La región Sangha está bajo el control absoluto de tres concesiones; la de la empresa palmícola Eco-Oil Energie SA, del Parque Nacional Odzala-Kokoua y de la compañía maderera IFO-Industrie Forestiere d’Ouesso. Con orígenes en la época colonial, las tres hacen uso de guardias armados para impedir que las poblaciones del bosque utilicen sus tierras.
Existe el grave riesgo de que las industrias extractivistas y conservacionistas asuman el control total de los bosques tropicales mediante el establecimiento de las llamadas “soluciones basadas en la naturaleza”. (1) Éstas incluyen los proyectos de compensación a gran escala de carbono y la creación de más áreas protegidas, así como la continuación de la llamada extracción maderera “sostenible” y plantaciones industriales de árboles. Es importante entender las consecuencias que ese control de territorios puede tener en las comunidades que dependen de los bosques.
La densa región boscosa de Sangha, en el norte de la República del Congo, es un ejemplo de cómo los territorios pueden terminar bajo el control absoluto de las industrias extractivas y conservacionistas. Tres concesiones ocupan casi toda la región: una de la compañía de aceite de palma Eco-Oil Energie SA, una del Parque Nacional Odzala-Kokoua y una de la empresa maderera IFO - Industrie Forestiere d'Ouesso (ver mapa).
Si bien el caos climático da cuenta de que las supuestas “soluciones basadas en la naturaleza” son más “fantasías” que cualquier otra cosa, a las tres empresas establecidas en el Congo les preocupan principalmente sus negocios y compiten entre ellas, tanto en términos de la propaganda verde que difunden como en torno a las promesas que les hacen a las comunidades. Sin embargo, lo que se mantiene oculto es el fuerte carácter desigual, racista y patriarcal de tales concesiones, que tienen su origen en la época colonial. Las tres empresas hacen uso de guardias armados y/o policías locales contra los habitantes de estas zonas de bosque, para evitar que utilicen sus tierras.
Este artículo describe algunos aspectos que dejan al descubierto quién está detrás de cada una de estas empresas, así como la percepción que éstas tienen sobre las comunidades de base.
Eco-Oil Energie
La palma aceitera crece de forma natural en los bosques de la región de Sangha. Los sitios arqueológicos revelan que existe una larga tradición de plantación de palma aceitera por parte de las comunidades que dependen de los bosques, y especialmente de las mujeres.
Pero en la época colonial se introdujo un modelo radicalmente diferente de plantaciones industriales de palma aceitera, cuando la Compagnie Française du Haut et du Bas Congo (CFHBC) obtuvo una concesión en la zona de 7,5 millones de hectáreas –el tamaño de Bélgica y Holanda juntas– para comenzar a producir aceite de palma a escala industrial. Después de la independencia, en 1983, la empresa pasó a llamarse Sangha Palm, una empresa estatal que en ese momento tenía un área de plantación de 33.000 hectáreas. En 1990, debido a la crisis financiera del momento, la fábrica de aceite de palma Sangha cerró y la empresa abandonó las plantaciones. (2)
Después de que Sangha Palm se fue, los campesinos, en particular las mujeres para quienes la palma de aceite constituye una parte esencial de su cultura, continuaron cosechando frutos de palma aceitera de la plantación de Sangha Palm. También produjeron aceite de palma a través de métodos artesanales y vendieron el aceite en el mercado local, lo que les brindó una importante fuente de ingresos. Una campesina decía en ese momento: “(...) siempre extrajimos aceite de palma. Con el dinero que ganamos por la venta de nuestro aceite, compramos medicinas y ropa para nuestros hijos”. (3)
Pero todo esto llegó a su fin en 2013, cuando se formó Eco-Oil Energie, después de que inversores malasios llegaron a un acuerdo con el gobierno congoleño para hacerse cargo del control de las plantaciones de palma aceitera de Sangha Palm. También se apoderaron de miles de hectáreas de plantaciones en la región de Cuvette, que pertenecían a otra empresa estatal de palma aceitera: Régie Nationale des Palmeraies du Congo (RNPC).
