La pérdida sistemática del territorio Mapuche, que alcanzaba los casi 11 millones de hectáreas por el lado chileno (sin incluir el territorio histórico de la nación Mapuche, que comprendía gran parte del lado argentino) producto de la invasión militar del Estado chileno desde el 1 de enero de 1883, inicia el despojo violento de las tierras con la pérdida de casi el 95% del territorio.
Casi un siglo después, en 1973, los dominios eran aún menores, situación que se agravó durante la dictadura militar de Pinochet, pues el territorio fue reducido aún más, principalmente por el traspaso a particulares y empresas forestales.
Esta situación se consolida en la dictadura militar con posterioridad a 1975 hasta nuestros días, en que la actividad forestal se inserta en un modelo económico sobreexplotador del territorio histórico mapuche. La red agua-vegetación se encuentra gravemente afectada y sistemáticamente aumentan los daños provocados por las plantaciones del pino y eucalipto: erosión progresiva del suelo, alteración de los regímenes hídricos y creciente contaminación, situación que obliga a las emigraciones mapuches desde las comunidades rurales.
El avance de la invasión forestal de monocultivos de especies entre la VIII, IX y X Regiones, donde la población mapuche supera largamente los 337.000 habitantes en estas zonas (censo 1992 - según este censo el total de población mapuche en Chile es de 928.060) trae consigo el etnocidio territorial Mapuche. La falta de tierras, la destrucción cultural y ambiental en el ecosistema de las comunidades colindantes con las plantaciones, hace que muchos se levanten en su autodefensa. Sin embargo, el poder económico de las empresas, bajo el fomento y protección del Estado chileno, reprime toda movilización mapuche por medio de los tribunales, la policía y acciones de terceros.
Centenares de detenidos, procesados y condenados; decenas de heridos; miles de movilizados, es el saldo y resultado de múltiples movilizaciones mapuche para recuperar el terreno usurpado y frenar el cáncer verde de las empresas forestales, pero por el contrario las forestales según sus propias fuentes al año 1996 ocupaban una extensión de 2.118.840 hectáreas a nivel País; y 1.495.760 hectáreas en el territorio histórico - mapuche (entre la VIII, IX y X Regiones).
Importantes dirigentes y autoridades territoriales mapuche como Víctor Ancalaf, Francisco Llanca, Ariel Tori, Gastón Ailla, de Collipulli; Marcelo Catrillanca de Ercilla; Aniceto Norin y Pascual Pichón de Traiguán, entre muchos otros, son víctimas de la represión del Estado y de la manipulación de las empresas forestales chilenas y de particulares poderosos, enfrentando hoy numerosos procesos judiciales y encarcelaciones.
En la actualidad, la invasión territorial aumenta notablemente en estas regiones, como asimismo el sistemático etnocidio bajo el amparo, complicidad y promoción del Estado chileno, quien bajo la configuración de una ideología neocolonialista ha promovido un sistema mercantil, con valores culturalmente unicistas y genocidas, con resultados más atroces que los de una exterminación física, causando la destrucción ambiental, como son la pérdida de las aguas --por la succión de los monocultivos--, la contaminación de ellas y de las tierras por el uso irracional y descontrolado de químicos a través de fungicidas, plaguicidas y herbicidas; el desgaste de la capa vegetal y erosión de la tierra producto de la tala industrial a gran escala.
Hoy es el propio Estado y estos grupos de poder de la sociedad chilena quienes han estigmatizado la situación Mapuche como un conflicto, etiquetándolo como un problema, un obstáculo para el desarrollo y el progreso. Sin embargo, son las mismas comunidades las que levantan su voz para una nueva propuesta de relación y de avance, para frenar el capitalismo depredador en pro de una sociedad humana más justa y equilibrada. El Pueblo Mapuche tiene mucho que aportar a la sociedad occidental consumista y autodestructiva y es justamente la visión cultural, cosmositiva y filosófica del mapuche lo que aparece como señales de esperanzas, no solamente para el occidentalismo chileno, sino como un grano de arena para la humanidad.
La invasión forestal en el territorio histórico mapuche es la consolidación de un etnocidio y por ende el despojo implícito de las territorialidades.
Esta situación no es solo responsabilidad de Chile, ya que existe una gran cantidad de países cómplices a través de la compra de estas maderas en la importación. Bélgica, Holanda, Inglaterra, principales compradores en Europa; Estados Unidos en Norteamérica; Japón en Asia, compradores potenciales que no han considerado en lo absoluto la violación a los Derechos Humanos en contra de las comunidades Mapuche. Sin lugar a dudas también son responsables.
Por: Alfredo Seguel, Agrupación de jóvenes técnicos y profesionales Konapewman, "Impactos ambientales en el territorio mapuche y la consolidación etnocida y ecocida de la política de estado".