Energía Sostenible para Todos (SEFA, según el inglés) es una iniciativa lanzada en 2011 por el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, que ha ido ganando terreno político a medida que se aproximaba la conferencia Río+20. Ban Ki-moon ha dejado en claro que, a su entender, dicha iniciativa tendrá un papel protagónico en Río+20 y que seguirá adelante, sea cual sea el resultado de las negociaciones de la ONU.
Los objetivos oficiales de la SEFA son: a) duplicar la tasa de aumento de la eficiencia energética; b) duplicar la parte de la energía renovable; c) lograr el acceso universal a los servicios energéticos modernos.
Dichos objetivos son, en sí mismos, muy problemáticos: la “energía renovable” no está definida y los documentos de la SEFA muestran que ese término abarca las grandes represas hidroeléctricas, las plantaciones para agrocombustibles y las de biomasa. El hecho de aumentar la parte de energía renovable no reducirá necesariamente la quema de combustibles fósiles, dado que el consumo mundial de energía también aumentará considerablemente: la SEFA apunta a acrecentar el “acceso” a la energía en el Sur, pero no dice nada sobre la necesidad de reducir el consumo excesivo de energía en el Norte. Y finalmente, los tres objetivos son totalmente independientes uno de otro. El “acceso a la energía” en el Sur no tiene por qué ser necesariamente renovable, eficiente ni “sostenible”; bien puede significar que aumentará el número de centrales energéticas a carbón, o la explotación de arenas bituminosas.
Sin embargo, lo más preocupante quizás sea la naturaleza misma de la iniciativa SEFA: está dirigida por un Grupo de Alto Nivel cuyos miembros fueron seleccionados por Ban Ki-moon y que incluye representantes de Siemens, Statoil, Eskom, Riverstone Holdings, Bloomberg New Energy Finance y otras grandes empresas. Los únicos gobiernos representados son los de Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia, India y Brasil. Charles Holliday, presidente del Bank of America, es uno de los dos presidentes del Grupo de Alto Nivel, el cual redactó el Programa de Acción de la SEFA, es decir su plan de trabajo, en secreto y sin la más mínima consulta.
El mensaje clave que recorre el Programa de Acción y otros documentos de la SEFA es la “necesidad” de “catalizar la inversión” eliminando cualquier “barrera”. En lugar de reglamentar las inversiones empresariales, la SEFA apunta a facilitar que se multipliquen, sean cuales sean los impactos sociales, ambientales y climáticos. Por su parte, los gobiernos deberán comprometer fondos públicos para contribuir a los costos iniciales y minimizar los riesgos financieros de las empresas. Esto incluye la financiación de la investigación y el desarrollo, proyectos piloto, asistencia técnica, subsidios, garantías de empréstito y otros tipos de “atenuación de riesgos” para las inversiones del sector privado. La función de la sociedad civil queda limitada al apoyo y la facilitación; el Programa de Acción sugiere que las organizaciones de la sociedad civil podrían colaborar con las compañías, “educar” a las comunidades del Sur, implementar proyectos, etc.
La SEFA no es un nuevo órgano de financiamiento sino una “cámara de compensación” para los compromisos voluntarios y las asociaciones. Los gobiernos y las empresas son alentados a presentarle sus compromisos políticos. Ghana fue el primer país que lo hizo formalmente; la piedra angular de su propuesta es el aumento de la utilización de gas natural, y se acompaña de financiación para nuevos gasoductos y plantas de procesamiento. También está incluido el Plan de Acción Renovable de Ghana, que respalda la expansión de las plantaciones industriales para agrocombustibles. Hasta ahora, cualquier inversión en energía, al menos en el Sur, puede ser presentada como un compromiso, basándose en el argumento de que una mayor generación de energía se traducirá en un mayor “acceso a la energía”. La Secretaría de la SEFA ha confirmado que los gobiernos podrán elegir libremente qué tipos de energía desean incluir en los compromisos del país, sin siquiera pretender ver si son o no “sostenibles”, a pesar del título de la iniciativa.
Así, la SEFA puede ser considerada, desde muchos puntos de vista, como una continuación y una posible expansión de la financiación de la energía contaminante y destructiva de siempre, como la que realiza el Banco Mundial (miembro del Grupo de Alto Nivel). Pero, al mismo tiempo, la SEFA se inscribe dentro de una peligrosa tendencia mucho más reciente: como iniciativa de la ONU, representa un intento de reemplazar las negociaciones multilaterales y las convenciones, por asociaciones de múltiples partes privadas y públicas. Por consiguiente, se trata de un ejemplo particularmente contundente de lo que los grupos de la sociedad civil han descrito como la “captura de la ONU por parte de las grandes empresas”.
Los invitamos a firmar la carta abierta en la que se exhorta a los gobiernos a rechazar la iniciativa Energía Sostenible para Todos (SEFA), disponible en http://www.wrm.org.uy/actors/CCC/reject_SEFA.html, que será presentada en Río a los gobiernos durante la Conferencia Río+20.
Para firmar la carta abierta, sírvase enviar un correo electrónico, indicando su país y el nombre de su organización, a biofuelwatch@gmail.com
Almuth Ernsting, Biofuelwatch, info@biofuelwatch.org.uk
Por más información general, ver http://www.biofuelwatch.org.uk/2012/sefa/