Forestadores japoneses invaden China

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En tiempos del Imperio, Japón invadió China para expandir su poder en el Lejano Oriente. Hoy en día, cuando los tiempos de guerra en esa región ya han pasado, un nuevo tipo de invasión amenaza al territorio chino: el de las plantaciones forestales asociadas a los Mecanismos de Desarrollo Limpio (CDM, por su sigla en inglés) bajo el Protocolo de Kyoto.

En un intento de asegurarse mayores cuotas para la emisión de dióxido de carbono, veinticinco compañías japonensas quieren iniciar un gran programa de forestación en China. La industria japonesa es uno de los más importantes agentes del calentamiento global a través de la emisión de gases de efecto invernadero -principalmente anhídrido carbónico- a la atmósfera. En lugar de buscar desarrollar tecnologías ambientalmente sustentables y de colaborar en frenar el consumismo que caracteriza a la moderna sociedad japonesa, el poderoso lobby de la industria parece haber encontrado un atajo: la plantación de extensos monocultivos forestales en el extranjero.

Takashi Imai, presidente de la Federación Japonesa de Organizaciones Económicas (Keidanren), presentó el proyecto al Presidente de China Jiang Zemin durante su reciente visita a Japón. El proyecto es presentado bajo el disfraz de la restauración de los recursos forestales destruídos por una gran inundación. Las compañías proponentes ya han establecido un grupo de tareas encargado de determinar las localizaciones, la escala y un cronograma, y pedirán al gobierno japonés que el proyecto reciba apoyo oficial como proyecto “ambiental”. A través de su agencia de “cooperación” internacional –JICA- el Japón ha venido promoviendo el modelo de grandes plantaciones de especies de rápido crecimiento en régimen de monocultivo en varios países del Sur.

Oji Paper Co. y Sumitomo Forestry Co. suministrarán la tecnología. Ebara Corp., Nippon Steel Corp., Tokyo Electric Power Co., Obayashi Corp., Komatsu Ltd. y Mitsubishi Corp. son las principales firmas que están llevando adelante el proyecto.

La planeada forestación de 100.000 hectáreas absorbería un volumen estimado de 500.000 a 600.000 toneladas de dióxido de carbono por año, que equivale al 6-7% de la liberación total de este gas por parte de la industria papelera en Japón en el año fiscal 1997. Las compañías esperan que el proyecto colabore a la reducción del 6% en sus emisiones (a partir de los niveles de 1990) que Japón debe alcanzar para el año 2010. Según las mencionadas firmas, sería muy difícil llegar a una reducción de ese nivel únicamente a través de acciones a nivel nacional.

Aún dejando de lado los efectos ambientales y sociales negativos de las plantaciones forestales en gran escala a nivel local y regional, su utilidad para disminuir el tenor de dióxido de carbono en la atmósfera se sustenta sobre bases científicas débiles. Desde el punto de vista político y social, la solución al problema del calentamiento global no puede ser dejada en manos de los mismos agentes que han contribuido históricamente a generar el problema. En lugar de afrontar la cuestión con un enfoque realista –que llevaría al incremento del manejo forestal sustentable, la promoción del crecimiento de los bosques secundarios y el respeto a las comunidades y los pueblos indígenas que viven en y de los bosques- los gobiernos del Norte y las transnacionales ahora están tratando solamente de “pintar de verde” su imagen, pero su accionar se basa en el principio: yo emito, tú absorbes. Entretanto el calentamiento global sigue incrementándose.

Fuentes: Nihon Keizai, Inside China Daily, 25/11/1998. “Japan eyes forestation in China”. Comentarios: Secretariado Internacional del WRM.