Para el común de la gente, el tema del cambio climático parece ser una cuestión demasiado complicada, cuya solución está exclusivamente en manos de técnicos y gobiernos. Sin embargo, hay muchos sectores de la sociedad civil organizada que están haciendo contribuciones positivas para abordar el problema, a menudo enfrentados a los mismos gobiernos que se han comprometido a resolver el problema.
Los pobladores del bosque
Numerosos pueblos indígenas y comunidades tradicionales del bosque llevan a cabo luchas de resistencia contra actividades que no sólo impactan sobre sus condiciones de vida sino que además agravan el problema del cambio climático.
Como se señala más arriba, la principal causa del cambio climático radica en la extracción y combustión de combustibles fósiles, en particular petróleo. Por lo tanto, las luchas locales contra la explotación petrolera contribuyen a evitar que el carbono almacenado en los hidrocarburos sea liberado y se sume a la capa de gases que agravan el efecto invernadero.
En ese sentido, son muchas las luchas que actualmente llevan a cabo comunidades del bosque, entre las que se destacan las de los Ogoni en Nigeria, los U'wa en Colombia, los Cofanes en Ecuador, que han logrado evitar o detener la extracción de petróleo en sus territorios.
La deforestación es también una causa importante del cambio climático, ya que implica la liberación del carbono almacenado en la biomasa del bosque, que también pasa a engrosar la capa de gases que hacen elevar la temperatura en la tierra. Por lo tanto, todas las luchas de defensa de los bosques constituyen también un aporte importante para evitar el agravamiento del cambio climático.
Son muchos los pueblos y comunidades locales que están resistiendo la corta de sus bosques por parte de actores externos (empresas madereras, mineras, petroleras, camaroneras, agrícolas, ganaderas, etc.). Las luchas se extienden por todos los continentes, donde las poblaciones locales se enfrentan a un tipo de "desarrollo" impulsado por los gobiernos que resulta en la destrucción de los bosques para beneficio casi exclusivo de grandes empresas.
Las comunidades locales urbanas
Gran parte de la liberación de gases de efecto invernadero se produce en los propios centros urbanos y en los parques industriales cercanos a los mismos. Tanto la industria como el transporte son grandes emisores de dichos gases, que no sólo impactan sobre el clima, sino también sobre la salud de la gente.
En respuesta, numerosas comunidades urbanas –del Sur y del Norte- se han organizado para enfrentar el problema, obligando con su lucha a los gobiernos a imponer medidas de control en materia de emisiones. Es así que en muchos sitios se ha logrado forzar a la industria y al transporte a reducir sustancialmente sus emisiones. Medidas sencillas, como la generación de condiciones para posibilitar el uso de la bicicleta como medio de transporte, también han sido adoptadas en algunas ciudades. Todas estas luchas contribuyen sustancialmente a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y por ende son un aporte muy importante para la solución del problema del cambio climático.
Las organizaciones no gubernamentales
Como en tantos otros temas, las organizaciones no gubernamentales están jugando un papel fundamental, tanto en la concientización de la población en general, como en la promoción de soluciones al problema. También son muchas las que participan en los procesos oficiales, intentando lograr que los gobiernos se comprometan a adoptar e implementar las medidas necesarias para evitar el cambio climático global.
Dicho lo anterior, es también necesario destacar que en la actualidad existen profundas divisiones en el movimiento ambientalista y que un grupo de organizaciones está de hecho apoyando las falsas soluciones acordadas en el Protocolo de Kioto (ver artículo anterior).
Dicha situación ha determinado la necesidad de hacer un seguimiento a los proyectos y procesos que comienzan a instrumentarse en torno al Mecanismo de Desarrollo Limpio y al comercio de emisiones de carbono, con el objetivo de informar al público acerca de los problemas que implica y apoyar a las comunidades locales que serán afectadas por los mismos. Dentro de las organizaciones enfocadas en esa temática, queremos hacer una breve reseña de tres de ellas.
