Después de casi 30 años de negociaciones climáticas en el seno de la ONU, el resultado ha sido el establecimiento de políticas y prácticas que facilitan la constante expansión de la economía basada en combustibles fósiles (así como de sus ganancias) al tiempo que permanecen ocultas sus implacables consecuencias negativas en los territorios donde se expande. En particular, la fantasía de la compensación de carbono como solución a la crisis climática está cada vez más presente entre los métodos de maquillaje verde de las empresas como estrategia para expandir sus negocios, a pesar de la creciente evidencia de su total fracaso a la hora de reducir las emisiones o la deforestación, como denunciaron recientemente varias organizaciones. Sin embargo, las estrategias adoptadas por las empresas no logran ocultar la esencia opresiva y colonialista de sus avances en el Sur Global. Precisamente por eso siguen encontrando gran resistencia cuando llegan a los territorios de comunidades y Pueblos Indígenas.
Este número del Boletín del WRM contiene artículos que pueden dividirse en dos partes. La primera expone cuatro iniciativas que se disfrazan de ‘verde’ o ‘socialmente beneficiosas’ y así asegurar que no haya obstáculos para llevar a cabo las actividades extractivas y productivas. Después de todo, éstas son el motor de la economía capitalista, que a su vez es la causa principal de los problemas que tales empresas ‘verdes’ dicen ayudar a resolver. La segunda parte destaca tres experiencias de resistencia de los territorios a ese asalto de las empresas.
El primer artículo destaca las contradicciones intrínsecas de la llamada “transición energética”, exponiendo cómo “la mayor zona industrial verde del mundo”, en Kalimantan, Indonesia, en realidad provocará un aumento de la extracción de carbón en la región. Al mismo tiempo, este proyecto multimillonario amenaza con apropiarse y destruir los medios de subsistencia y los espacios de vida interconectados de tierra y mar de los que dependen las comunidades de base. Estas comunidades están en la primera línea de resistencia a este parque industrial, en defensa de la vida.
Los dos artículos siguientes muestran las diferentes consecuencias de dos tipos de proyectos que pretenden compensar las emisiones de carbono y que dependen en gran medida del uso de territorios comunitarios. Uno de los artículos denuncia la tendencia a expandir las problemáticas plantaciones de árboles, sobre todo en el Sur Global, con el argumento de que los árboles “compensarán” la contaminación emitida en otros lugares. Esto incluye toda la gama de plantaciones forestales, desde las plantaciones de monocultivos a gran escala patrocinadas por la industria de la celulosa hasta aquellas plantaciones que tienen buena apariencia, promovidas por fondos de inversión mediante contratos abusivos con pueblos indígenas. El otro artículo reflexiona sobre los contratos abusivos para el establecimiento de proyectos REDD (Reducción de las Emisiones derivadas de la Deforestación y Degradación de los Bosques) en la región amazónica brasileña, específicamente sobre cómo comprometen prácticas indígenas milenarias, así como las generaciones futuras de las comunidades.
El cuarto artículo presenta un panorama de la lógica perversa de los sistemas de certificación que a lo largo de los últimos 30 años han otorgado sellos de ‘sostenibilidad’ y ‘responsabilidad’ a empresas de diferentes industrias que causan destrucción, como las de celulosa y papel, aceite de palma y compensación de carbono, entre otras. Estos sellos a menudo ignoran por completo las violaciones causadas por las empresas y legitiman su presencia en territorios comunitarios.
Los otros dos artículos también denuncian el maquillaje verde de las plantaciones de monocultivos industriales a través de la certificación, pero el enfoque se centra en resaltar las experiencias de resistencia y organización de las comunidades.
En Camerún, las mujeres organizadas en la asociación Afrise han decidido, valientemente, decir “¡Basta!” a la empresa de plantaciones de palma aceitera Socapalm/Socfin, responsable de décadas de “sufrimiento, abusos, violaciones, robo, hambre, frustración y violaciones” de sus cuerpos, derechos y dignidad. Expresamos nuestra total solidaridad con estas mujeres que, apoyándose mutuamente, han declarado que no tolerarán la replantación de monocultivos de palma aceitera en sus territorios.
El siguiente artículo reflexiona, en una entrevista con Pablo Reyes Huenchumán, miembro de una comunidad Mapuche en Chile, sobre los impactos del violento modelo forestal impuesto al país, que se basa en monocultivos a gran escala. Pero también reflexiona sobre los logros y desafíos de los Indígenas Mapuche en la defensa de sus comunidades y sus vidas. Pablo explicó cómo los Mapuche han reclamado sus territorios durante más de 20 años, revelando que la auto-organización y la resistencia son elementos clave para los pueblos indígenas en la defensa de sus tierras y autonomía.
Por último, destacamos un exitoso proceso de resistencia en Panamá, donde la gente se movilizó y obtuvo una victoria histórica contra una subsidiaria de la empresa minera canadiense First Quantum Minerals. Después de más de 25 años de resistir los impactos de la minería de oro y cobre y de enfrentar nuevas amenazas para las comunidades que viven en las zonas mineras y sus alrededores, las actividades mineras fueron canceladas. Tomando en consideración demandas ambientales, sociales y de soberanía formuladas por los manifestantes, la Corte Suprema de Justicia de Panamá declaró inconstitucional la licencia otorgada a la empresa, ordenando así el cierre de la que es la mina de cobre a cielo abierto más grande de Centroamérica.
Y, como siempre, volvemos a publicar un artículo de un Boletín anterior que consideramos aún relevante y oportuno. Ahora bien, en el contexto de la reciente conferencia de la ONU sobre el clima celebrada en Dubai, la relectura del artículo Climatología / Ideología nos ayuda a comprender que la tímida y más que tardía mención de los combustibles fósiles en el texto final de la conferencia no representa ninguna forma de esperanza ya que la preponderancia de una visión extremadamente reduccionista del problema climático en este espacio permanece inalterada.
Es desde los territorios donde se organizan quienes defenderán la vida y donde se resistirá al sistema que depende de los combustibles fósiles. Unámonos a la lucha y digámosle a las empresas que solo buscan el lucro: ¡no pasarán!