Los artículos publicados en las primeras planas de los periódicos y revistas más importantes han descrito la crisis del Congo según “la idea preconcebida del africano ‘salvaje’ y ‘depravado’”, declaran Maurice Carney y Carrie Crawford, de Amigos del Congo (FOTC), en su artículo “Casualties in the Scramble for Congo’s Resources” (“Víctimas en la contienda por los recursos del Congo”, disponible en: http://friendsofthecongo.org/commentaries/congo_casualties.php). Con esto, “las principales instituciones mediáticas occidentales son cómplices de uno de los robos de recursos mejor documentados del siglo XX que persiste en los albores del siglo XXI”.
Los autores recuerdan con razón que “El conflicto que resultó en brutales violaciones y asesinatos espantosos está inextricablemente ligado al saqueo del Congo” y que “Gran parte de la culpa por el persistente clima de conflicto se la llevan las milicias Hutu que en 1994 huyeron de Ruanda tras el genocidio perpetrado en aquel país. De hecho ésta es apenas una parte de la historia, que no brinda una imagen completa. Conviene señalar que Ruanda prácticamente controló el este del Congo entre 1996 y 2002, período durante el cual se declaró en activa persecución de los genocidas Hutu conocidos como Interhamwe. Sin embargo, durante ese período el choque militar ruandés más notorio fue contra Uganda dentro del Congo. La fuente del conflicto fue el control de enormes concesiones de diamantes en Kinsangi, a cientos de millas del lugar donde estaban los temidos genocidas Hutu. Así, aunque la presencia de los Hutu en el Congo es un asunto importante, no alcanza para explicar la fuente de violencia y crímenes en el Congo”.
El artículo señala que “Los grupos humanitarios que procuran recursos para atender a las mujeres, las niñas y los niños del Congo violados y abusados sexualmente deberían empezar con aquellas empresas que hacen fila para robarse algunos millones de las riquezas del Congo mientras el 80% de la población vive con menos de 30 centavos diarios. Con la orgía de violaciones y asesinatos coexiste lo que un magnate corporativo llama ‘una fiesta’. Se dice que Gerhard Kemp, del Rand Merchant Bank de Johannesburgo, Sudáfrica, declaró que ‘El Congo tiene tantas riquezas minerales que uno simplemente no puede ignorarlas. Uno no quiere ser el último en llegar a esta fiesta’”.
El artículo cita también un informe de 2007 del International Crisis Group que afirma que “Estados Unidos, Canadá, Sudáfrica y Bélgica fueron pioneros en intentar controlar reservas estratégicas de cobre, cobalto y otros minerales y restringir el acceso de China” y que “El festejo público del embajador estadounidense ante la compra de las concesiones de Tenke-Fungurume en Katanga, en agosto de 2005, por parte de Phelps-Dodge (hoy Freeport-McMoRan Copper & Gold) y la grandiosa ceremonia de junio de 2006 en Kolwezi para marcar la reapertura de la mina de Kamoto, a la que concurrieron representantes de Bélgica, la Unión Europea, Canadá, Francia, Angola e incluso Naciones Unidas” revelan el principal interés económico de los cuerpos diplomáticos internacionales que supuestamente están en el Congo para colaborar con un proceso democrático.
Vale la pena reproducir el comentario de un lector congoleño en Los Angeles ante la noticia de una visita del presidente de Freeport-McMoRan Copper & Gold Inc al presidente de Congo Joseph Kabila: “Simplemente confirma lo que la gente ha dicho todo el tiempo sobre Joseph Kabila: a él sólo le interesan las empresas mineras. Estas empresas podrán crear empleo, podrán dar un poco de dinero a la comunidad, pero al fin de cuentas a las empresas mineras lo único que les importa son sus accionistas. Joseph Kabila garantizará que estos accionistas estén contentos mientras los congoleños que necesitan igual consideración y protección languidecen y se enfrentan al exterminio en el este del país” (véase http://www.eacourier.com/articles/2007/10/29/local_
news/doc47228e6172be8078788651.txt).
Según la organización Global Witness, el acuerdo resultó en que “el Congo es propietario de apenas el 17,5% de sus propios recursos y se encuentra en una posición tal que hasta podría llegar a no obtener ninguna ganancia con este acuerdo. Sin embargo la agencia gubernamental estadounidense Overseas Private Investment Corporation (OPIC) aseguró contra riesgos, un proyecto de inversión de mil millones de dólares de Freeport-McMoRan”.
El artículo de FOTC deplora el hecho de que “como resultado de los fuertes intereses en los recursos del Congo, el pueblo congoleño está luchando contra fuerzas enormemente superiores. Se están forjando literalmente los moldes para que el empobrecimiento de los congoleños continúe por muchas generaciones. Los odiosos contratos serán válidos durante 30 o 40 años y el derecho internacional los respaldará. Las directrices sobre minería y bosques del Banco Mundial se establecieron en el Congo en una fecha temprana, en 2002. Dichas directrices se fijaron según un modelo neoliberal que exige la venta de las riquezas del país a los intereses privados”.
El artículo de FOTC advierte: “Si observamos lo que está ocurriendo en el Congo podemos asustarnos o taparnos los ojos, pero la desagradable imagen que a menudo se deja afuera o en tinieblas, sobre todo por parte de la prensa grande, es el significativo papel de las corporaciones que nos proveen de teléfonos celulares, consolas para juegos, computadoras portátiles y otros modernos aparatos tecnológicos que se benefician de los sufrimientos del Congo”.
“Si la comunidad mundial asumiera un papel constructivo en el Congo, el pueblo congoleño se haría cargo del resto y produciría dirigentes que representen sus intereses trayendo la reconciliación, la justicia y la prosperidad a este país vital en el corazón de África”, concluyen los autores.
Artículo basado en “Casualties in the Scramble for Congo’s Resources”, por Maurice Carney y Carrie Crawford, FOTC, 17 de diciembre de 2007, correo-e: info@friendsofthecongo.org, http://friendsofthecongo.org/
commentaries/congo_casualties.php