Este número del Boletín del WRM ha sido producido conjuntamente con GRAIN. GRAIN trabaja apoyando las luchas de los pequeños agricultores y de los movimientos sociales a favor de sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados por la comunidad, y en contra del sistema alimentario industrial controlado por las empresas. El WRM apoya las luchas de las comunidades que dependen de los bosques en defensa de sus territorios y bosques y contra las plantaciones industriales de árboles, las industrias extractivas y otras amenazas a la vida y el sustento de estas comunidades. Si bien cada una de estas organizaciones tiene su historia y enfoque particular, consideramos que estas luchas están íntimamente conectadas y, de hecho, a menudo nos cruzamos en reuniones, correos electrónicos, foros y declaraciones.
En los últimos años hemos ido más lejos que eso y establecimos relaciones de trabajo más activas, en un principio sobre todo en América Latina, pero más recientemente también en otras partes del mundo. Por ejemplo, ambas organizaciones trabajan actualmente en un proyecto conjunto que tiene como objetivo apoyar las luchas de las comunidades locales contra las plantaciones industriales a gran escala de palma aceitera en África Occidental y Central. De manera que la producción conjunta de este boletín es una consecuencia lógica de ese proceso.
Después de todo, numerosas comunidades que dependen del bosque son campesinas, y numerosos campesinos constituyen comunidades que dependen del bosque; y todas son productores de alimentos. Se ven afectadas por igual por la agenda corporativa, ya sea por la expansión de los monocultivos de eucalipto y de otros árboles, o por los inversores extranjeros que compran tierras para plantar cultivos para los mercados internacionales de alimentos y agrocombustibles.
También son vilipendiados de la misma forma y a menudo por las mismas personas: por destruir los bosques tropicales del mundo con sus prácticas de cultivo itinerante, por provocar la erosión del suelo debido al sobrepastoreo y por su supuesta falta de capacidad para producir alimentos suficientes para una población mundial en constante crecimiento. Se los suele encasillar en el estereotipo de atrasados y reticentes al progreso. Y, como mostramos en uno de los artículos en este boletín (sobre REDD+ y la agricultura), ahora son el blanco de proyectos y programas que alegan frenar la deforestación en nombre de la lucha contra el cambio climático.
Pero la verdad es que los campesinos y las comunidades que dependen de los bosques no son los responsables de esos problemas. Los verdaderos culpables son las economías de plantación impulsadas por las corporaciones, en acelerada expansión, con sus monocultivos contaminantes y acaparadores de agua. Éstas ocupan una creciente cantidad de tierras fértiles y se instalan en bosques nativos y otros ecosistemas frágiles. En el proceso, producen grandes cantidades de emisiones de gases de efecto invernadero. Y encima - es importante recalcarlo -, no producen tantos alimentos. Lo que hacen es producir materias primas para un voraz mercado mundial de exportación que alimenta la industria del papel, la industria ganadera y, más recientemente, la industria de los agrocombustibles. A pesar de ello, se les ordena a las comunidades que dependen de los bosques que permanezcan fuera de los bosques y que encuentren su alimento y sustento en otro lado. Las comunidades campesinas son expulsadas de sus tierras para dar paso a plantaciones “más productivas”.
Como resultado, en todo el mundo los campesinos y las comunidades que dependen de los bosques son acorralados en menos y menos tierra. Actualmente los campesinos representan más del 90% del total de fincas agrarias del mundo, pero controlan sólo una cuarta parte de las tierras agrícolas. Sin embargo, aún así logran producir la mayor parte de los alimentos del mundo y sin la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que producen los establecimientos agrícolas industriales a gran escala. Pero si se permite que la actual ola mundial de acaparamiento y concentración de tierras se agudice aún más, será muy difícil para los campesinos y campesinas seguir haciéndolo. Y entonces, ¿quién alimentará al mundo?
La soberanía alimentaria: una lucha común
Para contrarrestar el sistema de alimentos impulsado por las empresas y para articular una visión que pone a los campesinos y las comunidades del bosque en el centro de la lucha contra la crisis alimentaria, la crisis ambiental y la crisis climática, La Vía Campesina - el movimiento campesino mundial - lanzó como solución, a mediados de 1990, la “soberanía alimentaria”. Durante las últimas dos décadas se ha convertido en eje central de la lucha por un mejor sistema alimentario de varios movimientos y organizaciones. Ubicar a la soberanía alimentaria en el centro de la agenda también significa reconocer el papel fundamental de las mujeres en el cultivo y la reproducción de semillas, así como en proveer de alimentos a sus familias y comunidades desde tiempos ancestrales. Al mismo tiempo que sostienen la vida, las mujeres también juegan un papel esencial al frente de las luchas por la defensa de los territorios y, por lo tanto, de la soberanía alimentaria.
Entre otras cosas, esta lucha incluye:
- Una reforma agraria integral para devolverle tierras a los pequeños agricultores y las comunidades locales, y la defensa de los territorios que son tan importantes para las comunidades campesinas y del bosque.
- La agroecología como el método de cultivo natural para alimentar al mundo.
- Basarse en el conocimiento indígena y las semillas locales.
