Resistencias de mujeres mapuche lavkenche al modelo forestal chileno

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Foto: OLCA

La Red de Organizaciones de mujeres de Tirúa, en el centro sur de Chile, está desplegando estrategias para que prevalezca la vida en un territorio que se ve fragilizado por la masiva invasión de plantaciones de árboles, que siguen siendo fomentadas por las políticas de estado.

Este artículo (1) contextualiza cómo la Red de Organizaciones de mujeres de Tirúa, en el centro sur de Chile, está desplegando estrategias para que prevalezca la vida en ese territorio fragilizado por la invasión de plantaciones de árboles.

Modelo forestal chileno y conflicto  

El modelo forestal en Chile se instala principalmente en zonas rurales del centro sur del país, en lo que según la división política-geográfica se ha llamado región del Bío Bío y Araucanía. La industria de plantaciones se basa en la instalación sistemática de monocultivos a gran escala de especies exóticas de pinos y eucaliptus para abastecer plantas de celulosa, aserraderos y productos madereros principalmente con fines de exportación.

Durante la dictadura chilena (1973-1990) fueron entregadas y facilitadas grandes extensiones de tierras a dos grupos familiares, principalmente. Por una parte, el holding Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC), del grupo familiar Matte, dueño de Forestal Minico que maneja una superficie de 667.468,7 hectáreas. Por otra parte, la empresa Arauco del clan Angelinni que posee un patrimonio de 1.116.788 hectáreas. Ambas son dueñas del 64% de las plantaciones, el 100% de las plantas de celulosa, el 81% de las plantas de papel y cartón, el 75% de las plantas de tableros y el 37% de la producción de astillas (2).

La dictadura también implementó el Decreto de Ley de Fomento Forestal 701, el cual bonificaba o subsidiaba el 75% de los costos de plantación, manejo y de administración, además de eliminar la tributación. El abaratamiento de la mano de obra y las economías de escala, permitieron a las grandes empresas de plantaciones cubrir la casi totalidad de los costos de plantación con este subsidio estatal, cuya vigencia era inicialmente hasta el año 1998 pero se prorrogó hasta el 2013, y dispuso importantes e inéditos incentivos a la plantación de monocultivos en terrenos declarados de aptitud preferentemente forestal y de bosques.

De acuerdo a la información oficial que maneja la Corporación Nacional Forestal (CONAF), al 2014, las plantaciones forestales cubrían 3.316.789 hectáreas de superficie. (3) En esa misma zona, donde habita el pueblo indígena mapuche que está radicado en tan solo 300 mil hectáreas, se reconoce por parte de diversas investigaciones que el Estado chileno les ha arrebatado 11 millones de hectáreas. (Seguel, 2002: 173)

Este escenario ha provocado un alto nivel de conflictividad social, sobre todo con el pueblo mapuche que desde fines de la década de los 90 comienza a dar luces de una resistencia activa ante la colusión entre las empresas de plantaciones y el Estado chileno. Fernando Pairicán (2013), historiador mapuche, señala que el hito que encendió el wallmapu (todo el territorio mapuche) fue en diciembre de 1997, cuando se queman tres camiones cargados con madera de la empresa Forestal Arauco en la zona de Lumaco. Las comunidades mapuche de dicha comuna, señalaban su pretensión de recuperar los terrenos en manos de la forestal argumentando sus derechos ancestrales y soberanos en ese territorio. Desde ese momento comienzan una escalada de procesos de recuperación efectiva de territorio, lo que ha provocado un incremento desmedido de la presencia policial en varias zonas donde las faenas de trabajo de plantación son resguardadas con un fuerte contingente policial, altamente armado, costeado con los impuestos de todas y todos los chilenos.

Red de organizaciones de Mujeres de Tirúa

La Red de Organizaciones de Mujeres de Tirúa reúne a mujeres autoconvocadas que buscan mejorar las condiciones de vida de todas llevando a cabo iniciativas productivas respetuosas con su entorno y valorando los recursos y saberes ancestrales. Por otra parte, asumen la defensa organizada y cuidado colectivo del territorio, sus aguas, bosques y su biodiversidad amenazada por las plantaciones de monocultivo, asumiendo un rol activo en la defensa del territorio lavkenche. (3)

Las mujeres de la Red son principalmente mapuche y todas campesinas que habitan en distintos sectores de la comuna de Tirúa. La Red está compuesta por 27 organizaciones de mujeres que se dedican colectivamente a la producción de hortalizas en sus huertas, a la producción de árboles nativos, a tejer en telar, al secado de hierbas, a la recolección de lawen (hierbas medicinales) y frutos del bosque (maqui, avellana, mutilla, entre otros) y la preparación de elaborados con lo que tienen en sus campos: mermelada, conserva, harina tostada, mote, merquen, ñocha (planta fibrosa utilizada para hacer canastas y otros) con doble propósito: de consumo y comercialización. Las producciones son mayoritariamente para sus familias pero algo queda para ser vendido o truecado [intercambiado] con alguna vecina o familiar.

