La globalización ha invadido nuestra mesa. Los alimentos son trasladados por los mares, de sur a norte y de este a oeste. Cuanto más lejos mejor (para las compañías transnacionales) porque eso implica comercio, embalaje, procesos de conservación, aranceles, importadores, exportadores, etc.
Hoy es posible encontrar frutas tropicales en los mercados de los países fríos, o pescado y frutos del mar en regiones sin acceso al mar. Y la lista es larga. Esto es mostrado como un signo de progreso y mayor cantidad de opciones para la gente.
En realidad, no es más que comercio mundial. Más precisamente, la internacionalización del "libre" comercio, con aranceles y cuotas reducidas, con eliminación de barreras arancelarias y no arancelarias, con el objetivo de suministrar productos exóticos a mercados lucrativos. Y detrás de todo eso está la Organización Mundial del Comercio (OMC), la institución mundial encargada de regular el comercio mundial, junto con agencias y bancos internacionales (FAO, Banco Mundial, etc.), promoviendo un modelo intensivo de producción y demanda. Los países en desarrollo se convierten en los proveedores, a través del aumento de créditos y préstamos de instituciones de crédito, que típicamente financian sistemas intensivos de producción de monocultivos.
Es el caso del comercio del camarón. El consumo de camarón está sumamente expandido en EE.UU., Europa y algunos países asiáticos. Los desembarques de camarón de pesquerías de "captura" han rondado entre 2 y 3 millones de toneladas al año. Para algunos países en desarrollo, el comercio de productos del mar es mayor que el de café, té, caucho y banana combinados.
En los años 80, el desarrollo de la acuicultura de camarón, que implicó la conversión de extensas áreas de manglares tropicales en estanques de acuicultura, permitió el crecimiento drástico del consumo de camarón y la caída abrupta del precio del mismo. Por ejemplo, muchos restaurantes de EE.UU. ahora ofrecen menúes baratos exclusivamente de camarón y tenedor libre de lo que una vez fue un manjar exclusivo y caro.
La producción intensiva de camarón orientada a la exportación, con una alta tasa de rendimiento sobre la inversión a corto plazo (y oferta barata) a expensas de la degradación del medio ambiente, el desplazamiento de comunidades, la pérdida de las formas de sustento tradicional, violaciones de los derechos humanos, son entonces los pilares de un comercio mundial del camarón que por otro lado ha implicado la pesca excesiva y el agotamiento de los mares. Y en el medio hay toda una artillería completa de intereses empresariales.
Los promotores del comercio mundial sostienen que el comercio es neutral con relación al medio ambiente, la sociedad, el manejo sustentable y la eficiencia económica. Pero nada más alejado de la realidad. El comercio puede tener efectos positivos o negativos, pero no puede ser sustentable sin producción sustentable. La producción industrial del camarón para la exportación ya ha demostrado que no es sustentable desde el punto de vista social y ambiental y por lo tanto debe ser detenida antes de que produzca más daños a los pueblos y sus ecosistemas costeros.
Artículo basado en información obtenida de: Isabel de la Torre (ISA Net), y David Batker (APEX),
"Prawn to Trade, Prawn to Consume";
"Engineering the Blue Revolution";
"Rocking the Boat: Conserving Fisheries and Protecting Jobs", Anne Platt Mc Ginn, WorldWatch Paper 142, junio de 1998;
"The devastating delicacy", Greenpeace/USA, http://www.greenpeaceusa.org/reports/biodiversity/shrimp/shrmp02.html