Durante la COP13 del Convenio sobre Cambio Climático que se realizará este año en Bali se presentará el informe del grupo de trabajo para la reducción de la deforestación tropical. Por lo que se ha conversado hasta ahora, se espera que las propuestas basadas en el plan costarricense de Pagos por Servicios Ambientales (servicios que prestan los bosques, como captar carbono, sustentar la biodiversidad y alimentar el ciclo pluvial) se presenten englobadas en una política conocida informalmente como “deforestación evitada”. La “deforestación evitada” se propondrá con el título de Reducción de las Emisiones provocadas por la Deforestación en los Países en Desarrollo (REDD). No se ha decidido la cifra de “reducción” pero la fórmula descrita como la opción 50-50-50 (defendida por el Dr. Peter Canadell de CSIRO Marine and Atmospheric Research y el Proyecto Global del Carbono) parece estar ganando apoyo: reducir las tasas de deforestación en 50% para 2050 y luego seguir con la deforestación a ese ritmo hasta 2100, lo que según se alega ahorraría 50.000 millones de toneladas de emisiones de carbono.
Un factor para optar por una cifra inferior al 100% parece ser el monto de los pagos compensatorios. Por ejemplo, el Informe Stern de 2006 menciona pagos de entre US$ 5.000 y US$ 10.000 millones anuales por una reducción de la deforestación del 70%. Entre los otros factores se cuentan los intereses creados de las corporaciones y los gobiernos que apoyan la “deforestación evitada” pero respaldan simultáneamente el uso continuado de bosques primarios para usos madereros y plantaciones de monocultivos, incluso para la producción de agrocombustibles. Por supuesto que la “deforestación evitada” legitima esta destrucción de todos los bosques no cubiertos por los pagos.
El Banco Mundial está liderando una propuesta de proyecto piloto de “deforestación evitada” con cuyos US$ 250 millones se pagaría a los gobiernos para que no conviertan parte de sus bosques en plantaciones. Esto también forma parte de un plan mucho mayor para un megafondo llamado la Alianza Forestal Mundial, una asociación entre el Banco Mundial, empresas madereras y de plantaciones, institutos científicos, donantes comerciales y grandes ONG conservacionistas como el WWF, Nature Conservancy y Conservation International. El WWF ya está negociando con el gobierno de Indonesia el uso de financiación similar para proteger un millón de hectáreas clasificadas como “bosque para la conservación” en Papúa Occidental, por lo que los 9 millones de hectáreas de bosque para la conservación restantes quedan habilitados por defecto para la deforestación.
Desde una perspectiva sistémica dichas propuestas tratan el problema superficial o sintomático, la deforestación descontrolada, y no el problema fundamental de que la biósfera está en estado de déficit crítico de sumideros de carbono (se generan 50% más de emisiones que las que absorben los sumideros de carbono) y algunos ecosistemas están al borde del colapso.
Los siguientes siete argumentos resumen de qué forma dicho pensamiento no sistémico ha permeado el entero debate y amenaza con empeorar rápidamente la destrucción de los ecosistemas y el cambio climático.
1. La Amazonia, hoy en su tercer año de sequía, podría ser un ejemplo de ecosistema en gran escala al borde del colapso. Esto provocaría emisiones de hasta 120.000 millones de toneladas de carbono y al mismo tiempo un cambio climático abrupto y catastrófico. Cualquier medida que no implique el cese absoluto de la deforestación amazónica aumenta las probabilidades de que esto ocurra. En comparación, los 50.000 millones de toneladas de emisiones de carbono evitadas gracias a la mencionada propuesta 50-50-50 son irrisorios.
2. Una visión sistémica del “principio de compensación” incluiría consideraciones relativas a la equidad. Solamente en Indonesia entre 35 y 65 millones de personas podrían ser expulsadas de sus hogares en el bosque y desplazadas como resultado de las plantaciones para biodiesel, ¡y sin embargo la “deforestación evitada” procuraría compensar a las corporaciones y los gobiernos por sus ganancias perdidas!
