Timor Oriental: sobrevivencia, petróleo y soberanía

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"La estrategia consistió en sobrevivir". Esa fue la respuesta que la población de Timor nos dio a una delegación de Oilwatch presentes en el país una semana después de conseguir la independencia. Mantenerse vivos ante la masacre desatada y organizada por el presidente de Indonesia. Incluso nos dijeron que el actual presidente de Timor Oriental, Xanana Gusmão, ejerció de mago para salvar su vida gracias a un juego de manos al momento de su detención en 1992. A la magia le debe la vida.

Timor Oriental se constituyó en República independiente el 20 de mayo del 2002, pero su nacimiento estaba acompañado de una gran duda: ¿Era ventaja o desventaja estar sobre un gigantesco depósito de petróleo? ¿Puede crecer la soberanía entre las presiones de las multinacionales? Tal vez hoy, tras la invasión de los EEUU a Irak, la respuesta sea más sencilla que entonces.

De la pequeña isla de 32 mil kilómetros cuadrados, 19 mil corresponden a Timor Oriental. Todo en la isla da testimonio de la larga guerra sostenida desde que fuera invadida en diciembre de 1975 por el régimen por Suharto, dictador de Indonesia. La invasión se produjo apenas10 días después de dejar de ser colonia portuguesa. Con la "revolución de los claveles", Portugal renunció a sus colonias y Timor Oriental empezaba a soñar con su soberanía.

El ejército del gobierno dictatorial de Suharto, quien llegó al poder al igual que la mayoría de tiranos, apoyado por los Estados Unidos, asesinó a la mitad de la población de Timor. La intervención se realizó con el beneplácito de Washington, que temía un giro de Timor al socialismo, al igual que hicieran otras excolonias portuguesas.

Caído Suharto, y con la usualmente tardía intervención de las Naciones Unidas, se convocó un referendum en el que un 78.5 por ciento de los electores de Timor Oriental votó por la independencia. La votación no fue más alta debido a los programas de colonización de la isla que impuso el gobierno de Indonesia. Tras el referendum las matanzas se recrudecieron, instigadas por el gobierno de Indonesia y con la acostumbrada impotencia de las Naciones Unidas. Timor Oriental conquistó su independencia a fuerza de mantenerse vivos.

Hoy, a pesar de haber alcanzado su soberanía territorial, Timor debe enfrentar serias dificultades y dar una nueva batalla por su soberanía patrimonial.

El nuevo país nace con bosques degradados por la acción militar. El ejército de Indonesia deforestó grandes extensiones, incluso defoliaron la selva para combatir a la guerrilla.

Con un poco de café que exporta y otro poco de extracción de sándalo, que ha sido arrasado desde el tiempo de los portugueses, Timor tiene dificultades para estructurar propuestas que lo hagan soberano en materia de alimentación.

Y ni qué decir en cuanto a soberanía energética. Sus fuentes de energía, además de la leña, son el keroseno, la gasolina y el diesel importados de Indonesia, que no llegan a la mayoría de la población.

Pero por otro lado, bajo el subsuelo se hallan grandes reservas de petróleo y gas, no sólo crudo off-shore (existente en tres regiones), sino que también hay dos zonas de afloramientos naturales, de gas en la una y de petróleo en la otra.

Timor Oriental inició su vida independiente en medio de una crisis económica total y dependencia absoluta de la asistencia internacional, sobre todo de las Naciones Unidas. Aunque como suele ocurrir en estos casos, las ayudas son autoayudas y de los fondos invertidos en los programas de rehabilitación más del 80% ha sido para pagar consultores extranjeros.

Y la situación cada vez empeora más. El 23 de julio del 2002 Timor se convirtió en nuevo miembro del Banco Asiático de Desarrollo (BAD), cuya tradición ha sido invertir en mega proyectos, y que ahora, dentro de una línea de reducción de la pobreza al estilo del FMI y el Banco Mundial, apoya los procesos de liberalización y privatización. Las decisiones dentro del BAD, se toman, como en el Banco Mundial, por votos y el peso del voto se determina por la inversión en el banco, lo que permite a Japón el peso del 13.1 de las decisiones frente al O.3 de Timor.

Los planes para Timor no son apoyar su soberanía, sino que, por el contrario, apuntan a privarlo de sus derechos. Timor hace esfuerzos por ejercer control sobre sus reservas de petróleo en una desigual lucha con Indonesia y Australia y bajo las presiones de grandes empresas como Shell y Conoco-Philips que están buscando con quién tendrán mayores privilegios para decidir con quien negociar y les preocupa la intención de Timor de poner nuevos impuestos. El petróleo de Timor es una doble trampa: una amenaza permanente a su soberanía y un riesgo de caer atrapados en un modelo rentista de la economía.

Las expectativas de ingresos por el gas y petróleo son muy fuertes. Se calcula que Timor podría recibir entre 8 y 38 mil millones de dólares para los próximos 30 años, dependiendo de la línea de frontera que se fije. Para tener una idea de la enormidad de esas cifras, baste decir que el presupuesto del gobierno para el año entrante es de apenas 77 millones.

La discusión de la soberanía tiene muchas aristas. Timor Oriental tuvo un fuerte costo humano para asumir el proceso de independencia territorial. Hoy se pone en riesgo todo su patrimonio, pues reservas de esa magnitud tienen la potencialidad de destruir el país.

Xanana Gusmão y su gabinete tendrán que recurrir nuevamente a la magia para reconquistar, esta vez, su soberanía patrimonial. Ojalá sigan creyendo tanto en ella como en la necesidad de ser soberanos.

Por: Esperanza Martínez, Oilwatch, correo electrónico: tegantai@oilwatch.org.ec