Al hablar de ‘bosques tropicales’, la mayoría de estudios, campañas y políticas se enfocan en aquellos ubicados a lo largo de la línea ecuatorial: la selva amazónica, la cuenca del Congo o los bosques del sur y sureste asiático. No es para menos. Los bosques tropicales húmedos están siendo cada vez más fragmentados, saqueados y destruidos por el mantra del llamado ‘crecimiento económico’ (ver Boletín 188 del WRM). Esto ha conllevado devastadoras consecuencias de importancia mundial ya que estos bosques concentran gran parte de la diversidad biológica global, albergan ciclos vitales – como los del agua y aire - y coexisten con una inmensa pluralidad de pueblos y culturas.
No obstante, existe una abundante variedad de bosques, muchas veces menospreciada, por donde el saqueo y la deforestación también vienen dejando huellas profundas. El clima, el suelo, la elevación, los niveles de humedad, entre muchas otras variables, determinan diferentes biodiversidades y bosques, que a su vez, juegan un papel fundamental para con las poblaciones que dependen de ellos. Así por ejemplo, se encuentran bosques con árboles de hojas como agujas; con vegetación abierta de regiones áridas; con matorrales leñosos; con nubes al nivel de la vegetación; con terrenos pantanosos, etc. Muchos de estos ‘otros’ bosques no son los primeros en salir en las postales. Sin embargo, además de tener importancia vital para la biodiversidad y las economías locales, en numerosas ocasiones, están aun más amenazados y con tazas de deforestación más elevadas que los bosques tropicales húmedos.
Los bosques más amenazados de Brasil
Los bosques de la Amazonia brasileña definitivamente acaparan los titulares de prensa a nivel mundial. Pero en realidad, el cerrado o sabana brasileña y la caatinga (región de chaparral semiárida),están entre las áreas más amenazadas de ese país. En el caso del cerrado, la creciente expansión del agronegocio, con monocultivos como la soja, la caña de azúcar y el eucalipto, y de la actividad pecuaria, con sus extensos pastizales, le han puesto los niveles de deforestación por encima de los de la Amazonia. Esto conlleva un uso intensivo de agrotóxicos y maquinaria pesada. La industria agropecuaria es la causa directa de la destrucción de más del 50% del área de cerrado en los últimos 35 años, provocando además la fragmentación de hábitats, invasión de especies exóticas, extinción de biodiversidad, erosión de suelos, contaminación de fuentes de agua y la alteración en los regímenes de quema (1). Asimismo, la extracción minera, cada vez más predominante en la región, está acelerando su desaparición (2). Pero sobre todo, estas industrias han provocado la expulsión de innumerables comunidades tradicionales, incluyendo indígenas y campesinas, así como la contaminación de sus territorios.
Las poblaciones locales que vienen resistiendo el avance del negocio agropecuario, juegan un papel extremadamente relevante en la defensa de los bosques remanentes de cerrado (ver artículo del Boletín 195 del WRM y la Red Cerrado). Pero el acaparamiento de tierras es acelerado. Como Sergio Schlesinger, del Fórum Brasileño de Organizaciones No Gubernamentales, denunció “Las familias que viven de la agricultura familiar y del manejo de bosques, están siendo expulsadas. La contaminación del suelo y de las aguas obliga a las personas que viven cerca de las grandes plantaciones a que tengan que mudarse.” (3)
Con el foco puesto en la Amazonia, las políticas gubernamentales han ignorado la necesidad de frenar al agronegocio en las áreas de cerrado como medida imperativa para detener su destrucción. Al contrario, el Código Forestal brasileño por ejemplo, exige que las áreas agrícolas preserven sólo el 35% como reserva legal en el cerrado, mientras que ese porcentaje sube a un también insuficiente 80% en los bosques tropicales húmedos de la Amazonia. Peor aún, las políticas tienden a recompensar a las empresas que incorporan discursos de ‘sostenibilidad’ mientras que se le acusa al pequeño agricultor de ser el causante central de la deforestación. “Mientras que los grandes productores deforestan enormemente sin ser incomodados, a los pequeños se les cobra por cualquier cambio mínimo en el ambiente. La ley hoy en día es muy fuerte para el pequeño, quien no puede ni derrumbar un árbol”, afirma Rosane Bastos, de la Red Cerrado (4). Asimismo, la aprobación de cultivos genéticamente modificados de la soja o el algodón, al reducir los costos de producción, actúa como incentivo para expandir el agronegocio en las áreas de cerrado.