3. Stern calcula que administrar, controlar y hacer cumplir una prohibición de la destrucción de los bosques costaría entre US$ 12 millones y US$ 93 millones anuales. Esto es menos de la centésima parte de los costos calculados por Stern para proteger apenas el 70% de los bosques del mundo: entre US$ 5.000 y US$ 10.000 millones por año. Sólo en un ambiente económico fuerte podrían mantenerse pagos de este porte, con lo que un protocolo así es vulnerable a una recesión mundial y a las presiones inflacionarias; ambas cosas son probables y cualquiera de ellas podría volver el REDD imposible de sostener. Las implicaciones de disminuir los pagos por “deforestación evitada” son obvias. Hasta ahora no hay un solo plan de “pagos por servicios ambientales” basado exclusivamente en el comercio de carbono o exclusivamente en enfoques de mercado que haya tenido éxito. Los planes catalogados de exitosos incluyen como máximo un 10% de fondos del carbono.
4. Las propuestas de REDD son inherentemente incompatibles con una cuota máxima de emisiones globales de carbono. Sin un máximo o “tope” de emisiones predeterminado científicamente, estas reducciones ad hoc no tienen sentido desde el punto de vista de la estabilización del clima.
5. Asignar valor monetario a los bosques y el comercio de carbono requiere precisión en los cálculos de las emisiones y los inventarios de carbono. En las evaluaciones, la variabilidad puede llegar a multiplicarse por diez y esto las hace poco confiables y abiertas al abuso.
6. Es probable que el establecimiento de un objetivo de deforestación evitada desbarate los llamados de alarma esenciales de Pueblos Indígenas, organizaciones conservacionistas y científicos que pidan mayor protección de los bosques cuando los bosques no financiados se vuelvan legítimamente abiertos a la conversión.
7. Todavía no se ha decidido, pero si la “deforestación evitada” excluye el madereo industrial “selectivo”, volverá a acelerar la degradación. El madereo selectivo puede reducir el carbono almacenado en los bosques hasta en 70% y lleva a grandes pérdidas de biodiversidad, deshidratación y susceptibilidad al fuego.
Contrastando con todo lo anterior, un enfoque sistémico considera las causas profundas e intenta brindar soluciones fundamentales. Se ha demostrado que garantizar los derechos a la tierra de las comunidades indígenas y apoyar el manejo de los bosques y la propiedad comunitarios, por ejemplo, detiene con éxito la deforestación. El papel de los Pueblos Indígenas y en particular las mujeres, con su larga historia de salvaguardar los bosques, actúa como amplificador que podría extenderse e incluir la restauración de tierras degradadas y deforestadas.
Prohibir la deforestación es también un enfoque sistémico porque reconoce que ya hemos sobrepasado peligrosamente nuestra capacidad reducida de sumideros de carbono, es decir que no es adecuada para mantener la mayoría de la vida terrestre. Cuando el gobierno de Paraguay instituyó una moratoria en la mitad oriental del país la deforestación se cortó en un 85%. También se han instrumentado exitosas moratorias a la deforestación en Costa Rica, China y Tailandia.
Apoyar los derechos a la tierra, financiar la restauración, introducir iniciativas de concientización y educativas e instrumentar penas para la violación de una prohibición serviría tanto para debilitar el poder de las corporaciones y las retorcidas políticas gubernamentales como para generar simultáneamente los círculos virtuosos necesarios para restaurar los ecosistemas y estabilizar el clima.
Síntesis a cargo de Almuth Ernsting, almuthbernstinguk[at]yahoo.co.uk y Deepak Rughani, dee.rughani[at]btinternet.com, info[at]biofuelwatch.org.uk,
http://www.biofuelwatch.org.uk/background.php. El informe completo sobre Emisiones Reducidas de la Deforestación 'Can Carbon Trading Save Our Ecosystems?', por los mismos autores, está disponible en: http://www.biofuelwatch.org.uk/docs/Avoided_Deforestation_Full.pdf