Camerún: consecuencias sociales y ambientales de la explotación forestal industrial.

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En Camerún, como en muchos otros países del sur, se está viviendo un proceso de deforestación causado directa e indirectamente por el madereo industrial intensivo. Este proceso es fomentado por lo general por reformas políticas o préstamos de la Unión Europea, del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio para la construcción de megaproyectos, como carreteras o represas.

Como consecuencia de estas "ayudas internacionales para el desarrollo", la explotación ilegal de madera y la caza comercial se han sumado rápidamente al madereo "legal", utilizando las nuevas carreteras como vías de acceso a la selva. Los expertos prevén que ciertos grandes mamíferos de Camerún van a desaparecer a corto plazo si no se acaba con esta caza. Casi todos los tipos de mamíferos y de reptiles se exponen en los mercados urbanos. La carne de gorila y de elefante se vende a altos precios en los mejores restaurantes. Teóricamente estáprohibido cazar estas especies y vender la carne u otras partes de gorilas y chimpancés, pero esta prohibición es ampliamente transgredida.

La explotación industrial de los bosques ha sido la verdadera prioridad de los programas de ajuste estructural promovidos por el Banco Mundial. Basados en la promoción de productos destinados a la exportación (entre los que la madera ocupa un lugar muy destacado) y en la rebaja de las tasas de exportación, estos programas han jugado un importante papel en el incremento de las exportaciones de madera. Los resultados han sido la expansión de la pobreza, el aumento del poder de la industria extranjera y la falta de control del estado sobre la explotación de los recursos. La corrupción e ilegalidad en la explotación forestal en Camerún está ampliamente extendida y los escasos controles favorecen las actividades ilegales en el sector forestal: tala ilegal (fuera de los límites, sin autorización, con subcontratación, de árboles de diámetro inferior al permitido, incumplimiento de las restricciones locales); falsas declaraciones (de la cantidad de producción de madera, del volumen de madera en inventarios); recuperación ilegal de la madera embargada.

Aunque la producción de la madera ha conocido un gran crecimiento, los ingresos fiscales resultantes de la actividad de este sector han caído. Para los controles sobre el terreno, los funcionarios dependen a menudo de los camiones de las empresas forestales que les llevan ellas mismas a sus concesiones, lo que obviamente no favorece la independencia de los controles.

En algunos pueblos, los habitantes bloquean los transportes de la madera porque las empresas no cumplen sus promesas de construcción y/o de mejora de las infraestructuras locales. La ley prevé que el empresario forestal debe organizar una reunión con la población local antes de que comience la explotación. Durante estas reuniones, los empresarios forestales hacen promesas a la población (construcción de un centro de salud, reparación de un puente, acondicionamiento de un campo de fútbol). Pero la materialización de estas promesas se hace a menudo esperar, se realiza solo parcialmente o, directamente, está mal hecha.

El empleo directo generado por las empresas forestales es muy limitado para los llamados "Pigmeos" Bakas, que son a menudo empleados durante algunos días por las empresas como prospectores para indicar las especies de árboles con interés comercial. De esta manera participan inconscientemente en la destrucción de su propio medio. Los trabajadores que operan en los parques de acopio de madera y en los aserraderos son provistos de muy poca o ninguna ropa de protección (guantes, casco, máscaras para el polvo). La madera de los aserraderos es a menudo tratada con productos tóxicos contra los parásitos y los hongos. Se trata a menudo de pesticidas a base de lindano y de pentaclorofenol, prohibidos en Europa o cuyo uso está sometido a medidas de seguridad muy estrictas. Los obreros que deben trabajar con estos productos no suelen estar equipados con ropa de protección o están insuficientemente informados sobre los riesgos de estas sustancias tóxicas. Los restos de estos insecticidas y fungicidas tóxicos son simplemente tirados después de su uso. Aunque evidente, la importancia de la contaminación de las aguas y del suelo por la presencia de pesticidas no ha sido nunca investigada.

Debido a su estricta dependencia de los bosques primarios, los "Pigmeos" son las principales víctimas de la explotación forestal en Camerún. Según las estimaciones, a fines de los 90, aproximadamente 3.400 Bakolas viven en el sudoeste y 40.000 Bakas en los bosques ecuatoriales del sur y del sudeste de Camerún. En la región de Yokadouma-Moloundou, los Bakas son incluso más numerosos que los Bant�es. Como sus derechos territoriales no están reconocidos por las autoridades, no pueden defenderse contra la expansión actual de la tala industrial en el este de Camerún.

Las actividades madereras, desarrolladas tanto por compañías nacionales como extranjeras, se centran en unas pocas especies de madera de alta calidad (ayous, sapelli, azob�, tali) que monopolizan el 60% de las exportaciones de madera. Algunas especies de árboles, como el moabi y el bubinga, constituyen a menudo un importante punto de referencia en el bosque (por su gran tamaño), además de los usos culturales tradicionales que los lugareños o los "pigmeos" dan a éstas y otras especies de árboles. La ley prohíbe la tala de los moabis en un radio de 5 km. alrededor de los pueblos, pero es abiertamente violada por los madereros. Los bubingas más antiguos tienen un papel social importante en la vida del pueblo: reuniones populares y asambleas locales se organizan debajo de estos árboles, donde los problemas de los lugareños se discuten. Los moabis producen un aceite de gran calidad, el único aceite alimenticio producido en esta región forestal. La producción de este aceite proporciona mucho más provecho que la tala de la madera. Su corteza sirve para la fabricación de numerosos medicamentos para curar hernias, dolores de espalda y otras enfermedades.

En definitiva, la tala comercial en Camerún (legal e ilegal), está afectando gravemente al ecosistema y por ende a los pueblos que habitan los bosques. Los beneficios para la población local son mínimos e incluso el cumplimiento de las promesas hechas por las empresas en materia de mejoras en la infraestructura local depende de la movilización de la gente. El empleo generado es escaso y peligroso. Quienes se benefician son obviamente las empresas madereras y los intermediarios entre la corta y el consumidor europeo. Y a esto le llaman desarrollo.

Artículo basado en el informe "El asedio a los bosques tropicales de Camerún", Greenpeace España, abril 2000.