Los bosques de manglar cubren a la fecha un área de 181.000 km2 distribuidos en más de 100 países, pero se ha perdido más del 50% en los últimos 50 años. Algunas actividades directas que están destruyendo el manglar o lo están degradando incluyen su sustitución por actividades como la cría del camarón y la agricultura, la explotación maderera, la extracción de sal, el desarrollo urbano, el desarrollo turístico y la infraestructura. Además, otros impactos incluyen el desvío de las aguas de los ríos y la contaminación de las aguas causada por metales pesados, derrames de petróleo, plaguicidas y otros productos.
El establecimiento de granjas camaroneras ha sido la principal causa de la pérdida de manglares en muchos países en los últimos 30 años. En Vietnam, un total de 102.000 hectáreas de manglares ha sido convertido a acuacultura entre 1983 y 1987; en Honduras entre 1986 y 1994 se han destruido más de 12.000 hectáreas de manglares para la construcción de piscinas camaroneras; en Ecuador mas de 180.000 hectáreas de piscinas camaroneras fueron construidas sobre áreas de manglar; en Tailandia, entre 1961 y 1993 se destruyeron más de 80.000 hectáreas para convertirlas en piscinas para la cría del camarón.
Toda esta pérdida de los manglares en los trópicos ha sido facilitada en gran escala por el apoyo financiero internacional, aportado principalmente por el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo. La Corporación Financiera Internacional aprobó entre 1997 y 2000, préstamos por valor de US$ 82 millones para el desarrollo de la acuacultura en América Latina. Los países "beneficiados" han sido Belice, México, Honduras, Ecuador y Perú.
Una de las fuerzas detrás de la masiva pérdida de manglares durante la última década es la incapacidad de los economistas de reconocer el valor de los productos naturales y los servicios ecológicos producidos por este ecosistema. Debido a esto, los manglares han sido considerados tierras sin uso, sin valor y desperdiciadas y por lo mismo sujetas a la conversión como la camaronicultura, la cual genera productos con valor de mercado.
Sin embargo, los manglares generan un amplio rango de recursos naturales y servicios de ecosistema. Algunos de estos servicios, como la protección contra huracanes e inundaciones, reducción de la erosión y mantenimiento de biodiversidad, son funciones clave que sostienen actividades económicas en áreas costeras en los trópicos. Productos forestales de los manglares tales como materiales de construcción, carbón, taninos, medicinas y miel son vitales para la subsistencia y proveen una base comercial para las economías locales y nacionales. Las economías costeras de subsistencia en muchos países en desarrollo son fuertemente dependientes de la pesca proveniente de manglares.
Se ha descubierto que cada hectárea de manglar genera 1.100-11.800 kgs. por captura de pesca. Esta productividad es mucho más alta que los 10-370 kg./ha/año encontrada para arrecifes de coral. En países en desarrollo, el valor anual del mercado de pesca dependiente del manglar oscila entre US$ 900 y US$ 12.400 por hectárea de manglar. Se debe enfatizar que este valor está basado en un sólo bien proveniente del manglar, es decir, solamente de la pesca. Esfuerzos adicionales para estimar el valor económico de los recursos forestales y servicios ecológicos generados por los manglares demostrarán el significativo valor de este ecosistema y su apoyo a la subsistencia de economías locales y nacionales.
Mientras se logra ese reconocimiento al valor de los manglares y el apoyo por parte de las autoridades para su conservación, en los últimos años, las comunidades costeras han vivido uno de los momentos mas críticos de toda su historia. Después de décadas o siglos de uso de estos ecosistemas sin mayores conflictos, ahora se enfrentan con el hecho cotidiano de ver como dos, veinte o sesenta bulldozers llegan un "mal día" para destruir en menos de dos semanas lo que había constituido su sustento y su economía por generaciones. Al final de dos meses lo único que queda son los recuerdos y una cantidad inmensa de piscinas para la cría de camarón.
Los manglares se están perdiendo para siempre y con ello las economías de cientos de comunidades costeras, principalmente pescadores artesanales de rivera. Esta destrucción se extiende cada día por todos los países del mundo con costas tropicales. En América Latina, desde México hasta Perú y Brasil, la industria camaronera no se detiene. Los esfuerzos de las comunidades costeras por defender sus manglares han costado la vida de varios pescadores artesanales en México, Guatemala y Honduras. Actualmente los movimientos de base están creciendo y para coordinar y detener esta vorágine se ha estructurado una "Red Manglar" con el objetivo de que todas las comunidades costeras tengan un mecanismo para coordinar sus esfuerzos. En su primera asamblea llevada a cabo en septiembre de este año, la Red Manglar logró la presencia de organizaciones de diez países de América Latina con el objetivo de luchar con una sola voz: El manglar es vida, que viva el manglar. Justicia para el manglar.
Por: Elmer López Rodríguez, Greenpeace;