A inicios del siglo XVII, en la época de la colonia, náufragos africanos llegaron a las costas del Caribe donde habitaba el pueblo kalinagu o caribe. Con el correr de los años se dio un proceso de sincretismo cultural que da lugar a la etnogénesis del pueblo garífuna. De esa fusión surge el idioma, la religión y las tradiciones garífunas. Fue así que el pueblo garífuna se asentó en las costas de varios países centroamericanos, en las desembocaduras de ríos y esteros, dedicándose a la pesca y agricultura de subsistencia.
En Honduras, el pueblo garífuna está ubicado en la costa norte del país donde la lucha en defensa de su territorio ha sido continua. A fines del siglo XIX, el estado reconoce su derecho territorial y entrega las primeras titulaciones comunitarias. A pesar de esto, entrado el siglo XX y ante la presión de las transnacionales bananeras que estaban interesadas en la explotación de esas tierras, las comunidades comenzaron a sufrir la pérdida de sus territorios. Con el aval de Estado, gran parte del territorio garífuna pasa a ser usufructuado por compañías extranjeras.
Sin escuchar los reclamos del pueblo garífuna, el estado da lugar a que casi cien años después la historia se repita, de un enclave bananero se pasa a un enclave palmero. (1)
El caso de la comunidad garífuna de Armenia
Con el auge bananero y el arribo de la Standard Fruit Company con una oferta laboral muy prometedora, la comunidad de Armenia fue desplazada hacia otro sector de la costa, siempre dentro del territorio garífuna. Allí se restablece con el nombre de Nueva Armenia. Con el paso de los años, las promesas laborales no resultaron ser como esperaban y se comienza a sentir las presiones territoriales y las diferencias culturales con los recién llegados. Se impusieron nuevas costumbres para el manejo del territorio y en la posesión de la tierra. La comunidad garífuna perdió el acceso a los bosques aledaños y a las zonas costeras de donde obtenían parte de su alimentación e insumos para construir sus viviendas. Las tierras con títulos comunitarios entran en conflicto con el acaparamiento de esas mismas por parte la transnacional bananera que tenía la autorización del propio estado.
Además, en la década de 1990 comienza a expandirse también la palma africana dentro del territorio garífuna, en los alrededores de Nueva Armenia. El Instituto Nacional Agrario y la Municipalidad actúan de forma contrapuesta. Mientras uno dice reconocer el territorio garífuna, el otro otorga esa misma tierra a pequeñas cooperativas de producción de palma.
Cuando vence la concesión de la Standard Fruit Company y ésta a su vez, ve que la producción bananera ya no es rentable, se retira del territorio garífuna de la Antigua Armenia. La empresa entrega las tierras a la municipalidad, la que no tiene en cuenta el derecho de ocupación histórico del pueblo garífuna e inicia otro proceso de entrega de esas tierras con destino a la plantación de palma africana.
La estrategia utilizada por los nuevos propietarios, tanto en los alrededores de Nueva Armenia como en las tierras de la Antigua Armenia, ha sido la de conformarse primero en cooperativas de producción de palma, por ser un requisito para poder acceder a un título de propiedad. Luego de tener el título de propiedad, venden la tierra y la plantación de palma a una única empresa. La comunidad dice que esta empresa pertenece a un grupo económico local, pero de hecho, no se conoce a sus dueños, quienes con total impunidad han ido adquiriendo gran parte del territorio garífuna.
En los últimos años, el avance de las plantaciones de palma africana ha implicado la destrucción de los bosques remanentes, la contaminación de los cursos de agua por el uso de agroquímicos y la pérdida de la soberanía alimentaria del pueblo garífuna. Casi un 80% del territorio de la comunidad garífuna está ocupado por plantaciones de palma africana.
Siendo que los títulos otorgados por el estado a inicios de 1900 no eran respetados por parte del propio estado, y viendo como la nueva empresa estaba ocupando y destruyendo lo que quedaba de su territorio ancestral, el pueblo garífuna decide retomar sus tierras y hacer valer sus títulos comunitarios.
En enero de 2014 se vieron máquinas talando todo lo que quedaba en el territorio garífuna. La comunidad realizó la denuncia ante la Municipalidad y resolvió instalar el ‘Campamento Resistencia’, en la zona de la Antigua Armenia. Allí, unos 80 integrantes de la comunidad resisten el avance de la palma. A pesar de la denuncia, la empresa continuó con sus actividades. Día a día se ve como este nuevo embate del agronegocio intenta avanzar unos metros más, rodeando por completo al campamento, dejándoles sólo la salida al mar.
En agosto, la policía irrumpe en la comunidad; rompe su bandera y detiene a varios de sus integrantes. Acusados de usurpar su propia tierra, permanecen retenidos por más de 6 horas. En consecuencia, los demás integrantes de la comunidad también se movilizan, pero al regresar al campamento se encuentran con que sus casas habían sido quemadas con todas sus pertenencias dentro. No obstante, estas represalias no los atemorizan sino que por el contrario, con una fortaleza envidiable, la comunidad está en proceso de reconstrucción de sus casas. (2)
La comunidad está en una alerta continua ante el posible embate de la empresa palmera o de las fuerzas policiales. Saben que el gobierno local no los protege, “es un estado que no gobierna para los pobres, que desconoce el derecho ancestral del pueblo garífuna a la tierra” denuncian integrantes de la Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH. (3)
Intentos de secuestro, detención por parte de la policía, desalojos, son algunas de las consecuencias que sufren los integrantes de las comunidades garífunas por mantenerse firmes en la defensa de su territorio. Por esta razón están llevando sus reclamos al ámbito internacional. En la última audiencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos realizada en setiembre de 2014 en Paraguay, el pueblo garífuna expuso su situación y pesa ahora una demanda internacional contra el estado de Honduras.
Con el objetivo de dar más visibilidad a esta resistencia, mostrar que el pueblo garífuna no está solo en esta lucha, y denunciar los impactos del avance de los monocultivos de palma africana, se realizó en el mes de setiembre un encuentro internacional en La Ceiba, Honduras. Allí, organizaciones y redes de América Latina se reunieron con comunidades indígenas, campesinas y garífunas para debatir sobre los impactos de los monocultivos en gran escala. En el marco de este encuentro se realizó una visita a la comunidad de Nueva Armenia y al Campamento Resistencia, donde se pudo comprobar las denuncias y reclamos del pueblo garífuna.
Elizabeth Díaz, lizzie@wrm.org.uy, secretariado internacional del WRM
(1) Estado de Honduras deniega condición de indígena al pueblo Garífuna, http://ofraneh.wordpress.com/2014/08/20/estado-de-honduras-deniega-condicion-de-indigena-al-pueblo-garifuna/
(2) Nueva Armenia y su lucha por la vida y la soberanía, http://www.rel-uita.org/index.php/es/agricultura/soberania-alimentaria/item/5450-nueva-armenia-y-su-lucha-por-la-vida-y-la-soberania
(3) Organización Fraternal Negra Hondureña, Federación del pueblo garífuna de Honduras por la defensa de sus derechos culturales y territoriales - http://www.ofraneh.org