Eco-Oil Energie SA Malasia recibió una concesión por 25 años sobre 50.000 hectáreas y anunció que recuperaría lo que calificó de plantaciones “abandonadas”, ignorando la importancia de este territorio para el sustento de los lugareños. Para 2015, los inversores malasios habían invertido alrededor de 89 millones de dólares en el proyecto. El Banco BGFI, con sede en Gabón, y el Ecobank, con sede en Togo, también pusieron dinero. El proyecto de la empresa incluía invertir en las plantaciones así como en la producción de aceite de palma, margarina y biodiesel. En ese momento se anunció que el biodiesel era para abastecer el mercado interno y para exportación. La compañía también anunció la meta de aumentar en el futuro su área de plantación a 300.000 hectáreas. (4)
Las plantaciones de palma aceitera son una de las principales causas de deforestación en todo el mundo. En 2015, el director de Eco-Oil Energie afirmó que la empresa solo replanta en las denominadas plantaciones “abandonadas”, y que conserva el bosque restante (5). Sin embargo, un informe de consultores que en 2016 visitaron una zona de concesión de Eco-Oil, dio cuenta, entre otras cosas, de la deforestación, las prácticas ilegales y los conflictos con comunidades ocurridos en la región de Cuvette. (6)
Además de los inversores malasios, el presidente y director ejecutivo de Eco-Oil Energie, Claude Wilfred Etoka, se ha beneficiado enormemente de las actividades de la empresa. Uno de los propietarios de Eco-Oil Energie es una empresa registrada en Suiza llamada Eco Oil Energie Sarl, que a su vez es propiedad de una empresa registrada en Chipre llamada WEC Group. (7) Etoka es el único accionista de Eco Oil Energie Sarl.
Etoka es una figura controvertida, por decir lo menos, ya que su nombre ha estado relacionado con prácticas ilegales. La coalición “Opening Central Africa” (Abriendo África Central) ha denunciado que Etoka es el “hombre con billetes” en los planes de lavado de dinero del presidente Sassou (8). Según una investigación de Global Witness y Mediapart, Etoka actuó como intermediario de inversores internacionales en la privatización de las dos antiguas empresas estatales de palma aceitera, Sangha Palm y RNPC, para crear Eco-Oil Energie. Pero ésa no fue su única movida; hizo lo mismo con otras 45 empresas estatales, construyendo así un enorme imperio empresarial en la República del Congo que cubre los sectores de extracción de petróleo, agroindustria y manufactura. (9)
Algunos acuerdos de inversión firmados en los últimos años por Etoka, en nombre de Eco-Oil Energie, revelan que la empresa se dispone a expandir sus actividades y área de producción más allá del negocio del aceite de palma. Por ejemplo, en 2018, Eco-Oil firmó un acuerdo con una empresa israelí para invertir en el cultivo de mango y naranja para la producción de jugo (10), y en 2019 firmó otro acuerdo con Camaco, un inversor chino, para invertir en la fabricación de equipos agrícolas (11).
IFO- Industrière d'Ouesso
La empresa Industrie Forestière d´Ouesso (IFO) tiene una concesión para la extracción maderera de 1,16 millones de hectáreas en el norte de la República del Congo. IFO es propiedad de la empresa suiza Interholco, que en 1999 adquirió la concesión para trabajar una empresa estatal llamada SCBO. SCBO fue fundada en 1985. Interholco es subsidiaria de la empresa Danzer, una empresa maderera con sede en Austria.
La empresa Danzer fue fundada en 1932 por el alemán Karl Danzer y se benefició de la importación y el comercio de maderas tropicales. En 1962 se fundó Interholco en Suiza, que se hizo cargo de la comercialización de madera africana principalmente para mercados europeos. En 2015, la oficina de Danzer se trasladó de Suiza a Austria, entre otras razones, por motivos fiscales. (12)
Las actividades madereras de IFO están certificadas por el FSC y la empresa afirma tener “la mayor superficie de bosque continuo certificada de las regiones tropicales”. (13) El sistema de certificación del FSC ha demostrado que no garantiza a los consumidores de productos de madera tropical la conservación del área certificada ni el bienestar social de las comunidades dentro de la zona de la concesión (14). Aun así, en 2011, el grupo Danzer perdió su Certificado FSC. Esto se debió a la decisión del FSC de desvincularse de la empresa luego de que Greenpeace denunciara las actividades de SIFORCO, la subsidiaria de Danzer en la República Democrática del Congo, entre las que figuraban la tala ilegal sistemática y la participación en violaciones de los derechos humanos. (15)
Esta decisión también involucró a la WWF, ya que Danzer era un socio importante en la iniciativa de WWF llamada “Red Mundial de Bosques y Comercio Forestal”. (16) En 2014, sin embargo, en un comunicado de prensa, WWF celebró que IFO hubiera recuperado su certificado FSC, y solo le exigió a la empresa que “aplicara reglas estrictas contra la caza furtiva” (17).
