Biocombustibles en gran escala: buenos para el poder, malos para la gente y el clima

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Las modalidades de consumo y producción de biocombustibles ya están teniendo impactos negativos sobre la seguridad alimentaria, el sustento rural, los bosques y otros ecosistemas. Todo indica que tales impactos se acumularán rápidamente. La producción de biocombustibles en gran escala y dirigida a la exportación requiere extensos monocultivos de árboles, de caña de azúcar, de maíz, de palma aceitera y de soja, entre otros. Estos monocultivos ya son la primera causa de despoblamiento rural y deforestación en todo el mundo.

Además, se ha rebatido la alegada “neutralidad de carbono” del biodiesel pues no tiene en cuenta, por ejemplo, cómo se establecen las plantaciones de palma aceitera. Cálculos realistas demuestran que la producción de biocombustibles a partir de cultivos energéticos gasta más energía (en forma de combustibles fósiles) que la que proporciona y que los biocombustibles no reducen sustancialmente las emisiones de gases de efecto invernadero cuando se tienen en cuenta todos los factores. Por otro lado, para establecer las plantaciones de palma aceitera se están eliminando bosques tropicales y bosques de pantanos y turberas, que constituyen importantes sumideros de carbono.

No obstante, la Unión Europea promueve los biocombustibles como fuente de energía del transporte y se ha fijado para 2010 el objetivo de aumentar su uso al 5,7% del total de la energía utilizada en transporte. La Comisión Europea está presionando a los Estados miembros a cumplir sus compromisos en virtud de la Directiva sobre los biocombustibles de 2003. En la reunión del Consejo de Agricultura realizada el 20 de febrero de 2006 hubo un primer debate político sobre la estrategia de los biocombustibles y el plan europeo de acción sobre la biomasa. Para estos países la ventaja es que el precio de producción de biocombustibles como el bioetanol y el biodiesel es menor que el del petróleo. Otro beneficio para los agricultores europeos es que la producción nacional de biocombustibles podría proporcionar nuevos ingresos y oportunidades de empleo tras la reforma de la política agrícola común (PAC).

En Europa, el biodiesel se usa en Alemania, Francia y Austria en distinta medida. En Alemania hay más de mil estaciones de servicio que venden biodiesel. La primera bio-refinería alemana se construirá en Emden con financiación de una asociación holandesa. El objetivo de la fábrica es convertir 430.000 toneladas de aceite de palma, probablemente de origen indonesio, en más de 400 millones de litros de biodiesel anuales.

En los Países Bajos la demanda de aceite de palma crudo para generación de electricidad aumentó este año 400.000 toneladas, de las cuales se importarán 250.000 toneladas. Según se informa, la compañía de energía eléctrica BIOX bv piensa construir cuatro nuevos generadores a aceite de palma. La empresa pretende vender esta electricidad a base de aceite de palma a varios países de la Unión Europea.

En Estados Unidos los biocombustibles son bien recibidos en tanto forma de ayudar al país a ir cortando su dependencia del petróleo extranjero. Estos biocombustibles combinan el patriotismo con el interés económico propio: a los agricultores les encantan porque el biodiesel y el etanol se producen a partir de bienes de consumo agrícolas y así colaboran con el aumento de los precios en origen; y a los senadores republicanos les encantan porque los subsidios impositivos federales mantienen contentos a sus votantes agricultores.

En el otro extremo, en los países del Sur, la producción de cultivos para biocombustible ya está ocasionando importantes impactos ambientales y sociales, que se agravarán en caso de que la ofensiva del Norte en pro de nuevas fuentes de energía gane terreno. Una alianza de ONG de derechos humanos y de medio ambiente está en campaña contra el uso por parte de los países europeos de combustibles producidos a partir de palma aceitera a expensas de los ecosistemas forestales. En una declaración formulada en abril de este año contra el “diesel de la deforestación”, más de treinta grupos alemanes, austríacos y suizos advierten que un auge del biodiesel derivado del aceite de palma no haría más que repetir el patrón de destrucción de los bosques que el rápido crecimiento de la industria de la pulpa y el papel en Indonesia trajo consigo.

Para estos grupos, lo que se necesita es un cambio fundamental en nuestra aproximación al consumo de energía en lugar de simplemente sustituir el petróleo por biocombustibles. Esto implica la promoción del transporte público en lugar de autos particulares y tránsito aéreo, más medidas de conservación de energía y más fuentes de energía renovables como la luz solar y el viento. Los grupos exhortan a la aplicación de criterios estrictos con relación a las materias primas del biocombustible, por ejemplo: no a la conversión de bosques primarios a plantaciones; no a las violaciones de los derechos humanos y a las operaciones policiales o militares; no a la quema de bosques para establecer plantaciones; no a la certificación de plantaciones de palma aceitera, puesto que un monocultivo de palma aceitera no puede hacerse en forma ecológicamente sustentable y en general provoca más problemas que beneficios duraderos para la gente local; sí a la promoción de la agricultura orgánica sin uso de fertilizantes artificiales ni toxinas agrícolas; sí a la promoción de los pequeños establecimientos rurales en los países productores. La declaración llama también a que se respeten los derechos territoriales y consuetudinarios y al pleno cumplimiento de los acuerdos internacionales ratificados relativos a pueblos indígenas, biodiversidad, derechos de los trabajadores, etc, en los países que producen cultivos para biocombustible.

Además, otras ONG, organizaciones de Pueblos Indígenas y movimientos de agricultores exhortaron a las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, reunidas para su 12ª Conferencia de las Partes en Nairobi entre el 6 y el 17 de noviembre de 2006, a suspender inmediatamente todos los subsidios y otras formas de apoyo desigual a la importación y exportación de biocombustibles.

Dichas organizaciones declararon que “No hay nada verde ni sustentable en el biocombustible importado. En lugar de destruir las tierras y el sustento de comunidades locales y Pueblos Indígenas del Sur mediante otra forma más de colonialismo, exhortamos a los países del Norte a reconocer su responsabilidad en la destrucción del sistema climático del planeta, reducir su consumo de energía hasta alcanzar niveles sustentables, pagar la deuda climática que han ocasionado al no haber hecho lo anterior hasta el momento y aumentar sustancialmente la inversión en energía solar y en energía eólica sustentable”.

Artículo basado en: “Biodiesel and the expansion of plantations”, Down to Earth, Newsletter No. 69, mayo de 2006, correo-e: dte@gn.apc.org; http://dte.gn.apc.org; Resistance Number 60, Boletín de Oilwatch Network, abril de 2006, correo-e: info@oilwatch.org, http://www.oilwatch.org/doc/boletin/bole60en.pdf; “Biocombustibles: un desastre en potencia”, alerta a la Conferencia de las Partes del Convenio Marco sobre el Cambio Climático, http://www.wrm.org.uy/actores/CCC/Nairobi/Biocombustibles.html