Los gobiernos de Camboya, China, Laos, Tailandia y Vietnam están fomentando las plantaciones a gran escala de palma, eucalipto y pino. Sin embargo, los habitantes afectados protestan abiertamente contra ellas. En una reunión celebrada el mes pasado en Camboya supimos que estos planes tienen la fuerte oposición de las comunidades locales porque ven que estas plantaciones están usurpando sus tierras y afectando sus medios de vida. En visitas a Camboya y Laos fuimos testigos de la tala de sus bosques, la destrucción de sus campos de arroz secano y la ocupación de sus tierras de pastoreo para allanar el camino al monocultivo de árboles.
Como en otros países del Sur que enfrentan proyectos similares, las ONGs de la región del Mekong tienen una función importante que cumplir en apoyo del derecho de las comunidades locales a tomar sus propias decisiones sobre el uso de sus tierras y recursos. No obstante, algunas ONGs parecen creer que no es posible oponerse a las plantaciones y que la única opción es intentar mejorarlas.
Ese supuesto no es verdad. Como ejemplo en este sentido vale la pena mencionar que comunidades locales de la propia Camboya detuvieron recientemente un proyecto de plantaciones (el de Pheapimex). En muchos casos más, la expansión de las plantaciones fue frenada o limitada (como ocurrió en Tailandia y recientemente en Ecuador) como consecuencia de la oposición organizada.
Las luchas locales se vieron fortalecidas por numerosas actividades realizadas a lo largo de muchos años por personas y organizaciones en todo el mundo que han respaldado a las comunidades locales, generado conciencia, difundido información y análisis, realizado investigación, presionado a gobiernos e instituciones internacionales y organizado campañas contra los monocultivos de árboles en gran escala.
Aunque el punto de partida necesario es la oposición que surge en el plano local, queda claro que el poder combinado de los gobiernos y las empresas (con el apoyo de un gran número de organismos de “expertos” y “de ayuda”) exige fuertes movimientos de oposición, y que esto implica la necesidad de crear redes amplias en los planos nacional, regional e internacional.
Este tipo de redes ya existen en muchos países del Sur. Un hecho más reciente ha sido la creación de redes regionales formales e informales de oposición a las plantaciones en África, América Latina y Asia.
En el caso de América Latina, en el Foro Social Mundial de enero de 2003 se creó la Red Latinoamericana contra el Monocultivo de Árboles, que realiza una campaña activa en casi todos los países de la región.
Con respecto a Asia, se celebraron dos reuniones (la primera en Tailandia, en 2003, y la segunda en Camboya, el mes pasado) entre representantes de organizaciones que trabajan en la región del Mekong, que resultó en acuerdos para trabajar juntos en la oposición a la expansión de las plantaciones (ver artículo abajo “Camboya: Conferencia regional del Mekong sobre plantaciones de árboles”).
En África, los activistas contra las plantaciones en Sudáfrica trabajan en estrecha colaboración con organizaciones de Swazilandia y Mozambique y establecen contactos con organizaciones de otros países africanos donde las plantaciones ya existen o se las promueve. (Ver artículos sobre Sudáfrica y Mozambique abajo).
Las personas que participan en esas redes están convencidas de que las plantaciones pueden ser detenidas efectivamente y – a pesar de las dificultades – trabajan activamente para alcanzar ese objetivo. La creación de redes regionales constituye un gran paso adelante en esta lucha y su éxito dependerá en definitiva de su capacidad para crear un amplio movimiento popular contra las plantaciones. Si eso se logra, no hay duda de que se detendrán las plantaciones.