Desde el 2014 hasta la fecha, las mujeres se han ido transformando en actrices relevantes del cambio en su territorio, han ido posicionándose desde sus resistencias cotidianas y pensando desde la intuición en cómo generar alternativas. Son una crítica radical a los modos de desarrollo y una propuesta centrada en otra forma de desplegar la vida. Son repartidoras de semillas de resistencias cotidianas, de trabajo diario de cuidado de la biodiversidad. Las mujeres de la Red están resguardando y propagando iltrofill mongen (respeto por todo lo vivo) y están siendo una alternativa al modelo extractivista de plantaciones.

¿Cómo están recuperando el equilibrio?

Ellas señalan: dejar de comer mal, embutido, carne de ciudad; hay que criar animales, sembrar tus plantas en tu casa y regar con tu agua; saber lo que estás comiendo, saber qué agua estás tomando; pagarle al ngen [espíritu protector] por el agua con ofrendas para que te proteja.

Segundo, las mujeres, en la práctica, están sacando los eucaliptus de sus terrenos utilizando diversas estrategias, pues no es una tarea sencilla. Están sacando los pinos y los eucaliptos y plantando árboles y plantas nativas. Están protegiendo las cabeceras de las cuentas hídricas, protegiendo los ojos de agua, cuidando el agua.

Tercero, manteniendo, robusteciendo y propagando el discurso crítico contra las empresas de plantaciones de monocultivo y tomando conciencia de las políticas del estado chileno que son las responsables de la gravísima situación actual.

Cuarto, retomando y poniendo al centro las economías de los cuidados, es decir, aquellas tareas asociadas a la reproducción humana. Ámbito que traspasan las fronteras de los cuidados en los hogares, hacia el cuidado de la ñuke mapu (Madre tierra), pensando en la descendencia y la vida en la comunidad.

Un modelo desde abajo, desde la tierra

Las mujeres de la Red muestran que la recuperación del pueblo mapuche no es solo por las tierras, sino que también es cultural, de conocimiento. Esta lógica integradora, es clave. Desde ella, son capaces de ver a quienes plantaron pinos y eucaliptos en sus territorios no como traidores, amigos o enemigos, sino como personas que fueron engañadas: son sus padres, sus maridos, el vecino, la vecina, que cayeron en el juego porque las confianzas en las nociones propias estaban débiles. Por lo tanto, para revertir la situación no hay que sacar a esas personas de la comunidad, sino fortalecer la confianza en lo propio, preservar la abundancia que regala el territorio para los que son y para las y los que vienen.

Como se aprecia, es otro modo de confrontar el avance y la profundización del modelo de plantaciones de monocultivo; un modelo desde abajo, desde la tierra. Evidentemente la apuesta que subyace al trabajo de la Red, es una apuesta distinta. Desdeña el paradigma económico capitalista, o al menos va avanzando en esa intuición, reivindica el vínculo como matriz estructurante, no la idea, ni menos el número; no quiere pinos y eucaliptus uniformados, todos de la misma edad, con el mismo traje y con el mismo destino mercantil, sino que procura reivindicar el bosque diverso.

Permanentemente la Red brega por que el motor de sus planificaciones, de sus estrategias, de la superación de las vicisitudes, sea el cuidado, cuestión que es eminentemente colectiva. Tantos siglos de cuidado constituyen un acervo que requiere ser compartido ahora que estamos en una situación crítica donde el extractivismo impone la muerte. Pensar las labores de cuidado desdeñosamente es perpetuar aún más la invisibilización de la mujer.

Verónica González Correa
Observatorio Latinoamericano de Conflictos Ambientales, OLCA

(1) Este artículo se desprende de la tesis de maestría “Resistencias de mujeres lavkenche al modelo forestal chileno” 2019, Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social, Chiapas –México. El trabajo de campo se realizó entre agosto y diciembre del 2017.
(2) Corporación Nacional Forestal (CONAF)- Consultada en noviembre del 2016
(3)  El pueblo mapuche (Mapu tierra, che gente) es tan diverso como un bosque. Existen distintas identidades territoriales que reciben su nombre por los elementos que los caracterizan, puelche (gente del este), pikunche (gente del norte), lavkenche (gente de la costa) y williche (gente del sur). Cada uno de estos expresa el vínculo indisociable entre un espacio geográfico específico y la gente que lo habita.

Referencias bibliográficas:
Seguel, Alfredo, 2002 “Invasión Forestal y Etnocidio Mapuche”, en Contreras Painemal, Carlos (Ed.), Acta del primer Congreso Internacional Mapuche, Siegen, Alemania, Ñuke Mapuforlaget, Pp. 173-189.

Pairicán, Fernando, 2013, “Lumaco: La Cristalización Del Movimiento Autodeterminista Mapuche” Revista de Historia Social y de las Mentalidades, 17(1), Pp. 35–57.