los pueblos indígenas que de ellos dependen. Allí recolectan tanto alimentos silvestres como plantas medicinales; los productos del bosque les proveen de abrigo y combustible para el alumbrado y la cocina; de hecho, estos pueblos tribales encuentran en el bosque toda la comida, el combustible y las fibras que les son indispensables. Sin embargo, con la explotación maderera industrial, el medio ambiente en el cual viven estos pueblos se está modificando irreversiblemente y, en el peor de los casos, está siendo completamente destruido. Algunos argumentan que la explotación maderera genera empleo, educación y servicios para las comunidades locales, pero la mayoría de las veces las promesas no se cumplen y los beneficios son efímeros. A medida que las empresas madereras avanzan, aumenta la incidencia de la malaria y del virus del VIH/SIDA, y el impacto de la extracción de madera amenaza la rica diversidad biológica de estos antiguos bosques.
Aplicando técnicas cartográficas modernas, se recurrió a imágenes satelitales para definir las diferentes zonas de bosques en Camerún, a efectos de determinar las áreas de conservación y las regiones que serían destinadas para la explotación industrial. Aparentemente, todas estas áreas estarían deshabitadas, ya que las imágenes satelitales no logran registrar un nivel de actividad humana tan pequeño en la profundidad del bosque. Mientras tanto, las áreas para uso comunitario se asignaron a lo largo de las carreteras, y ya son objeto de intensa competencia para la agricultura y agroforestería. El conflicto ha sido inevitable, dado que las comunidades pigmeas Baka no han logrado obtener beneficio alguno, al no reconocerse sus derechos consuetudinarios a la tierra y por haber sido destruidos sus territorios tradicionales.
Pero los Baka están comenzando a figurar en el mapa. Trabajando con Rainforest Foundation y su socio local, el Centro por el Medio Ambiente y el Desarrollo de Yaoundé, sus miembros han sido entrenados como cartógrafos. Estos ya comenzaron a trabajar con su gente para definir zonas de importancia, incluidas tierras de caza, áreas de recolección de productos específicos del bosque, zonas de pesca y territorios sagrados. Es de esperar que estos mapas revelen el verdadero valor de los bosques, y que los mapas “oficiales” y los planes para las concesiones madereras puedan ser modificados tomando en cuenta los medios de vida reales de los pueblos Baka que habitan el bosque, así como los de las comunidades agrícolas bantúes.
La República Democrática del Congo está a punto de comenzar su propia demarcación de las zonas boscosas con el patrocinio del Banco Mundial. “Esto representa una amenaza, porque el proceso del gobierno podría simplemente repetir los errores cometidos en otros países, como Camerún, donde las comunidades del bosque han desaparecido del mapa. Pero también puede ser una verdadera oportunidad”, dice Simon Counsell, Director de la Rainforest Foundation, quien considera que la confección de mapas por parte de las comunidades en la República Democrática del Congo permitiría que se aceptaran los reclamos de tierras tradicionales a medida que se desarrolla el plan nacional de demarcación de bosques. “El procedimiento no es difícil”, continúa. “Si bien las comunidades con las que estamos trabajando son en su gran mayoría analfabetas, eso no les impide captar los principios de la cartografía y comprender algunas de las tecnologías bastante avanzadas que se utilizan en el proceso”.
Con la utilización de sistemas de información y posicionamiento geográfico (GIS y GPS), el equipo de la Rainforest Foundation capacitó, en tan solo una semana, a cartógrafos de las comunidades en el área del río Lopori, provincia de Ecuador, para cubrir una zona de más de 1.000 kilómetros cuadrados y ubicar en el mapa los lugares de importancia cultural. El resultado fue la producción de un mapa más exacto que el manejado actualmente por las autoridades nacionales. Pero para las comunidades mismas, el mapa reveló las distintas formas en que el bosque era utilizado por los diversos grupos. Por ejemplo, las zonas de caza eran invariablemente diferentes de los lugares donde las mujeres recogen alimentos silvestres y plantas medicinales. También se vio que los jóvenes y los ancianos no utilizan el bosque y sus productos de la misma manera. Sin embargo, también puede ser peligroso revelar información. La divulgación del conocimiento indígena puede llevar a una mayor explotación si la información no es usada con respeto. Simon Counsell concluye diciendo que “es importante que esta técnica sea utilizada para dar poder a los pueblos locales, por lo cual es vital que las comunidades conserven la propiedad absoluta de los mapas. Pero lo que esperamos hacer es demostrar los resultados positivos de esta iniciativa a agencias internacionales como el Banco Mundial, para que puedan ver que estas comunidades manejan los bosques de forma sustentable y decidan financiar una aplicación más amplia de estas tecnologías de comunicación por parte de las comunidades”.
Por: “New Agriculturalist online”, enero de 2006, http://www.new-agri.co.uk/06-1/develop/dev01.html, enviado por Simon Counsell, correo electrónico: SimonC@rainforestuk.com, Rainforest Foundation, http://www.rainforestfoundationuk.org/