Tanzania: ¿privatización o piratización de nuestros bosques?

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La manía privatizadora nos ha atacado como una plaga inevitable. La lista de privatizaciones se expande inexorablemente. Lo admitamos o no y cualquiera sea el lenguaje que utilicemos para racionalizarlo, el hecho es que las instituciones de Bretton Woods y los poderes occidentales dominantes están obligando a los gobiernos africanos a tragarse las privatizaciones. Incluso la llamada reducción de la deuda del Grupo de los 8 (países industrializados) se basa en la privatización, que es una de sus condiciones. Y las instituciones de Bretton Woods tienen una forma particular de discutir.
Los fracasos de la privatización se utilizan como argumentos a favor de una mayor privatización de más recursos, con el pretexto de que “si no se privatiza lo suficiente, no se podrán ver sus beneficios”. Y por supuesto que el éxito de la privatización de por sí llama a más privatizaciones. De uno u otro modo el argumento se basta a sí mismo.

La primera teoría fue que las empresas paraestatales que daban pérdidas eran una carga para el contribuyente. La privatización garantizaría que se convirtieran en empresas eficientes que pagaran sus impuestos. Aunque, claro está, las primeras paraestatales que se privatizaron, como las cervecerías, no daban pérdidas. Hay que ser un genio para perder en el negocio de la cerveza. Su “rápido éxito” en términos de retornos y recaudación fiscal se usó para justificar otras privatizaciones.

Obviamente ningún inversor privado compraría una empresa que da pérdida. Por lo tanto hay que venderlas a precios ridículos sin obligaciones ni daños. Las obligaciones tiene que asumirlas el Estado, es decir, el mismísimo contribuyente que se suponía sería rescatado de la empresa paraestatal que daba pérdida. Invariablemente una de las primeras víctimas de la privatización son los trabajadores, que son despedidos por millares. Los nuevos propietarios se niegan a pagar compensaciones por desempleo. Esto lo tendrá que hacer el gobierno, si es que se hace. Por lo tanto el contribuyente asume otra responsabilidad al tiempo que algunos de ellos dejan de contribuir y pasan a sumarse a las colas de desempleados.

Ningún especulador privado querría invertir su capital si no obtuviera ganancias, y no solamente ganancias sino enormes ganancias. Hoy en día África ofrece altos porcentajes de retorno sobre el capital gracias a su riqueza de recursos y sus gobiernos dependientes. Como dijo Mwalimu (Julius Nyere) una vez, África atrae solamente a misioneros y mercenarios: misioneros para consolar a los pobres y mercenarios para supervisar el saqueo.

Pero lucrar implica ciertas condiciones mínimas. Es el Estado quien asume la carga de crear el entorno que permita al capital obtener sus lucros: construir la infraestructura y suministrar agua, electricidad y telecomunicaciones baratas, controlar a los trabajadores rebeldes, mantener la ley y el orden y poner a disposición varios proveedores de servicios, desde entretenimientos a alimentación, pasando por empresas de seguridad, para atender a la nueva "comunidad de expatriados". Se cree que África tiene hoy más inmigrantes que en la época de la independencia.

Pero luego nuestras empresas paraestatales de agua, electricidad y teléfono no son eficientes. Sus tarifas son altas. Nuestros mercados están por debajo de la norma, nuestra carne no es higiénica y nuestros tomates y cebollas y naranjas no alcanzan el tamaño mínimo. Entonces las instalaciones también tienen que ser desnacionalizadas, a veces directamente mediante la venta y si no gracias a contratos de arrendamiento y gestión. Si hay gente ocupando hay que desalojarla para hacer lugar a supermercados y aldeas de expatriados para que haya carne asada sudafricana y cereales suizos.

Pero tampoco es tan fácil convertir estas instalaciones en negocios lucrativos. Las fábricas y la maquinaria son anticuadas. Sus sistemas de facturación tienen montones de agujeros. Dado que las ganancias o las comisiones dependen del ingreso, habrá que importar medidores de agua y de electricidad más eficientes. Una vez más se llama al Estado para que proporcione la financiación que permita la rehabilitación. Se ve forzado a obtener préstamos del Banco Mundial y de cualquier otro para ayudar al inversor a importar la maquinaria necesaria. Por supuesto, la deuda y sus intereses se pagan con dinero del contribuyente, tanto el de hoy como el que todavía no nació. Mientras la deuda pública aumenta, las ganancias privadas se disparan; todo en nombre del desarrollo.

La actividad lucrativa de las empresas tiene que buscar nuevos terrenos constantemente. De fabricar productos a convertir bienes públicos en productos, el capital empresarial se mueve de la fabricación a los servicios públicos, la educación y la salud, el agua y la energía, y de mercantilizar la tierra a privatizar los bosques.

La privatización y comercialización de los productos del bosque es la nueva tendencia. Un artículo reciente publicado en periódicos de Tanzania informa sobre el acuerdo para arrendar la plantación de teca de Longuza a la empresa Kilombero Valley Teak Company (KVTC) y esto no es más que la punta del iceberg. Los bosques se han vuelto importantes para el capital empresarial a causa no solamente de los recursos madereros sino también de los recursos biológicos. Por esto mismo, las consecuencias de entregar los bosques al capital empresarial va mucho más allá de la deforestación, pues el capital los convertirá en productores de materias primas para sus laboratorios de ingeniería genética.

La privatización de los bosques y los productos del bosque ha generado gran resistencia en Asia y Latinoamérica e incluso en algunos países desarrollados, entre ellos Canadá y Estados Unidos. Las consecuencias y los efectos de la privatización de los bosques son de largo alcance y se han debatido y discutido en otros países.

Tenemos que aprender de la experiencia de los demás y reevaluar la nuestra. Que el incidente de Longuza abra un amplio debate sobre el tema de la privatización en general y, más en particular, lo que implica la privatización, sea de la forma que fuere, de uno de nuestros principales recursos y patrimonio, nuestros bosques.

No entreguemos nuestro sustento del futuro a los piratas de las corporaciones.

Por Issa Shivji, Pambazuka News, http://www.pambazuka.org/index.php?id=29614