Las comunidades se levantan contra el acaparamiento de tierras y la violencia del Estado

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Camerún. Foto: Afrise

Esta editorial trata sobre la valentía y determinación de las comunidades que se movilizan para denunciar y oponer resistencia al control corporativo sobre las tierras comunitarias. A menudo, las comunidades no sólo enfrentan la violencia y control que ejercen las grandes empresas sobre sus tierras, sino también los gases lacrimógenos, golpes y la represión estatal. Esto se desencadena por gobiernos que recurren a una “interpretación errónea y codiciosa” de la constitución de la mayoría de los países africanos de que “toda la tierra le pertenece al Estado” para proteger así los intereses empresariales. (1)  

Eso es lo que ha estado sucediendo en la Región del Litoral de Camerún, donde la comunidad de Apouh à Ngog se opone a que Socapalm, subsidiaria camerunesa de la tristemente célebre multinacional Socfin, vuelva a instalar plantaciones industriales de palma aceitera en sus tierras ancestrales. Durante casi 50 años, las actividades de la empresa le han hecho la vida miserable a la comunidad de Apouh à Ngog, cuya aldea fue erradicada de su ubicación original hace décadas por las plantaciones industriales de palma aceitera. 

Al sustituir secciones de las antiguas plantaciones de palma aceitera, Socapalm no solamente hace caso omiso a los pedidos de la comunidad para que retrocedan de los espacios vitales inmediatamente contiguos a la aldea –las nuevas plantaciones de la empresa se están adentrando aun cada vez más al perímetro de la aldea. “Si no frenan estas acciones, las mujeres que vivimos cerca de Socapalm en Edéa tendremos que padecer otros 50 años de sufrimiento, abusos, violaciones, robos, hambre, frustración y violación de nuestros derechos, privacidad y dignidad”. Así lo explica la Asociación de Mujeres Vecinas de SOCAPALM Edéa (AFRISE) en una petición que reclama que se ponga fin a esta ocupación de los espacios vitales de la aldea por la empresa Socapalm, certificada por la RSPO. (2) 

En enero de 2025, las mujeres de AFRISE sembraron plantas de banano en 35 hectáreas de tierras en disputa que Socapalm estaba preparando para replantar con palma aceitera. La empresa fumigó las plantas de banano con sustancias químicas poco tiempo después y el 24 de marzo regresó escoltada por decenas de militares armados para continuar replantando. A pesar del miedo y los gases lacrimógenos y golpes, la comunidad obstaculizó el paso de las excavadoras de la empresa e impidió durante varios días que se siguiera adelante con la replantación por parte de la empresa. Como la empresa siguió adelante con sus plantaciones, más de 60 organizaciones exigieron el cese inmediato de la invasión por parte de la empresa de las tierras ancestrales de la comunidad. También instaron al gobierno de Camerún a garantizar el espacio vital de la comunidad de Apouh à Ngog, en lugar de enviar fuerzas militares armadas para proteger los intereses de Socfin, una empresa que es un claro ejemplo del patrón colonial de explotación de la región. 

Es también  lo que ha estado sucediendo en la municipalidad de Aracruz, en el estado brasileño de Espíritu Santo, donde cerca de 1000 mujeres del Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) se movilizaron para exigir una reforma agraria y contra las múltiples formas de violencia ejercidas contra las mujeres. (3) Bajo la consigna “El agronegocio es violencia y crimen ambiental. La lucha de las mujeres es contra el capital”, ocuparon tierras controladas por la empresa Suzano, la mayor exportadora de pulpa de celulosa del mundo. Durante años, la empresa ha llevado adelante sus negocios con total impunidad, acumulando vastas extensiones de tierra fértil y perpetrando violaciones contra Pueblos Indígenas y comunidades quilombolas y de campesinas/os sin tierra. En un comunicado de prensa, el MST denuncia que “las multinacionales no se preocupan por obtener tierras para resolver el problema del hambre en el país”, y que sería posible asentar a más de 100.000 familias en las 2,7 millones de hectáreas de tierras fértiles de Brasil que se encuentran en manos de Suzano. En 2011, Suzano se comprometió a ceder 22 zonas ocupadas por la empresa a asentamientos de campesinas/os sin tierra, pero la empresa no ha cumplido con sus compromisos.  