¿Un desierto con bosques? Los bosques secos de Namibia
Cuando uno piensa en el desierto de Namibia, uno de los desiertos existentes más antiguos del planeta, uno no piensa en bosques. Pero, además de las amplias planicies de grava y dunas que se extienden a lo largo de la costa namibiana, el desierto cuenta con bosques llamados ‘secos’ o sabanas de vegetación abierta (5). Estos bosques acogen una singular flora y fauna y son una importante fuente de sustento para las poblaciones locales. La planta de !Nara por ejemplo, no solo provee de nutritivas frutas y semillas para pueblos indígenas como los Topnaars, sino que además, sus raíces y tallos estabilizan las arenas movedizas de las dunas.
Desafortunadamente, a lo largo de la costa desértica también se encuentran extensos depósitos de uranio, los cuales colocaron a Namibia como el quinto exportador más grande de uranio en el mundo en 2012. Actualmente existen dos minas operando en el país: Rössing Uranium de la gigante Río Tinto, que es la tercera mina más grande a cielo abierto en el mundo, y Langer Heinrich de la empresa australiana Paladin Energy. La minería pone en alto riesgo la biodiversidad única de los bosques secos del desierto. Asimismo, afecta gravemente la salud de los trabajadores de las minas (6), y de las comunidades locales e indígenas, debido a la severa contaminación de las fuentes de agua y suelos, así como el polvo y los químicos radioactivos liberados al aire durante la extracción y procesamiento del mineral (7).
El uranio de Namibia es extraído, molido, transportado y exportado como óxido de uranio concentrado hacia las centrales nucleares de Francia, Inglaterra, Estados Unidos y Japón. Irónicamente, allá, en esos países, la energía nuclear que producen sus centrales es catalogada como una energía ‘verde’ y ‘sin emisiones de carbono’.
En dirección al polo norte: los bosques boreales de Canadá
La gigantesca infraestructura necesaria para la extracción de arenas bituminosas –depósitos de petróleo, arena y arcilla que forman una substancia parecida al asfalto llamada bitumen- en Alberta, Canadá, ha deforestado y contaminado miles de hectáreas de bosques boreales. Los bosques boreales son increíblemente diversos, abarcando cadenas montañosas, llanuras boscosas, turberas y pantanos, bosques coníferos (árboles con hojas en forma de aguja) y mixtos, y millones de vías fluviales. Asimismo, albergan a diversos pueblos indígenas o ‘Primeras Naciones’ (8), incluyendo a las de Mikisew Cree, Athabasca Chipewyan, Fort McMurray, Fort McKay Cree, Beaver Lake Cree, Chipewyan Prairie y las comunidades de Metis, cuyos medios de vida y sustento están siendo amenazados por la extracción de arenas bituminosas. Las operaciones de extracción y transporte han provocado que las tazas de deforestación en esta área sean las segundas más elevadas a nivel mundial (9). También se ha reportado que más de cinco millones de galones de aguas residuales se fugan anualmente a las lagunas, ríos y aguas subterráneas, afectando seriamente la salud de las comunidades aledañas y aquellas que dependen de las aguas río abajo, así como de la flora y fauna.
Además de los impactos en las áreas de extracción, la devastación se incrementa exponencialmente con la infraestructura que está siendo construida a lo largo y ancho de la región norteamericana, para abastecer el gigantesco tráfico de exportación y consumo petrolero. Sin embargo, la planificación de algunos oleoductos y gasoductos ha venido confrontando fuertes resistencias y críticas de las poblaciones locales y campañas a nivel internacional. El Energy East, el oleoducto propuesto más grande para transportar las arenas bituminosas, pasaría a través o cerca de los territorios de 155 comunidades indígenas o ‘Primeras Naciones’, y afectaría el sustento de cientos de pescadores de las costas atlánticas (10). Su construcción sigue siendo un tema de debate.