- Una oposición frontal al sistema alimentario industrial, a los intereses comerciales de las empresas y a las tecnologías controladas por la agroindustria.
- Enfocarse en los mercados locales y en los circuitos cortos bajo el control de las comunidades locales.
- Entender que esta lucha reúne a diferentes productores de alimentos (agricultores, pescadores, pastores), diferentes circunscripciones (productores y consumidores de alimentos), en diferentes lugares (Norte y Sur).
La agenda climática
Este número del boletín del WRM se centra en la lucha contra la crisis climática, otra agenda que los campesinos y las comunidades que dependen del bosque tienen en común. Ellos sienten los desastrosos impactos del cambio climático en carne propia y en su vida cotidiana, pero también se dan cuenta que son la clave para evitar la crisis del clima.
Por más de 10 años, en cada conferencia sobre el clima, los gobiernos del mundo han perdido mucho tiempo impulsando falsas soluciones con el fin de evitar introducir cambios reales en los actuales modelos de producción y consumo. Entre estas falsas soluciones están las propuestas de convertir a los bosques en “sumideros de carbono”, que podrían compensar las emisiones provocadas en otro lugar bajo el mecanismo REDD e iniciativas afines como el enfoque “REDD a escala del paisaje”. Ahora los negociadores del clima también debaten una vaga propuesta de agricultura “climáticamente inteligente”, con la misma intención de compensar las emisiones de gases de efecto invernadero en lugar de reducirlas en la fuente. Los gobiernos nos hunden cada vez más en esta crisis porque no logran abordar las causas reales del cambio climático y las empresas controlan cada vez más la agenda de las conferencias y las tecnologías relacionadas con las falsas soluciones que son propuestas y respaldadas por la ONU.
El director de la FAO, Graziano da Silva, en un debate sobre la próxima cumbre del clima, manifestó hace poco: “Creemos que la agricultura, en su sentido amplio - incluidas la silvicultura, la pesca y la acuicultura - puede y debe desempeñar un papel central en la lucha contra el cambio climático (..)” (1) Sin embargo, ni las empresas de monocultivos forestales industriales ni las empresas del agronegocio pueden ser jamás parte de la solución ya que los modelos de los que dependen son el problema (2). Por el contrario, son las comunidades campesinas y las comunidades que dependen de los bosques las que ofrecen y practican de manera convincente la soberanía alimentaria como solución. Como ha calculado GRAIN, el sistema industrial de alimentos es en gran medida responsable de la crisis climática pues produce aproximadamente la mitad de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Mientras que, por el contrario, un sistema alimentario basado en el manejo adecuado del suelo, la agricultura natural, los mercados locales, los alimentos frescos y la distribución equitativa de la tierra, no solamente sustentaría a numerosas comunidades campesinas y comunidades que dependen del bosque en todo el mundo sino que también sería capaz de reducir las emisiones y que los suelos vuelvan a capturar carbono.
Pero hay un largo camino por recorrer antes de llegar allí. Como se muestra en uno de los artículos del boletín, la industria de los fertilizantes domina las discusiones y la toma de decisiones en torno a qué hacer con la agricultura y con el sistema alimentario mundial. Otro artículo reflexiona acerca de cómo los acuerdos comerciales hunden al mundo cada vez más en la crisis climática. Los proyectos REDD+ y los mercados de carbono dejan indemnes a los contaminadores e impiden a las comunidades locales acceder a los bosques de los que obtienen su sustento. Otro artículo pone de relieve cómo los sistemas de certificación creados para dar “etiquetas verdes” a las industrias de monocultivos, como las de árboles para madera y celulosa, las de soja o palma aceitera, buscan alianzas con REDD. Una conversación entre GRAIN y WRM sobre los sistemas de certificación y las plantaciones de palma aceitera arroja cierta luz sobre lo que significan estos mecanismos para las comunidades locales. Y el tema de la expansión de las plantaciones de eucaliptos en Mozambique y Brasil, también tratado en este boletín, merece atención: estas plantaciones pueden ser llamadas “inteligentes” desde una perspectiva empresarial, pero de ninguna manera desde la perspectiva del clima, la soberanía alimentaria y el bienestar de las comunidades.
En los preparativos de las movilizaciones en torno a la próxima cumbre climática de la ONU en París, este mes de diciembre, los movimientos sociales de todo el mundo se disponen a impulsar soluciones reales y denunciar las falsas soluciones que están en la mesa de negociaciones de la ONU. Es importante entonces presentar de manera central las luchas y soluciones de los campesinos y campesinas así como de las comunidades que dependen de los bosques.
GRAIN (https://www.grain.org/) y WRM (http://wrm.org.uy/)
2. Ver más información acerca de cómo las plantaciones de monocultivos a gran escala son el principal motor de la deforestación en:http://wrm.org.uy/es/listado-por-temas/deforestacion/causas-directas/monocultivos-de-arboles-a-gran-escala/
Y sobre el papel de la agricultura industrial como principal motor de la deforestación en: http://wrm.org.uy/es/listado-por-temas/deforestacion/causas-directas/ganaderia-y-agricultura-industriales/