En Indonesia, la región occidental de Java -Halimun- es bien conocida por su alta diversidad biológica y su riqueza cultural. En términos de sistemas de manejo comunitario de recursos del bosque, los pobladores indígenas y la población local de Halimun poseen siglos de agricultura y conocimiento sobre los bosques tropicales. Utilizan el bosque y la tierra circundantes para varios modelos de agricultura migratoria, arrozales, huertos, huertos con mezcla de árboles y varios tipos de bosques. Estos modelos son manejados por hombres y mujeres como un sistema único integrado. Se aprecia claramente que hombres y mujeres contribuyen al bienestar de sus familias, a menudo en formas complementarias, y cada tipo de contribución es indispensable, especialmente en las familias pobres. En relación a la seguridad alimentaria, la contribución de las mujeres a sus familias es mayor que la de los hombres porque su participación en el cultivo migratorio y la producción de arroz es mayor.
Desde 1924, en los tiempos de la dominación colonial holandesa, una parte del área de los ecosistemas de Halimun fue designada como área protegida, pasando a ser en 1979 reserva natural, y cambiando luego en 1992 a parque nacional. Por otro lado, Halimun es también una importante fuente de ingresos para el estado. Las plantaciones de árboles de propiedad estatal (desde 1978); fincas de cultivo de té, cacao y caucho en gran escala (década de 1970) y extracción de oro y otras actividades mineras (década de 1990) han perturbado permanentemente el ecosistema. Además, todos esos "proyectos de desarrollo" han restringido e incluso eliminado el acceso de los pueblos a los recursos de sustento (tierras y otros recursos del bosque) y el control que tenían sobre los mismos, llevando a la desaparición del conocimiento tradicional, especialmente el de las mujeres locales indígenas.
“Desde que el bosque fue talado y convertido en una plantación de pinos, la calidad del agua para irrigar el arrozal ya no es buena. Al parecer este tipo de calidad de agua no es adecuada para la variedad local de arroz” (Sra. Annah). “Antes era fácil encontrar ki beling [planta medicinal] en los alrededores, pero ahora tenemos que caminar hasta el río Cibareno para ir a buscarla” (Sra. Surni, partera).
Como consecuencia de las numerosas presiones externas, los daños ambientales, y la limitación e incluso pérdida de acceso y control local sobre la tierra, las mujeres de los poblados de Malasari y Mekarsari trabajan más duro que antes para proporcionar los alimentos a sus familias, viéndose obligadas entre otras cosas:
- a convertirse en trabajadoras agrícolas mal pagas, con un jornal diario que oscila entre US$ 0,7 y 1,4;
- a hacer acuerdos con los propietarios de tierras para plantar y cosechar arroz, por el cual se les paga dos atados de arroz por cada diez que plantan);
- a hacer acuerdos de medianería, en el cual conservan para sí el 50% de la cosecha;
- a cultivar “ilegalmente” pequeñas parcelas de tierras "estatales" manejadas por la compañía forestal estatal Perum Perhutani;
- a trabajar en forma "voluntaria" en la atención de las familia de otras mujeres que desean dedicarse a trabajos agrícolas;
Pero cualquiera sea la combinación de esfuerzos de las mujeres y los miembros de sus familias, el suministro de alimentos no llega a satisfacer las necesidades anuales de las familias. "Nunca vendo el arroz que cultivo. No alcanza ni siquiera para alimentar a mi familia", afirmó la Sra. Arti. "Si no hay tierra, no hay alimentos. Si hay poca tierra, hay pocos alimentos", expresó la Sra. Minarsih.
El acceso a la tierra y otros recursos naturales de las mujeres de Malasari y Mekarsari y su control sobre los mismos es inseguro, y sus familias carecen de derechos legales, protección y garantías en relación al uso futuro de la tierra. La consecuencia general es que, como los pobladores están obligados a cultivar en este "vacío legal", les resulta muy difícil recibir apoyo y asistencia. Como resultado, la mayoría de las mujeres y sus hijos padecen hambre, malnutrición, violencia doméstica y violación de otros derechos como salud, educación y libertad de expresión y de reunión.
Para garantizar la sustentabilidad y el desarrollo del sistema de manejo comunitario de los recursos del bosque, se necesita la certeza de los derechos independientes en los cuales basan los Pueblos Indígenas y las comunidades locales el desarrollo del sistema. La certeza de los derechos independientes de los pobladores --en especial de las mujeres-- debe ser adoptada por las políticas sobre recursos naturales, que deben reconocer que los actores principales del manejo de recursos naturales son mujeres y hombres, con sus diversas y respectivas necesidades, intereses, prioridades y restricciones. Hay que prestar atención a las palabras de la Sra. Uun, una anciana del poblado de Malasari: “¡Hemos defendido nuestra tierra antes, y volveremos a hacerlo!".
Finalmente, es necesario señalar que, en función de los derechos independientes manifiestos de las mujeres sobre la tierra y otros recursos del bosque, es muy importante definir y dar una dimensión real a las formas en que las mujeres podrían mejorar su propia vida --por ejemplo, su nivel de prosperidad en términos de calidad alimentaria, vestimenta, salud (especialmente salud reproductiva), educación, sentimientos de estabilidad y seguridad, así como tiempo libre para descansar y realizar otras actividades privadas-- como resultado de su participación en los numerosos esfuerzos por mejorar las condiciones de vida (condición de bienestar). Éstas son condiciones básicas e importantes que deben tener muy en cuenta también los observadores externos, como los gobiernos (incluidos los elaboradores de políticas), las ONGs locales y los organismos de cooperación internacional (incluidas las ONGs internacionales), al momento de elaborar planes para diseñar bosques "comunitarios" u otros proyectos de manejo de recursos naturales de forma participativa. ¿Quién recibe en realidad los beneficios directos del proyecto? ¿Las mujeres? ¿O el proyecto genera incluso una sobrecarga para las mujeres? Es crucial realizar un análisis en profundidad sobre las cuestiones críticas de cómo el acceso a la tierra (¿y el control de la misma?) y otros factores de la producción ejercen impactos positivos directos sobre la vida de las mujeres en general, tanto en la esfera privada como en la pública.
Extraído y adaptado de: “Towards Sustainability and Development of the Community-Based Forest Resource Management System through Ensuring the Women’s Land Tenure Security (A Case Study in Malasari and Mekarsari Villages in Halimun Ecosystem Area)”, de RMI – The Indonesian Institute for Forest and Environment, correo electrónico: rmibogor@indo.net.id , enviado por Ulfa Hidayati. El documento completo (en inglés) se puede obtener en:
http://www.wrm.org.uy/subjects/CBFM/RMI.rtf