Una de esas organizaciones se llama SinksWatch (que se podría traducir como vigilancia de sumideros de carbono). SinksWatch es una iniciativa del Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, radicada en la Oficina de Apoyo en el Norte e implementada por FERN. El objetivo de SinksWatch es identificar y hacer un seguimiento a proyectos de secuestro de carbono vinculados al Protocolo de Kioto y a señalar la amenaza que significan para los bosques y otros ecosistemas, para los pueblos de los bosques y también con respecto al cambio climático. SinksWatch se enfoca sobre los proyectos de plantaciones de árboles como sumideros de carbono, en especial en áreas donde existen conflictos sobre tenencia o derechos de uso de tierras
SinksWatch reconoce que existen vínculos importantes entre bosques y cambio climático y apoya el abordaje de esos vínculos de manera tal que se reconozca el importante papel que los bosques juegan en la adaptación al cambio climático y en salvaguardar contra los impactos de accidentes climáticos extremos, sin justificar la emisión continuada, adicional y permanente de carbono resultante de la quema de combustibles fósiles (correo electrónico: jutta@fern.org ; página web: http://www.sinkswatch.org ).
Una segunda organización se denomina CDM Watch (vigilancia del Mecanismo de Desarrollo Limpio-Clean Development Mechanism-CDM). CDM Watch es una pequeña ONG con sede en Indonesia, que brinda asistencia en mejorar la capacidad de la sociedad civil para comprender y responder al MDL y a proyectos vinculados al MDL. Aporta análisis sobre las reglas emergentes del MDL y sobre temas vinculados a ese mecanismo, así como materiales para ser utilizados por ONGs de países del Sur en su trabajo sobre el MDL. CDM Watch también ha estado involucrada en el desarrollo de redes y campañas Norte-Sur sobre el MDL, con un énfasis especial en evitar que se convierta en un nuevo subsidio para tecnologías insustentables como las grandes represas y los proyectos de sumideros de carbono basados en plantaciones (correo electrónico: cdmwatch@indosat.net.id ; página web: http://www.cdmwatch.org ).
Una tercera organización se llama Carbon Trade Watch (vigilancia del comercio de carbono). Carbon Trade Watch fue fundada en 2002, siendo el proyecto más nuevo del Transnational Institute. Enfocada en el mercado emergente de gases de efecto invernadero, Carbon Trade Watch monitorea el impacto del comercio de emisiones contaminantes sobre la justicia ambiental, social y económica.
La inclusión del comercio de emisiones contaminantes en el Protocolo de Kioto muestra una histórica proliferación de los principios del libre mercado en el ámbito ambiental. A través de investigación y análisis, Carbon Trade Watch busca cuestionar la idea de que un mercado liberalizado es el único escenario en el que se pueden resolver los problemas ambientales.
Carbon Trade Watch también pone a disposición el trabajo de otros y actúa como lugar de reunión para investigadores, campañistas, actores culturales y comunidades que se oponen a los impactos negativos del comercio de emisiones contaminantes. El objetivo es el de facilitar la oposición efectiva a políticas económicas ambiental y socialmente destructivas y a crear espacios para que surjan soluciones y alternativas aportadas desde la base (correo electrónico: info@carbontradewatch.org ; página web: http://www.tni.org ).
El movimiento por la justicia climática
Como en la mayoría de los problemas que enfrenta el mundo actual, el tema del cambio climático se debe abordar desde el ángulo de la justicia. Un amplio grupo de organizaciones sociales y ambientales resolvieron en el año 2000 organizar una Cumbre sobre Justicia Climática paralela a la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático. A partir de allí se continuó avanzando y en el año 2002 se discutieron y aprobaron en Bali (Indonesia) los "Principios sobre Justicia Climática" (disponibles en inglés en http://www.wrm.org.uy/actors/WSSD/Bali.html ), donde se parte de la base de que las comunidades tienen el derecho a no tener que sufrir el cambio climático, sus impactos y otras formas de destrucción ecológica y que por ende se necesita reducir (para posteriormente eliminar) la producción de gases de efecto invernadero y contaminantes locales asociados. Se enfatiza que los gobiernos son responsables del abordar el cambio climático de una manera que sea a la vez democrática con respecto a sus pueblos y en línea con el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas. En ese sentido, Justicia Climática exige que las comunidades, en particular las afectadas, jueguen un papel de dirección en los procesos nacionales e internacionales para abordar el cambio climático, a la vez que se opone al papel que juegan las empresas transnacionales en la generación de condiciones para modelos de producción y consumo y estilos de vida insustentables, así como en su inaceptable rol en materia de influenciar tomas de decisiones tanto a nivel nacional como internacional.
