Guyana: empoderamiento de pueblos indígenas a través del mapeo participativo

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A pesar de décadas de presiones sobre sucesivos gobiernos para obtener el pleno reconocimiento legal de sus derechos tradicionales a la tierra, los 55 a 60.000 amerindios de Guyana todavía se encuentran en una de las situaciones más precarias de América del Sur en materia de tenencia de la tierra: muchas comunidades no poseen ningún tipo de título legal sobre sus tierras, mientras otras sólo cuentan con un título inseguro que apenas cubre una fracción de su territorio ancestral, y que puede ser revocada en cualquier momento en forma unilateral por el Ministerio de Asuntos Amerindios. Desde la independencia nacional en 1966, el estado guyanés solamente ha entregado títulos por 6.000 de las 24.000 millas cuadradas que según la recomendación de la Comisión de Tierras Amerindias (CTA) --un organismo establecido por los británicos en 1966 para resolver el problema de los territorios amerindios en respuesta a la persistente presión de los movimientos de base-- debieron haberse otorgado. Los pueblos indígenas se quejan de que las promesas incumplidas del gobierno en materia de derechos sobre la tierra constituye un robo a gran escala de sus territorios ancestrales realizado por parte del estado.

Las áreas no tituladas en los llamados "territorios estatales" están sujetas a concesiones de minería y madereo otorgadas por el gobierno central sin consulta previa a las comunidades amerindias. Las concesiones de oro y diamantes, por ejemplo, abarcan aproximadamente el 35% del país, un área que afecta a muchos de los territorios tradicionales de los pueblos Akawaio, Macusi, Wapichan y Wai Wai. Las comunidades indígenas protestan reclamando que la extracción de recursos comerciales, mal regulada y dominada por intereses externos provenientes de la costa, ha causado daños ambientales en sus territorios y trastornos sociales y culturales en sus comunidades.

La lucha indígena por la seguridad de tenencia de la tierra y su rechazo por la explotación destructiva de los recursos existentes en sus tierras dio un gran paso adelante en 1991 con la formación de la Asociación de Pueblos Amerindios (APA). La APA vincula a más de 80 comunidades amerindias que representan a nueve pueblos indígenas de Guyana. Muchas de las "unidades" locales de APA se vinculan con la oficina central en Georgetown a través de una red de radios. La APA trabaja para promover los derechos indígenas a nivel nacional, para mantener informadas a las comunidades sobre las políticas, leyes y proyectos del gobierno que puedan afectar su bienestar, y para hacer llegar las preocupaciones de los pueblos amerindios locales al gobierno central. Una parte esencial de la actividad de la APA es la realización de talleres de capacitación para líderes indígenas sobre leyes nacionales e internacionales relacionadas con los derechos indígenas y los recursos naturales.

En 1994, líderes amerindios de la Región 7 de Guyana y el personal de APA mantuvieron una reunión con el Presidente del país para presionar nuevamente por la obtención de títulos inalienables sobre la totalidad del territorio ancestral que abarca 3.000 millas cuadradas en el tramo superior del río Mazaruni. En respuesta, el Presidente los desafió a demostrar cómo utilizaban sus tierras y cuestionó por qué reclamaban la propiedad sobre un territorio tan extenso.

Después de una serie de reuniones en las seis comunidades amerindias del tramo superior del Mazaruni, los pueblos Akawaio y Arekuna decidieron que debían mapear su territorio tradicional y demostrar que todos los bosques y sabanas en su territorio han sido utilizados y ocupados por ellos de acuerdo a sus costumbres durante generaciones. Estuvieron de acuerdo en que elaborar su propio mapa ayudaría a demostrar que su punto de vista sobre la propiedad, la tenencia y el uso de recursos es muy diferente al del gobierno.

En 1995 comenzó el proyecto de mapeo en el sitio, con apoyo técnico de la APA y ONGs internacionales, entre las que se encontraban Forest Peoples Programme y Local Earth Observation. Un equipo de cuatro mapeadores indígenas recibió capacitación durante seis semanas en trabajos de mapeo y uso de la tecnología Sistema de Posicionamiento Global (GPS, por su sigla en inglés). Durante nueve meses se efectuó el mapeo del territorio para indicar límites, asentamientos actuales y pasados, recursos naturales y sitios culturales, usando nombres y categorías definidas por las propias comunidades de acuerdo con su idioma y tradiciones. El mapa comunitario final muestra toda la cuenca del tramo superior del río Mazaruni cubierta por una capa impresionante de nombres de lugares indígenas, usos indígenas de la tierra múltiples y extensos, cementerios y áreas tradicionales especiales como "bodawa" (reservas de caza y pesca). Desde su publicación en 1998, el mapa ha sido elogiado por muchas personas y organismos, incluidos la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Banco Mundial. Lamentablemente, el gobierno de Guyana sigue negándose a aceptar el mapa como un reclamo legítimo de los indígenas sobre la propiedad de la tierra.

Sin amilanarse por la terquedad del gobierno nacional, las comunidades amerindias de toda Guyana se han inspirado en el proyecto de mapeo del tramo superior del Mazaruni. Desde 1998, la APA ha realizado nuevos proyectos con sus propios cartógrafos indígenas que fueron capacitados para digitalizar mapas básicos, ingresar datos de campo e imprimir mapas borrador para la verificación de las comunidades participantes. Este equipo interno ha trabajado con comunidades Arawak, Carib, Wapichan, Wai Wai y Akawaio para realizar cuatro nuevos proyectos de mapeo comunitario que abarcan un total de 14.000 millas cuadradas. Otros dos proyectos están actualmente en preparación y hay varios más planificados. Los equipos de mapeo local de todos estos proyectos fueron capacitados por un instructor amerindio Arekuna que participó en el primer proyecto de mapeo.

Quienes han participado en las actividades de mapeo destacan que en muchos aspectos los proyectos han sido una experiencia de empoderamiento. Resaltan que el conocimiento tradicional se ha visto revitalizado en la medida que los jóvenes trabajaron con los mayores para reunir la información para los mapas. El mapeo también elevó la conciencia de las comunidades de base sobre temas referidos al uso de la tierra y el manejo de recursos. El mapeo comunitario ha demostrado ser una herramienta útil para la defensa de los territorios indígenas. Un número creciente de mapeadores indígenas capacitados están hoy en condiciones de usar la tecnología GPS y sus propios mapas para determinar con precisión las concesiones de recursos que se superponen con sus fronteras. De igual manera, pueden detectar casos en los que las compañías han incursionado en tierras indígenas, trazar esa infracción en un mapa y demostrar a la compañía que se introdujo en territorio amerindio sin autorización. Ya ha sucedido que las compañías se han visto obligadas a retirar sus equipos al ser confrontadas con esta fuerte evidencia.

Los beneficios del trabajo de mapeo comunitario pionero de Guyana, hoy se están difundiendo a otros países. El instructor indígena ya ha ayudado a comunidades amerindias del vecino Surinam a mapear sus territorios tradicionales en el tramo inferior del río Marowijne. Las lecciones prácticas obtenidas a través de los proyectos de mapeo innovadores de la APA ahora se comparten con organizaciones de pueblos indígenas de la Amazonia ecuatoriana que están preparando un proyecto para realizar su propia demarcación de sus territorios tradicionales. Una lección de Guyana resulta clara: la combinación de generación de capacidad a nivel de los poblados en los temas de los derechos sobre la tierra y el mapeo participativo pueden constituir una herramienta de empoderamiento para una estrategia de defensa territorial efectiva.

Por: Tom Griffiths, Forest Peoples Programme, correo electrónico: tom@fppwrm.gn.apc.org