Un nuevo negocio destructivo: créditos de carbono procedentes de plantaciones de árboles

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Monocultivo de pinos. Foto: Embrapa

Este editorial es parte del boletín especial "Plantaciones de árboles para el mercado de carbono: más injusticias para las comunidades y sus territorios"
Ver el boletín completo aquí.

 

Hace casi 24 años, el WRM publicó un documento titulado “El mercado de Carbono: sembrando más problemas”, que tenía como objetivo alertar sobre una nueva oportunidad de negocios para la industria de las plantaciones: la expansión de las plantaciones de árboles para generar créditos de carbono que permitieran a las empresas contaminantes afirmar que el daño climático causado por la quema continua de combustibles fósiles quedaba compensado. Esa primera ola de plantaciones destinadas a generar créditos de carbono fue motivada principalmente por el Protocolo de Kioto. Este acuerdo de las Naciones Unidas dio origen a mecanismos de compensación de carbono que ayudaron a los gobiernos y empresas del Norte a evitar la implementación de las medidas necesarias para detener el caos climático: poner fin a la extracción de petróleo, gas y carbón.

Dentro de los mecanismos del comercio de carbono del Protocolo de Kioto, el comercio de créditos de carbono procedentes de plantaciones de árboles continuó siendo limitado, en particular por el evidente absurdo de pagar a las empresas de plantaciones por un negocio ya muy rentable que estaba causando enormes daños ecológicos y socioeconómicos bien documentados, así como violaciones de derechos humanos.

La industria de las plantaciones y las ONG conservacionistas llevaron la idea de las “plantaciones de carbono” al llamado mercado voluntario de carbono. Siguieron promoviendo la plantación de árboles como una “solución” a la crisis climática, alegando que era imposible alcanzar el objetivo del Acuerdo de París de la ONU de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5°C sin utilizar árboles para “eliminar” el carbono de la atmósfera. Esta falsa afirmación fue reiterada y difundida una y otra vez, de manera constante, hasta lograr que se iniciara una nueva ronda de iniciativas en materia de plantaciones de árboles para compensar las emisiones de carbono. Desde la adopción del Acuerdo de París de las Naciones Unidas sobre el cambio climático en 2015 y, en particular, tras la conferencia de las Naciones Unidas sobre el clima, celebrada en noviembre de 2021 en Glasgow (Escocia), las iniciativas de compensación de carbono que implican plantaciones de árboles se han multiplicado. Las promesas de las empresas de convertirse en productoras de emisiones “cero netas” han dado lugar a que proliferen proyectos de compensación de carbono en numerosos países del Sur global.

Como resultado, el número de proyectos de plantaciones para los mercados voluntarios de carbono ha aumentado más del doble en los últimos tres años. Estos proyectos no sólo crecieron en número sino también en escala. La mayoría de estos proyectos se están llevando a cabo en el Sur global, donde las empresas de plantaciones pueden obtener grandes extensiones de tierra, los árboles crecen rápidamente y hay muchas formas de evitar las reglamentaciones. Éste ha sido el patrón desde la época colonial: las empresas apuntan a las tierras en el Sur global para expandir sus negocios porque es donde pueden obtener las mayores ganancias explotando la tierra y a la gente.

A pesar de la enorme propaganda de la industria de las plantaciones y sus aliados para tratar de maquillar de verde su imagen, sus plantaciones industriales destruyen los medios de vida locales, acaparan vastas superficies de tierra, contaminan el agua e instalan la violencia. También es absurdo creer que las plantaciones de árboles puedan compensar el daño (climático) resultante de la quema de carbono fósil. Las plantaciones de árboles pueden almacenar carbono temporalmente, pero no pueden garantizar el almacenamiento durante los cientos de años que el carbono liberado por los depósitos subterráneos de petróleo, gas y carbón interferirá en el clima. Afirmar que las plantaciones de árboles pueden compensar las emisiones resultantes de la quema de combustibles fósiles solo beneficia a las empresas de plantaciones y al sector extractivo que puede continuar —e incluso aumentar— la extracción y el uso de carbono fósil.

Con este boletín el WRM quiere llamar la atención sobre esta nueva estrategia comercial que busca que la expansión de las plantaciones de árboles sea aún más rentable para la industria de las plantaciones. Los sucesivos artículos explican cómo y dónde se produce esta expansión, y quién se beneficia de este último avance de las empresas para imponer más plantaciones de árboles destructivas.

Una cosa está clara: las comunidades cuyos medios de vida dependen de sus territorios no se beneficiarán de que más plantaciones de árboles ocupen sus tierras.