La extracción en Alberta está además violando el Tratado 8, que fue firmado en 1899 entre las ‘Primeras Naciones’ y la reina Isabel de Inglaterra. El Tratado garantiza los derechos básicos tales como salud y educación, así como el derecho a mantener sus formas de vida tradicionales, incluyendo las actividades de caza y cosecha. Si el gobierno decidiese reducir el tamaño de estos territorios, tendría el deber de consultarle a las ‘Primeras Naciones’ afectadas. De acuerdo al Tratado, el acuerdo se mantiene válido “siempre y cuando el sol brille, el pasto crezca, y los ríos sigan su curso” (11). La infraestructura para transportar del combustible afectarán también otros territorios fuera de dicho Tratado.
Este artículo ha buscado, a partir de los ejemplos de tres continentes diferentes, recordar la importante diversidad existente de bosques y la importancia de cadauno de ellos. Una diversidad tan amplia que sería imposible cubrir a través de este boletín. Los bosques y las poblaciones que conviven con ellos guardan enormes enseñanzas que les han hecho posible el mantenerse, resguardarse, aprovecharse y valorarse mutuamente. La creciente intervención de industrias como el agronegocio, la minería o los combustibles fósiles, guiada por el modelo económico dominante, genera una situación alarmante para los bosques. El cambio de este modelodominante que amenaza la vida en el planeta es imperativo. No olvidemos que los bosques, con toda su diversidad, juegan un papel fundamental en el balance de la vida, y que al escuchar, respetar y aprender de las miles de comunidades que mantienen una armoniosa convivencia con ellos, vamos a poder encaminar la tan necesaria transformación.
(1) A Conservação do Cerrado brasileiro, Carlos Klink y Ricardo Machado, www.equalisambiental.com.br/wp-content/uploads/2013/02/Cerrado_conservacao.pdf
(2) O Cerrado e suas atividades impactantes: Uma leitura sobre o garimpo, mineração e a agricultura mecanizada, Paula Arruda y Lucía Vera, http://www.observatorium.ig.ufu.br/pdfs/3edicao/n7/2.pdf
(3) Repórter Brasil, Ser “celeiro do Brasil” devasta o Cerrado, Iberê Thenório, http://reporterbrasil.org.br/2006/08/ser-celeiro-do-brasil-devasta-o-cerrado/
(4) Ídem.
(5) A Forest Research Strategy for Namibia (2011 – 2015), Minister of Agriculture, water and forestry, www.mawf.gov.na/Documents/Forest%20Research%20Strategy.pdf
(6) Study on low level radiation of Rio Tinto’s Rossing Uranium mine workers, 2014,EJOLT y Earthlife Namibia, http://www.criirad.org/mines-uranium/namibie/riotinto-rossing-workers-EARTHLIFE-LARRI-EJOLT.pdf
(7) Namibia’s Rossing – Rio Tinto mine causes environmental and health problems, 2014, EJOLT y Earthlife Namibia, http://www.ejolt.org/2014/05/namibias-rossing-rio-tinto-mine-causes-environmental-and-health-problems/
(8) Las Primeras Naciones en Canadá son los pueblos indígenas que no incluyen a los Inuit o Métis.
(9) Northern Rockies Rising Tide, http://northernrockiesrisingtide.wordpress.com/tar-sandkearl-module-faq/
(10) Oil Sands Truth, http://oilsandstruth.org/opposition-mounting-energy-east-export-pipeline-even-transcanada-files-official-application ; Campaña contra las arenas bituminosas del Indigenous Environmental Network: www.ienearth.org/tarsands.html
(11) Treaty 8, http://www.treaty8.ca/documents/Treaty8_1899.pdf