El despojo de las plantaciones: las luchas comunitarias en la provincia del Cabo Occidental de Sudáfrica

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Plantation

Introducción


El despojo de tierras en función de la “raza” –un legado histórico de Sudáfrica– ha traído aparejado que las comunidades africanas indígenas que viven en zonas de plantaciones de monocultivos de árboles y sus alrededores hayan sufrido desde hace largo tiempo marginación económica y una situación de desventaja social. A pesar de la transición de Sudáfrica a la democracia y el programa de reforma agraria, el legado del despojo de tierras continúa definiendo la pobreza rural y la desigualdad económica (1). Las comunidades de la provincia del Cabo Occidental no solo sufren este legado sino también la incertidumbre en torno a las nuevas iniciativas de forestación. Estas comunidades afectadas por las plantaciones industriales de árboles enfrentan una red de impactos interconectados como resultado de la distribución desigual de la tierra y los monocultivos: pobreza, inseguridad en la tenencia de la tierra, problemas ambientales y deficiencia en materia de gobernanza. Sin embargo, también demuestran resiliencia, que se expresa en respuestas colectivas y movilización frente a estas dificultades.

Comunidades forestales: despojo de antes y de ahora

El legado de despojo de tierras y desplazamiento en Sudáfrica es particularmente evidente entre las comunidades que viven en zonas de plantaciones industriales de árboles (conocidas en Sudáfrica como comunidades forestales). En el Cabo Occidental, desde principios de la década de 2000 las comunidades forestales sufrieron la privatización efectiva de las plantaciones estatales, seguida por un cambio de rumbo del Estado y la propuesta de replantar plantaciones de árboles para la obtención de celulosa, papel y madera para aserraderos. Sus experiencias ilustran algunas de las dinámicas ecológicas, económicas y políticas del modelo de plantaciones industriales. Si bien las amenazas a los derechos y a los medios de vida y sustento de las comunidades son comunes en todo el mundo, la evidencia en el Cabo Occidental revela cómo estos problemas se manifiestan de formas locales distintas y evolucionan con el tiempo.

Las plantaciones industriales y el contexto del Cabo Occidental


Sudáfrica es un país con una gran diversidad ecológica, que abarca desde la costa subtropical del este hasta la meseta central del interior, pasando por paisajes áridos y desérticos en el oeste. Sus bosques autóctonos templados son ricos en especies pero abarcan solo un porcentaje de un dígito de la superficie terrestre del país. En Sudáfrica, las plantaciones de monocultivos de árboles suelen ser denominadas “bosques”, lo que durante mucho tiempo ha ocultado los múltiples impactos negativos causados ​​por las plantaciones de monocultivos de árboles. Estas plantaciones de árboles se extienden en un arco fragmentado, desde la parte norte del país a lo largo de la costa este hasta la región de clima mediterráneo con lluvias invernales del Cabo Occidental.

El Cabo Occidental tiene una diferenciación climática e histórica. Desde mediados del siglo XVII, los descendientes de los colonos europeos han dominado la agricultura comercial en la región. Al igual que gran parte del país, el Cabo Occidental sufrió un despojo de tierras a gran escala durante la era colonial y la del apartheid, lo que restringió severamente el acceso a la tierra para las personas indígenas y “mestizas”. Hoy en día, la región es conocida por sus industrias de vino y frutales de hoja caduca orientadas a la exportación, mientras que su centro metropolitano de Ciudad del Cabo atrae al turismo mundial.

En las zonas montañosas del Cabo Occidental hay plantaciones comerciales dispersas, principalmente de especies no nativas como pinos, eucaliptos y acacias. En más de una docena de estas plantaciones, comunidades históricamente desfavorecidas viven en tierras de propiedad estatal, previamente arrendadas a empresas madereras privadas, como MTO (Mountain to Ocean). Las pequeñas zonas de bosque nativo de Sudáfrica están en gran parte deshabitadas. En cambio, son las comunidades que viven y trabajan en las plantaciones de monocultivos de árboles las que están a la vanguardia de las luchas autodenominadas “forestales” del país.

La vulnerabilidad y marginación de las comunidades forestales


Las comunidades que viven en las plantaciones industriales de árboles de Sudáfrica, en particular en el Cabo Occidental, viven en condiciones precarias y de inseguridad en materia de tenencia de la tierra. Estas comunidades tienen oportunidades económicas limitadas y carecen del acceso a servicios e infraestructura estatales básicos. El Estado y las empresas madereras niegan con frecuencia a las comunidades el acceso a las plantaciones circundantes para obtener leña, materiales de construcción y plantas medicinales. Como resultado, estas comunidades rurales están cada vez más desconectadas de los medios de vida tradicionales basados ​​en la tierra, en especial la agricultura en pequeña escala, el pastoreo y la recolección de alimentos, lo que complica aún más su capacidad de autosustentarse. A pesar de casi tres décadas de reforma agraria en Sudáfrica, la pobreza y la inseguridad de la tenencia de la tierra continúan predominando.
Además, las comunidades que viven en estas plantaciones de árboles se enfrentan a las consecuencias a largo plazo, tanto actuales como emergentes, de vivir rodeadas de plantaciones:

    • Degradación ambiental
La pobreza y la marginación económica se entrecruzan con las amenazas ambientales. Las plantaciones de monocultivos en toda Sudáfrica contribuyen al agotamiento del suelo, la escasez de agua y la pérdida de biodiversidad. En el Cabo Occidental, las plantaciones de árboles son particularmente vulnerables a los incendios forestales, que se ven exacerbados por el clima propenso a la sequía y la naturaleza insostenible de la plantación de monocultivos de árboles, especialmente en medio de patrones de cambio climático. Por ejemplo, en 2017, un incendio devastador arrasó la comunidad de Hawequa, en las afueras de la ciudad de Paarl. Durante una semana la comunidad evacuó sus hogares, mientras la plantación de pinos ardía, destruyendo casas y jardines.