Al igual que AFRISE en Apouh à Ngog, las mujeres que ocupan la tierra en Aracruz asumen el compromiso de seguir luchando por la tierra para cultivar alimentos, ya que, como aquellas, ellas también se enfrentan a un Estado que se coloca del lado de la empresa, no del campesinado. (4)

Es también lo que ha estado sucediendo en Costa de Marfil, donde 20 integrantes de la comunidad indígena Winnin fueron arrestados en diciembre de 2024. La comunidad indígena Winnin han hecho público su rechazo a la privatización de sus tierras ancestrales en el bosque de Monogaga. (5) Los Winnin viven y dependen de estos bosques desde hace más de seis siglos. Sin embargo, el Ministerio de Agua y Bosques de Costa de Marfil otorgó una concesión a la Roots Wild Foundation, cuyas actividades ya han generado conflictos con las comunidades. Los arrestos y amenazas contra personas Winnin antes de su detención suscitan serias inquietudes acerca de la criminalización de las/os defensoras/es de la tierra en la región.

Es también lo que está ocurriendo en Indonesia, en Papúa y en toda la región del Mekong, como se puede leer en dos declaraciones que compartimos en esta edición del boletín. En Papúa, el Movimiento Solidaritas Merauke se organizó para compartir historias del sufrimiento colectivo y el trauma provocado por los crímenes estatales-empresariales, en especial los cometidos en nombre de lo que el gobierno de Indonesia denomina Proyectos Estratégicos Nacionales (PSN). La declaración, elaborada conjuntamente por el Movimiento Solidaritas Merauke, destaca las luchas de la comunidad en contra del despojo de sus espacios de vida por estos megaproyectos estatales-empresariales que profanan lo que las comunidades consideran sagrado. En Tailandia, comunidades de la región del Mekong y comunidades Punan de Kalimantan del Norte en Indonesia se reunieron para intercambiar y aprender sobre las luchas de las comunidades en contra de megaproyectos de represas hidroeléctricas.  En una declaración con motivo del Día Internacional de Acción contra las Represas el 14 de marzo, reafirmaron la importancia de permanecer juntas para demostrar que “estamos unidas y firmes en la lucha colectiva para defender a nuestros ríos, bosques y futuros de falsas soluciones “verdes” y la codicia empresarial”.

En una entrevista con WRM en 2018, un líder del Pueblo Akroá-Gamela de Brasil explica por qué a pesar del temor a la represión estatal y la violencia de grandes empresas codiciosas, las comunidades se mantienen firmes en la lucha para recuperar sus tierras ancestrales: “porque es un lugar sagrado, es un lugar que le da sentido a nuestra existencia”. (6) 

Porque la tierra le da sentido a su existencia, las comunidades se alzan contra la violencia empresarial y la interpretación gubernamental errónea y codiciosa de que “toda la tierra le pertenece al Estado”. En Apouh à Ngog, Aracruz y tantos otros lugares, las comunidades se están organizando para proteger y recuperar las tierras de sus ancestras/os - ¡La lucha continúa!

Secretariado del WRM

(1) Boletín 241 del WRM. 2018. Una reflexión desde África: hay que vencer el miedo para construir movimientos más fuertes.
(2) Petición. Camerún: Testimonios de mujeres que reclaman su tierra.
(3) Contra el capital y el patriarcado, las mujeres del MST realizan una jornada de lucha y ocupan las plantaciones de eucalipto de Suzano en Brasil.
(4) Brasil de Fato. 2025. Justiça determina despejo de ocupação de mulheres do MST em área da Suzano no ES.
(5) Mongabay. 2025. Des leaders communautaires emprisonnés après s’être opposés à la privatisation controversée d’une forêt classée en Côte d’Ivoire.
(6) Boletín 241 del WRM. 2018. Brasil: Yo soy Kum’tum, soy del pueblo Akroá-Gamela.