Probablemente estas reglas se relacionen con el hecho de que la empresa informa que hay alrededor de 16.000 personas que viven dentro de la zona de concesión, entre ellas comunidades indígenas. La empresa afirma que cuenta con aproximadamente 40 de los llamados eco-guardias para patrullar constantemente su concesión contra “la recolección ilegal, la caza furtiva, el comercio de carne de animales silvestres y el cambio irreversible” (18).
En 2015, IFO, Eco-Oil Energie, WWF y otros socios participaron en un proyecto de más de 3 millones de dólares aprobado por el Fondo Mundial para el Medio Ambiente (FMAM, y en inglés Global Environment Facility), con el objetivo de reforzar las áreas protegidas de la República del Congo. En 2018, la ONG Survival International, en nombre del pueblo indígena Baka, presentó una reclamación contra el FMAM y los proponentes involucrados en el proyecto. El pueblo Baka afirmó que fue desalojado de sus tierras por la fuerza. (19) Un equipo de investigadores del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) reunió pruebas de que el pueblo Baka había sido objeto de violencia y abuso físico por parte de los guardias durante años, lo que incluía golpes, criminalización y encarcelamiento ilegal, quema y destrucción de la propiedad, violación, humillación al obligar a las mujeres a quitarse la ropa, entre otras atrocidades. (20) El PNUD finalmente suspendió el proyecto. Esto revela lo que ese patrullaje puede significar para los habitantes de las zonas de bosque que empresas como IFO afirman proteger.
El Parque Nacional Odzala-Kokoua
La creación del Parque en 1935 supuso la apropiación de la mayor superficie de bosque en una misma región, con 1,35 millones de hectáreas. Desde 2010, el control del Parque está totalmente en manos de la Red de Parques Africanos (en inglés African Parks Network), a través de una asociación público-privada con el gobierno congoleño por un período de 25 años. (21)
La Red de Parques Africanos fue fundada en 2000 y se presenta en su sitio web como una organización sin fines de lucro que administra 19 parques nacionales y áreas protegidas en 11 países de África. No obstante, está registrada como una empresa en Sudáfrica. El presidente de la empresa es Su Alteza Real el Príncipe Enrique de Gales, del Reino Unido.
La compañía controla en África un área total de 14,7 millones de hectáreas, aproximadamente la mitad del tamaño de Italia, y la compañía tiene la intención de crecer aún más para administrar 30 parques para 2030. La empresa señala que la captura de carbono es uno de los potenciales beneficios de sus parques, lo que indica el interés de la Red en vender créditos de carbono como fuente adicional de ingresos. A pesar de su carácter supuestamente sin fines de lucro, la empresa realiza actividades comerciales en el Parque Nacional Odzala-Kokoua, que incluyen los llamados Discovery Camps, donde los turistas pueden llegar en vuelos chárter desde la capital congoleña Brazzaville. Sin embargo, muy pocos habitantes de Brazzaville tendrán la posibilidad de disfrutar de ese turismo de lujo. Una visita de 4 días al Odzala Discovery Camp, por ejemplo, cuesta 9,960 dólares por persona. (22)
Detrás de la Red de Parques Africanos hay también un gran grupo de gobiernos, instituciones multilaterales, organizaciones conservacionistas, fundaciones familiares y particulares que financian su negocio de conservación. Entre los socios del Parque Nacional Odzala-Kokoua de la República del Congo figuran grupos conservacionistas como WWF, el gobierno congoleño y la Unión Europea.