    • Débil gobernanza y coordinación estatal 
Los esfuerzos por mejorar las condiciones de las comunidades dentro de estas plantaciones de árboles se han visto obstaculizados por una gobernanza débil y una mala coordinación dentro del Estado sudafricano. Esto ha paralizado los esfuerzos para formalizar los acuerdos de tenencia de la tierra y proporcionar servicios esenciales. Como estos asentamientos a menudo se extienden a ambos lados de los límites físicos y jurisdiccionales de varios organismos gubernamentales, se ven afectados negativamente por la mala coordinación dentro del Estado. Al igual que muchas comunidades forestales en todo el mundo, las del Cabo Occidental han sido excluidas con frecuencia de los procesos de toma de decisiones relacionados con el uso de la tierra, la gestión forestal y el establecimiento de nuevas plantaciones. Estas cuestiones también tienen una fuerte influencia de género, ya que el sector forestal comercial ha estado históricamente dominado por los hombres y los responsables de las políticas suelen subestimar los roles tradicionales de las mujeres (como la recolección de leña y plantas medicinales). Sin embargo, las mujeres desempeñan un papel importante dentro de estas comunidades al aportar en cuestiones comunitarias y espirituales.

    • La amenaza emergente de la forestación 
En el Cabo Occidental, el Estado se retiró del sector forestal hace dos décadas, pero revirtió esta decisión al cabo de una década en medio de la escasez posterior de madera para aserraderos. El Estado ha propuesto “reinstaurar” (es decir, restablecer) plantaciones de árboles mediante arrendamientos a empresas concesionarias privadas. Sin embargo, las comunidades forestales han sido excluidas de la toma de decisiones sobre este cambio de política. Los planes para una nueva forestación plantean preocupaciones sobre una nueva ola de despojo, marginación económica e inseguridad en materia de tenencia de la tierra. La replantación de monocultivos de árboles amenaza con desplazar aún más a las comunidades locales, socavar los potenciales medios de vida y cerrar las oportunidades de formas de agroforestería más sostenibles desde el punto de vista social y ambiental.

Respuestas y movilización comunitaria

Organizaciones de la sociedad civil como el Surplus People Project (SPP) han movilizado a las comunidades del Cabo Occidental. Con el apoyo del SPP, estas comunidades geográficamente dispersas formaron en 2011 el Foro Comunitario Forestal (FCF) para defender sus intereses colectivos. A finales de 2024, el FCF organizó una “Feria del conocimiento” para compartir experiencias, analizar sus luchas y planificar esfuerzos de defensa con el Estado y otras partes interesadas. Esta iniciativa destaca la necesidad de un enfoque integral para abordar el legado de marginación.

El enfoque es multifacético y aborda desafíos interconectados:

    • Mejores servicios e infraestructura
Garantizar el acceso a servicios e infraestructura esenciales es crucial. La marginación a menudo conduce a una prestación de servicios inadecuada.

    • Fortalecimiento del acceso a la tierra 
Mejorar el acceso a la tierra y a la seguridad de la tenencia de la tierra es esencial para empoderar a las comunidades forestales para que gestionen sus tierras de manera sostenible e inviertan en prácticas agrícolas y agroforestales comunitarias a largo plazo

    • Desarrollo de capacidades y oportunidades económicas
Desarrollar habilidades y mejorar las oportunidades de acceder a medios de vida sostenibles es clave para romper los ciclos de pobreza.

    • Prácticas agroforestales sostenibles
Promover la agroforestería garantiza la salud a largo plazo tanto de la tierra como de la comunidad, equilibrando la conservación ecológica y la generación de ingresos.

    • Participación comunitaria en la toma de decisiones
Aumentar la participación comunitaria en la gobernanza permite a las comunidades forestales influir en las políticas sobre el uso de la tierra, la gestión ambiental y la asignación de recursos.

En general, los miembros del FCF informan que ha logrado reunir a los organismos del Estado y a otros actores pertinentes para hacer frente a los problemas de la comunidad.

Esta estrategia aborda tanto las necesidades inmediatas como las desigualdades estructurales a largo plazo, empoderando a las comunidades para que tomen el control de su desarrollo y desafíen la marginación histórica. Los esfuerzos del FCF demuestran el potencial de las iniciativas impulsadas desde la base y por la comunidad para fomentar un cambio significativo y sostenible.

Surplus People Project
David Neves, Wade Parker 


(1) Pueden ver el artículo sobre el Foro Comunitario Forestal publicado en 2015 en el boletín del WRM (solo inglés y francés)