En el marco de la campaña nacional e internacional “¡Basta de violencia en el campo! ¡Corte este mal por la raíz!” impulsada por la Rel-UITA y la Confederación Nacional de Trabajadores en la Agricultura (CONTAG) de Brasil, contra la violencia rural en ese país, un equipo integrado por Álvaro Santos, Emiliano Camacho y quien esto escribe viajó desde Montevideo, Uruguay, al estado de Pará, en la Amazonia brasileña. El propósito fue filmar un video documental que recogiera testimonios de algunos de las decenas de casos de dirigentes rurales asesinados o amenazados de muerte.
Estas personas luchan en la “primera línea de fuego”, allí donde los “grileros” queman miles y miles de hectáreas de selva para apoderarse de esas tierras sin ninguna documentación –y cuando la tienen siempre es fraudulenta– y explotarla durante los pocos años que durará su fertilidad, irremediablemente condenadas a la desertificación. La asociación entre aventureros enriquecidos, militares retirados y en actividad que han fundado sus propias dinastías feudales desde los años dictatoriales de la década de los 60, los exportadores de maderas nobles que han arrasado con casi el 40% de la mejor madera de la Amazonia brasileña y continúan avanzando, los ganaderos y sojeros sobre enormes extensiones de tierras pirateadas, constituye un factor de poder tan fuerte que, con algunas escasas y honrosas excepciones, arrasa con la Justicia, la Policía y el sistema político local.
El vídeo de 40 minutos producido en esta oportunidad,* recoge tres de estas historias que sirven para comprender cómo se traduce a nivel personal, individual, en la peripecia de los sobrevivientes, esta masacre social y ambiental que se está ejecutando sobre la Amazonia. Para tener una idea del tamaño del desastre, basta citar algunos datos:
- Considerando sólo el período de la dictadura brasileña (1964-1985), hubo 10 millones de hectáreas de la Amazonia destinadas a colonización. La mayoría distribuida entre los propios altos oficiales militares.
- Desde entonces hasta ahora se produjeron más de 1.550 asesinatos vinculados a la disputa por la tierra entre poderosos hacendados y campesinos sin tierra o dirigentes de trabajadores rurales. Sólo entre 1985 y 2004 hubo 560 homicidios denunciados por esta causa.
- De ellos, la policía investigó apenas el 30 por ciento, sólo el 6 por ciento generó un proceso judicial y nada más que en el 3 por ciento de los casos hubo un pronunciamiento de la justicia, casi siempre absolutorio de los sospechosos por “falta de pruebas”. En resumen, los casos en los que se condenó a alguien no llegan al 1 por ciento, y prácticamente en ninguno de ellos “se logró” enjuiciar a los autores intelectuales de los asesinatos.
- Esta ineficiencia de los aparatos policiales y judiciales ha provocado que 300 homicidios ya prescribieron.
- En 2003 se registraron 35 mil familias expulsadas de sus parcelas; en 2004 fueron 37 mil; y en 2005 la cantidad bajó a “sólo” 26 mil familias. No obstante, las cifras parciales en lo que va de este año permite suponer que al fin de 2006 se habrá producido un incremento de familias expulsadas del campo en relación con el año anterior.
- Los brasileños les llaman “grileiros” a los hacendados que lo son por haber “robado” tierras fiscales. Muchas veces decenas de miles de hectáreas. Estos grileiros abren una brecha en la selva por donde puedan entrar y salir grandes camiones. Luego talan toda la madera con alto valor de mercado y el resto lo incendian. Las fotos satelitales muestran todos los días los centenares de incendios (“queimadas”, dicen en Brasil) que levantan altas columnas de humo en toda la selva amazónica, desde Bolivia hasta Venezuela.
- Después de quemar la “floresta inútil”, los grileiros falsifican títulos de propiedad con la complicidad de autoridades locales corruptas y alambran la nueva “adquisición”. Por este procedimiento hay hacendados que llegan a acumular más de 200 mil hectáreas. Primero colocan ganado que “amansa” el suelo selvático, y después plantan soja transgénica usando masivamente el herbicida glifosato para controlar las malezas.
- En la ciudad de Santarem, en plena selva y sobre el río Amazonas, la corporación transnacional Cargill construyó sin permisos de ningún tipo su propio puerto y los depósitos de soja más grandes del mundo donde acopia la soja producida en estas haciendas ilegales.
- Según cálculos oficiales y conservadores, en todo Brasil han sido “griladas” unas 100 millones de hectáreas, de las cuales el 90 por ciento se ubica en la Amazonia. Esta superficie equivale a los territorios de toda América Central y México sumados.
- Las propuestas de reforma agraria que provienen desde la sociedad civil plantean un uso racional de la floresta: del total de tierra asignada a una comunidad o a una familia de agricultores, sus propietarios sólo pueden cultivar el 20 por ciento, y adquieren el compromiso de conservar el otro 80 por ciento en el cual sólo pueden realizar labores de extracción sustentable. El cumplimiento de este compromiso está vinculado a la propiedad de la tierra.
- En opinión de los sindicatos y asociaciones de campesinos locales el actual gobierno ha hecho esfuerzos notorios para provocar cambios en esta situación. Por ejemplo: en los últimos años se liberaron en la zona 17.325 personas que estaban sometidas a trabajo esclavo en haciendas alejadas de centros poblados. En 2005 se multiplicaron por cuatro los recursos federales destinados a resolver y prevenir estos conflictos. Se aprobaron leyes de protección de importantes áreas de la Amazonia (que habrá que hacer cumplir) sin que esto colme las aspiraciones y necesidades de las comunidades concernidas. Se aprobó la ley de protección de las comunidades quilombolas. Se comenzó a implementar un programa de georeferenciamiento de la “frontera caliente” de la floresta amazónica correspondiente a las áreas más atacadas por los grileiros y madereros, a cargo del ejército brasileño, entre otras iniciativas y acciones.
- A pesar de esto, el ritmo de deforestación en la Amazonia brasileña permanece en aproximadamente 2 millones de hectáreas anuales, y los cambios ya decididos en la capital muchas veces demoran años en llegar hasta los lugares concretos donde las comunidades y los trabajadores rurales sufren las consecuencias de la impunidad y el absolutismo de los hacendados, de los poderosos.
La campaña nacional e internacional de la Rel-UITA y la CONTAG ya está dando resultados positivos como la visita de delegaciones sindicales y parlamentarias europeas al gobierno brasileño y a la zona de Pará con el propósito de conocer in situ la situación denunciada. La presencia de la Policía Federal en la zona, y el reforzamiento de los recursos económicos y humanos del Ministerio Público en la región han abierto una esperanza de cambio. La experiencia acumulada en tantos años de lucha, sin embargo, provoca que ninguna organización social baje la guardia y todas se mantienen activas y alerta.
Por Carlos Amorín, Rel-UITA
*“En la frontera del miedo. Historias de vida y muerte”, Dirección y guión: Carlos Amorín y Alvaro Santos; Cámaras: Emiliano Camacho, Alvaro Santos, César Ramos; Edición: Fabián Arocena; Realización: Osmedia (www.osmedia.com.uy); Producción: Rel-UITA (www.rel-uita.org), CONTAG (www.contag.org.br). Por información sobre el vídeo: uita@rel-uita.org
La versión completa de este artículo se encuentra disponible en http://www.wrm.org.uy/paises/Brasil/Para.html.