La expansión del monocultivo de palma aceitera en África: un alerta por más solidaridad y acción

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A finales de 2013, un grupo de representantes de ONGs africanas, indonesias e internacionales se reunió con miembros de la Via Campesina y de la Red Africana de Biodiversidad en Calabar, Nigeria, para conversar sobre la expansión masiva de las plantaciones industriales de palma aceitera en el continente africano y discutir, en particular, la situación en Nigeria, Sierra Leona, Liberia, Camerún, Benin, Costa de Marfil, República Democrática del Congo, Gabón.

La palma es originaria de la región oeste y central de África; sin embargo, no es común que las comunidades la planten en sistema de monocultivo de gran escala. Generalmente, la palma se planta junto a otros cultivos, garantizando así una diversidad que contribuye a la soberanía alimentaria de la comunidad y al cuidado de su entorno. De esta forma, y bajo el control de la comunidad, la palma ha generado múltiples beneficios para el pueblo africano en más de 20 países. Llama la atención que en casi todos esos países son las mujeres las que controlan toda la cadena productiva de la palma, desde el cultivo hasta la venta de diversos productos.

Desde hace unos 10 años, los gobiernos africanos han dado concesiones de tierras, en un total de millones de hectáreas, a grandes empresas e inversionistas en palma de Europa, Estados Unidos y también de Indonesia, India, Singapur y Malasia. Esta acción introdujo en tierras que solían pertenecer a comunidades campesinas otro modelo de producción: el monocultivo en gran escala, bajo el control de corporaciones trasnacionales y con poco o ningún beneficio para las comunidades. Esta acción, enclavada en el proceso llamado land grabbing, agrava el acaparamiento de tierras por parte de inversionistas extranjeros para asegurar producción de alimentos y otros productos de exportación.

En el encuentro en Nigeria, se enfatizaron las similitudes en los diferentes países, empezando por el hecho de que no se hace la consulta a la comunidad para saber si quiere o no una plantación de palma en su territorio- una gran falta de respeto hacia las comunidades que solían controlar y usar esas tierras desde hace muchas generaciones. Los gobiernos prefieren permanecer del lado de las trasnacionales alegando la importancia económica que tendría la “Inversión Extranjera Directa”. Para las comunidades y organizaciones de apoyo, es muy difícil conseguir informaciones sobre los contratos de concesión de tierras a las trasnacionales. El resultado es la destrucción de bosques, poco empleo y empleos mal remunerados, pobreza y hambre, en contraste con una fuerte publicidad positiva, divulgada por las trasnacionales y endosada por los gobiernos y las instituciones financieras internacionales, que alegan que este modelo desencadenaría ‘progreso’ y ‘desarrollo’. Las consecuencias de ese ‘avance’ son países que se transforman en proveedores de materias primas y semielaboradas para abastecer a los mercados de grande consumo, bajo el control de las trasnacionales.

Los participantes del encuentro constataron que deben encarar numerosos desafíos, entre ellos, el hecho de que las comunidades campesinas a las que llegan las plantaciones industriales de palma ya enfrentan muchas dificultades en su día a día- lo que facilita, de cierta forma, la entrada de las empresas. Además, las acciones de las empresas, que buscan convencer a los líderes con diversas promesas suman a la desilusión posterior de la comunidad la pérdida de territorio con todos los problemas que esto provoca y conduce en muchos casos a la división dentro de la comunidad. Las mujeres, que son tan importantes en el cultivo tradicional de la palma, suelen sufrir los impactos aún más. Existe, por lo tanto, un enorme desafío para apoyar a esas comunidades que deben unirse (líderes y comunidad, inclusive las mujeres y los jóvenes) y organizarse para enfrentar, en conjunto, ese proceso de robo de sus tierras que está en curso.

Además, este encuentro en Nigeria destacó la importancia de conocer la experiencia de otros lugares, principalmente de aquellos que enfrentan el problema desde hace más tiempo, como Indonesia. Este boletín surgió también con ese espíritu, esperando ser un instrumento más de información para fortalecer las luchas de las comunidades en los diversos continentes y su articulación para generar un frente más fuerte con el objetivo de frenar la expansión de la palma. Especialmente en este mes de abril, en el que el día 17 se conmemora el Día Internacional de la Lucha Campesina.

Varios participantes advirtieron sobre otra necesidad: si una organización en determinado país enfrenta represión, otras deben dar apoyo. Oímos muchas historias de represión y criminalización, y la solidaridad mutua es fundamental. Además, no alcanza solo con conversar, es necesario actuar y apoyar a las comunidades en sus luchas para defender sus territorios. Que las comunidades controlen sus territorios y sean apoyadas en sus actividades económicas y propuestas de futuro promete ser un camino mucho más seguro para asegurar el futuro de esas comunidades, en vez de un modelo de monocultivo y acaparamiento de tierras en beneficio de trasnacionales.

El encuentro terminó con una declaración en apoyo a las comunidades afectadas por la expansión de la palma en África: la Declaración de Calabar. (2)

(1) Vea en la página de internet del WRM, el informe, en inglés/francés, sobre la expansión de la palma en África y un mapa de los países.
(2) Declaración de Calabar.