Si bien el parque fue fundado en 1934, la propia Red de Parques Africanos afirma que “los humanos han ocupado el área durante 50.000 años”. También dice que todavía viven 12.000 personas alrededor del Parque y, “aun así, sigue siendo una de las zonas con mayor diversidad biológica y riqueza de especies del planeta” (énfasis agregado). Con esta afirmación, más que reconocer la contribución de los habitantes a que el bosque se mantenga en pie después de todos estos miles de años, la empresa deja claro que en su opinión la presencia de personas no es compatible con el objetivo de conservación del bosque. Para ellos, es a pesar de la presencia de las comunidades que aún queda biodiversidad.
La Red de Parques Africanos afirma proteger el Parque “con un equipo mejorado de eco-guardias y otras técnicas de seguridad policial”, además de invertir en “cambiar el comportamiento humano”. Para lograr este objetivo, la Red recibe el apoyo del Departamento de Estado de Estados Unidos, que “comenzó a brindar apoyo en 2018 y ha aportado más de 3 millones de dólares para uniformes, equipos y capacitación de guardaparques”, así como para el “desarrollo de liderazgo” con miras a ayudar a lograr “mayor capacidad para frenar el comercio ilegal de vida silvestre y promover la estabilidad regional”. Estas afirmaciones y opiniones sobre la conservación dejan en claro que esta Red y sus patrocinadores y aliados consideran que las personas que viven en los bosques y sus alrededores son una amenaza y que su negocio de conservación puede funcionar mejor sin ellas.
En la actualidad se están otorgando más concesiones a gran escala en la República del Congo, en el marco de las agendas de las industrias extractivas y de conservación. El interés de los países y empresas del Norte en seguir extrayendo minerales, madera, aceite de palma y otros productos, así como en hacer negocios con la conservación es una característica común y persistente de todos estos extensos proyectos. Para las comunidades, lo que les queda desde la época de la colonización son tierras y zonas de bosque a las que ya no tienen acceso; cada vez que intentan ingresar se enfrentan a una violenta opresión racista y patriarcal, ahora también de parte de los llamados “eco”-guardias.
Secretariado del WRM
(1) Boletín 255 del WRM, “Soluciones basadas en la naturaleza”: ocultando un enorme robo de tierras, abril de 2021
(2) WRM, Oil Palm in Africa. Past, present and future scenarios. 2013
(3) Idem
(4) Farmlandgrab, Eco-Oil Energie investira 350 milliards dans un projet agroalimentaire au Congo, 2015
(5) Eco-Oil Energie SA, 2015
(6) Rapport de Mission Pilote REDD+. Sur la thématique « autorisation de déboisement » pour la consolidation d ́une approche d’observation indépendante des exigences du processus REDD+ en République du Congo, 2016
(7) Wikipedia, Claude Wilfrid Etoka
(8) El Palacio de Christel: Alta traición en el trópico, Opening Central Africa
(9) Global Witness, What lies beneath, 2020
(10) Israel Science Info, Goutte-à-goutte : une fruiterie de 700 Ha au Congo-B irriguée grâce à Rivulis (Israël), 2018
(11) Panapress, Accord de partenariat entre la société congolaise Eco-Oil énergie et la chinoise Camaco, 2019
(12) Danzer Group
(13) Lesprom, Danzer subsidiary IFO renews its FSC certificates for the Republic of the Congo, 2014
(14) Ver información sobre el FSC en la página Web del WRM, y en FSC-Watch
(15) Greenpeace, Danzer feels the bite as the FSC show its teeth, 2013
(16) FSC-Wacth, Another FSC and WWF flagship company in Africa bites the dust as Danzer sells SIFORCO
(17) WWF, Largest forest concession in the Congo Basin receives FSC certification, 2015
(18) Global Compact Network, Sustainable Hardwood – Made in Africa, good for forest, people and planet
(19) UNDP, Social and Environmental Compliance Unit SECU, Integrated and Transboundary Conservation of Biodiversity in the Basins of the Republic of Congo, 2018
(20) The Guardian, Armed ecoguards funded by WWF 'beat up Congo tribespeople', 2020
(21) African Parks
(22) Congo Conservation Company, 2021 rates