La creciente demanda de papel y de madera a nivel global, junto a la necesidad de preservar los bosques aún remanentes, son argumentos utilizados para justificar la expansión de las plantaciones forestales para la producción de pulpa y madera. Por otra parte, la amenaza que significa el calentamiento global viene siendo usada para promover las plantaciones como sumideros de carbono. Sin embargo, el tema del consumo excesivo de papel, madera y combustibles fósiles -que se encuentran en la raíz de la presente crisis- no está incluido en la ecuación.
La industria del papel promueve constante y activamente nuevos usos a nivel comercial y doméstico para ese producto. Los supuestos beneficios del aumento en el consumo del papel constituyen un argumento frecuentemente utilizado por los promotores de las plantaciones para justificarlas y presentarlas como algo positivo para el desarrollo humano. La industria procura que se asocie el consumo de papel con la alfabetización, el nivel cultural, el acceso a la información escrita y, por lo tanto, a una mejor calidad de vida.
No obstante, lo que realmente sucede es que una gran parte de la celulosa producida en el Sur no es utilizada para satisfacer las necesidades de las poblaciones de esos países, sino las del Norte. El argumento de la alfabetización -aun entendiéndola como la mera habilidad de leer y escribir, y suponiendo que su tasa depende sólo de la disponibilidad de materiales impresos- no es tan relevante como parece: mientras que el 40% de la producción mundial de papel es utilizada para empaquetado y envoltura, tan sólo un 30% se usa para papel de escritura e impresión. Lo que es más, una enorme proporción del consumo de papel de escritura e impresión se usa para fines publicitarios. En suma, un gran porcentaje del actual patrón ambientalmente insustentable de consumo de papel es, además, socialmente innecesario.
El aumento del consumo de madera es también presentado como algo necesario, con el argumento de que las plantaciones pueden aliviar la presión sobre los bosques, al constituir una fuente de madera para satisfacer la demanda mundial sin necesidad de cortar los bosques. Sin embargo, una vez más los argumentos son falsos. Las plantaciones no tienen como objetivo la satisfacción de las necesidades de madera de las comunidades locales (para vivienda, leña, artesanía, herramientas, etc.), sino la de alimentar el consumo excesivo del Norte. Al mismo tiempo, se sigue cortando los bosques, ya que la madera proveniente de las plantaciones se considera que no tiene la calidad requerida para producir una gran cantidad de productos madereros que son entonces producidos con materia prima proveniente de los bosques. Por lo tanto, no es cierto que las plantaciones colaboren a aliviar la presión sobre los bosques.
El consumo de combustibles fósiles constituye una de las principales causas del cambio climático. Los países del Norte son responsables de la emisión de los mayores volúmenes de gases de efecto invernadero derivados de la quema de combustibles fósiles. La "solución" que éstos plantean es plantar árboles de rápido crecimiento -fundamentalmente en el Sur- como sumideros de carbono, con el objetivo de no tener que encarar acciones que efectivamente contrarresten el efecto invernadero. La verdadera solución debería estar dirigida hacia la sustitución de los combustibles fósiles por fuentes de energía limpia, renovable y de bajo impacto y hacia un uso eficiente de la energía. Las tecnologías están disponibles, pero falta la voluntad política para implementarlas.
SU PARTICIPACION ES VITAL:
- Las ONGs del Norte pueden implementar campañas de concientización de los consumidores, vinculando el consumo excesivo con la expansión de las plantaciones -y con los impactos por ellas producidas- en el Sur
- La comunidad de ONGs puede ejercer presión sobre el sistema de Naciones Unidas para limitar su consumo de papel a cierto nivel en un determinado lapso (¿la mitad en el plazo de dos años?), dando de ese modo un ejemplo de conciencia ambiental a nivel mundial
- Las ONGs del Sur pueden trabajar para generar conciencia sobre la insustentabilidad de los patrones de consumo dominantes, que también están siendo promovidos en el Sur