Indonesia está sufriendo un acelerado proceso de plantación de palma aceitera. En una dinámica promovida por el gobierno -que planea convertir a este país en el primer productor mundial de palma oleaginosa- y dirigida por un reducido grupo de poderosas compañías, se espera que el área actual de 3,2 millones de hectáreas aumente a una tasa de 330.000 hectáreas anuales.
Dado que estos monocultivos invaden tierras originalmente ocupadas por bosques y generalmente habitadas por pueblos indígenas y comunidades locales, su expansión trae consigo significativos problemas desde el punto de vista ambiental y social: degradación de suelos, pérdida de biodiversidad -debido a la presencia del monocultivo en si mismo y al uso de pesticidas y herbicidas- dependencia de la economía local de un sólo producto cuyo precio además está afectado por variaciones en el mercado internacional, etc. Se han denunciado una cantidad de casos de conflictos en lo que respecta al uso del territorio y los recursos naturales, así como a violación de derechos humanos.
Concientes de la necesidad de trabajar y de desarrollar planes en forma conjunta para coordinar y fortalecer los esfuerzos desarrollados a nivel local, nacional e internacional, un grupo de ONGs indonesias fundaron en julio de 1998 Sawit Watch, y desde entonces otras organizaciones vienen sumándose a la iniciativa. Sawit Watch ha logrado éxitos en sus actividades de apoyo a las luchas locales y de los pueblos indígenas contra las compañías plantadoras de palma, de realización de campañas contra el Préstamo de Ajuste Sectorial del FMI y el Banco Mundial para la liberalización de las plantaciones de palma, y de incremento del nivel de concientización de la opinión pública acerca de los impactos sociales y ambientales provocados por estas plantaciones.