El proceso de Justicia Climática fue un actor protagónico durante la Conferencia de las Partes de la Convención sobre Cambio Climático que tuvo lugar en Nueva Delhi (India) en el 2002. Allí organizó una manifestación multitudinaria nunca antes vista contra el cambio climático, donde se hicieron presentes todos los actores sociales relevantes. Como era de esperar, no se autorizó la llegada de los manifestantes al local de la Convención y apenas se dejó ingresar a un puñado de representantes a los jardines del local. Sin embargo, fue una clara demostración de que el cambio climático no es una cuestión de técnicos y delegados gubernamentales, sino un tema donde los afectados presentes y futuros reclaman su derecho a participar en forma decisiva en la adopción de las decisiones que los gobiernos se niegan a adoptar.
La Red Oilwatch
La red Oilwatch nació inspirada en la necesidad de desarrollar estrategias globales de las comunidades afectadas por actividades petroleras y de apoyar los procesos de resistencia de las comunidades que luchan contra las mismas.
Entre las funciones de la red están el intercambio de información sobre las operaciones de las compañías petroleras en cada país, sus prácticas de operación y los distintos movimientos de resistencia y campañas internacionales contra compañías específicas.
Oilwatch busca aumentar la conciencia ambiental a nivel global, desentrañando los impactos que tiene la actividad petrolera sobre los bosques tropicales y sobre las poblaciones locales, denunciando además el vínculo con la destrucción de la biodiversidad, con el cambio climático y con la violación a los derechos humanos.
Desde 1997 Oilwatch ha planteado un llamamiento para la moratoria de nuevas exploraciones petroleras en base a dos argumentos centrales:
- la necesidad de abordar seriamente el cambio climático mediante la reducción de la principal fuente de gases de efecto invernadero: los combustibles fósiles
- la necesidad de evitar los impactos sociales y ambientales resultantes de la actividad petrolera.
La moratoria a nuevas exploraciones petroleras no sólo es necesaria: también es posible. El caso de Costa Rica es muy claro en este sentido. Su Presidente no sólo declaró al país libre de actividades petroleras, sino que incluso canceló un contrato con una empresa estadounidense (Harken) que mantiene estrechos vínculos con el Presidente Bush. Costa Rica y su gobierno han así mostrado al mundo que aún es posible proteger los ecosistemas locales y los medios de vida de las poblaciones que allí habitan, al mismo tiempo contribuyendo a contrarrestar el cambio climático global. Lo que un pequeño país del Sur como Costa Rica puede hacer, puede obviamente también ser hecho por países económicamente más poderosos … en caso de que tengan la voluntad política de hacerlo (Oilwatch, correo electrónico: tegantai@oilwatch.org.ec).
Otros actores emergentes
El cambio climático ya está ocurriendo y sus impactos se hacen sentir en todo el mundo. Ello implica que aumenta el número de los afectados, que comienzan a entender las raíces del problema y se suman a las filas de quienes ya están en la lucha. Entre ellos se destacan:
- afectados por huracanes, sequías, inundaciones e incendios resultantes del cambio climático global
- afectados por proyectos de sumideros de carbono tales como los monocultivos de árboles plantados con ese objetivo o por grandes represas hidroeléctricas
- población y gobiernos de países condenados a desaparecer total o parcialmente si no se adoptan medidas para contrarrestar el efecto invernadero (en particular los pequeños estados insulares y los países costeros bajos)
- sectores académicos comprometidos con el ambiente y la gente, capaces de aportar investigación y análisis para enfrentar el problema
- organizaciones e individuos que trabajan en la defensa de la biodiversidad y que comprenden que el cambio climático compromete la sobrevivencia de numerosos ecosistemas y de las especies que allí viven.
En definitiva, la realidad está mostrando que las soluciones al problema del cambio climático sólo serán posibles si la sociedad civil organizada –en el Sur y en el Norte, en las áreas boscosas, agrícolas y urbanas- asume el rol protagónico que le corresponde y obliga a los gobiernos a adoptar todas las medidas necesarias para torcer el rumbo que lleva al desastre climático global.