En mayo de 2003 decíamos que “En casi todos los países los monocultivos de árboles a gran escala se han impuesto y desarrollado una vez que se ha logrado modificar las leyes de cada país de tal forma que empresarios nacionales y extranjeros obtienen todo tipo de beneficios, subsidios directos e indirectos, exenciones impositivas y hasta créditos blandos y reintegros por plantaciones a gran escala” (ver Boletín Nº 70, artículo sobre Ecuador).
En aquel momento el Movimiento Mundial por los Bosques fue testigo de las presiones ejercidas sobre el gobierno de Ecuador para tomar medidas en ese sentido. Participamos de un Seminario que tenía como objetivo la formulación de un "Plan Nacional de Forestación y Reforestación". La metodología del evento permitió que terminara siendo monopolizado por las empresas forestales, lo que motivó que las pocas organizaciones civiles, campesinas e indígenas ecuatorianas que lograron participar emitieran una declaración al respecto, en la que expresaban, entre otras cosas, que “Para las comunidades campesinas e indígenas las plantaciones forestales comerciales a gran escala, especialmente en monocultivos, no son una alternativa de desarrollo, que por el contrario provocan problemas tales como:
- La deforestación de áreas de bosques nativos para sustituirlas por plantaciones introducidos como es la constante en los proyectos de “reforestación”.
- La disminución de fuentes de agua como la consecuencia de plantaciones realizadas, sobre todo en los páramos.
- La reducción de la fertilidad del suelo como es el caso de las plantaciones de monocultivos de plantas exóticas desplazando nuestras especies nativas y nuestra biodiversidad.
- La apropiación de tierras de las comunidades ya sea vía arrendamiento o hipoteca como en el caso de las comunidades afectados por las industrias madereras, con hipotecas hasta 99 años.
- La compra de tierras por parte de empresas transnacionales como es en el caso de Mitsubishi en Muisne.
- La pérdida de biodiversidad, cambios en la flora y la fauna, constante en todos los proyectos de plantaciones.
- El aumento de riesgo de incendios como el caso de SIGSIG.
- Reducción de las zonas de conservación como el caso del Parque nacional Cotopaxi.”
Más de tres años después, otra vuelta de tuerca amenaza afianzar una legislación que promovería los monocultivos en gran escala de árboles. El Ministerio del Ambiente está conduciendo un proceso denominado Diálogo Nacional sobre el Sistema de Control Forestal en el Ecuador, que incluye la organización de cinco talleres regionales y un taller nacional, con miras a implementar el Sistema en julio de este año. Este proceso ha sido duramente cuestionado por numerosas organizaciones sociales e indígenas del país, por considerar que se trata de un “diálogo” no participativo, tanto que el 9 de junio hicieron llegar una carta a la Ministra de Medio Ambiente en la que reclaman, entre otros cosas, su inmediata suspensión (la carta completa puede leerse en http://www.wrm.org.uy/paises/Ecuador/CartaMAE.pdf).
Entre sus reclamos figura que: “Este proceso no incluye a actores importantes afectados directamente por la destrucción de los bosques, a sus organizaciones de base y a sus organizaciones nacionales. El diálogo regional [realizado en la ciudad] de Esmeraldas evidencia la falta de participación de grupos ciudadanos y comunitarios. La representatividad mayoritaria en estos procesos corresponde a la industria maderera. Este hecho es preocupante pues sus representantes no pueden ser juez y parte en la discusión de un tema tan delicado para el país como el control de la deforestación. Esta representatividad explica que en estas reuniones se apunte más a formular una política forestal, a ampliar la superficie de plantaciones forestales (desregularizar) e incrementar incentivos a las plantaciones. Esto beneficia abiertamente a los industriales madereros y no resuelve el aspecto fundamental de la convocatoria: el control forestal.
Asumir una política de control forestal supone, desde nuestro punto de vista al menos, los siguientes aspectos:
1. La participación activa y el consentimiento de las comunidades afectadas, de sus organizaciones de base y de sus organizaciones nacionales.
2. Conservar los últimos bosques primarios que sobreviven en el país, prohibiendo totalmente su explotación y exigiendo el cumplimiento de la legislación que protege el patrimonio forestal del Ecuador.
3. Aplicar una moratoria a la industria maderera hasta determinar los impactos sociales, ambientales y económicos que ha causado al país; y,
4. Prohibir la ampliación de plantaciones, principalmente de eucalipto, pino y palma africana, que están terminando con bosques primarios y tierras de vocación agrícola; además de atentar contra las fuentes de agua y la vida de las poblaciones locales.”
Las organizaciones firmantes denuncian que “el sector maderero intenta establecer una nueva política forestal a su medida, ignorando por completo la necesidad de una auténtica política de control forestal ausente en nuestro país”.
Por todos esos argumentos es que las organizaciones se retiraron del proceso y piden a las autoridades que se “convoque a un diálogo con verdadera participación, representación y consentimiento, donde decidamos sobre la gestión de nuestros recursos generales y no se faciliten las condiciones para que sean los grupos de poder de siempre quienes continúen destruyendo el patrimonio natural del país”.
Ecuador todavía está a tiempo. Es por eso que se organizó una acción internacional de apoyo a las organizaciones sociales e indígenas que intentan evitar la aprobación en su país de una legislación que implicaría la expansión de los monocultivos en gran escala de árboles (para ver todo el material de la campaña, ir a http://www.wrm.org.uy/paises/Ecuador/LeyForestal/index.html). De todas partes del mundo, quienes tienen claro que estas plantaciones sólo favorecen a las grandes empresas y para los pueblos sólo traen impactos sociales, ambientales y económicos desastrosos, se han solidarizado con el pedido del pueblo ecuatoriano y han enviado cartas de apoyo al mismo, antes de que sea demasiado tarde...