Un problema que enfrentan las mujeres campesinas es su invisibilidad en los movimientos feministas y de mujeres. Un segundo problema es la debilidad con la que el concepto de soberanía alimentaria ha enfrentado los retos del feminismo. La soberanía alimentaria se basa en la convicción de que cada pueblo tiene el derecho a tomar decisiones sobre sus propios sistemas alimentarios: sobre sus propios hábitos alimenticios; sobre su producción, comercialización, distribución, intercambio y distribución; y sobre cómo mantener los alimentos y semillas en la esfera pública. Si establecemos que la soberanía alimentaria es cómo las personas deciden qué producir y en qué condiciones, nuestra pregunta desde un punto de vista feminista es, entonces: ¿cómo se toman decisiones? ¿quién decide cómo se organiza el poder? Probablemente lo que veamos en realidad es que las mujeres campesinas ocupan papeles secundarios en los ámbitos de toma de decisiones.
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