Indonesia: oposición a las plantaciones de palma oleaginosa

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Indonesia está sufriendo un acelerado proceso de plantación de palma aceitera. Se espera que la actual superficie de 3.200.000 hectáreas aumente a una tasa de 300.000 hectáreas anuales. Dado que estos monocultivos invaden territorios originalmente ocupados por bosques y generalmente habitados por pueblos indígenas y comunidades locales, su expansión consituye un significativo problema ambiental y social. Ya se han denunciado muchos casos de conflictos en relación con el uso del territorio y los recursos naturales (ver Boletines nros. 14 y 15 del WRM).

Dicha actividad se encuentra en manos de un poderoso grupo de compañías, que generalmente integran la totalidad del proceso productivo, desde las plantaciones a las fábricas para procesamiento y cocido del aceite, incluyendo la producción de aceite de palma crudo. A través de la enorme expansión que se ha dado en los últimos años, el dominio de este conglomerado se volverá seguramente cada vez mayor. Algunas de las compañías provienen de otros sectores de la economía, en tanto otras -como Musim Mas, Bukit Kapur Reksa y Hasil Karsa- han crecido a partir del propio negocio de la industria de aceite de palma.

En la primera etapa de la cadena de producción las compañías más importantes son los grupos Sinar Mas y Salim, con una superficie de 64.010 hectáreas y 49.492 hectáreas plantadas respectivamente. El Grupo Salim, al que fue conferida una concesión por 130.000 hectáreas para ser destinadas a plantaciones de palma en Kalimantan Oriental, es hoy en día el mayor terrateniente del país en ese ramo. Otro pez gordo es Sumalindo Lestari Jaya, que recibió 119.500 hectáreas. En lo que respecta a la industria, el Grupo Musim Mas es el mayor productor de aceite cocido, contando con cuatro fábricas localizadas en Medan, Bekasi y Sidoario, con una capacidad de producción de 877.000 toneladas anuales.

Hay también una empresa estatal, que aporta un importante volumen a la industria del aceite de palma: se trata de PTPN IV, con base en Sumatra del Norte. En 1997 su producción alcanzó las 554.899 toneladas. PTTN posee también plantaciones en Kendari, al sudeste de Sulawesi.

Actores extranjeros juegan también un importante papel. El 75% de los 650 inversores que están presentando solicitudes para convertir territorios ocupados por bosques en plantaciones de palma son compañías de fuera del país. En diciembre pasado el Ministerio de Investigación y Tecnología y la Asociación Indonesia de Palma Aceitera invitaron a 25 inversores holandeses a participar de un proyecto para instalar ese tipo de plantaciones sobre una superficie de un millón de hectáreas de suelos turbosos en Kalimantan Central. Inversores de Brunei también se están preparando para entrar en Indonesia, con un proyecto de plantaciones e industrialización de palma aceitera, de alrededor de 5,5 mil millones de rupias, y que se localizará sobre 360.000 hectáreas en Kalimantan Oriental.

El gobierno no sólo está vendiendo las tierras del país al mejor postor, ignorando los derechos de los pueblos indígenas y las comunidades locales y la sustentabilidad de los ecosistemas, sino que también está participando directamente con inversiones en el sector. En junio de 1998 el Gobierno central suministró a la Oficina de Plantaciones de Kalimantan Oriental la suma de 3 mil millones de rupias, proveniente del Fondo de Reforestación, para plantar con palma aceitera ambos bordes de la carretera Samarinda-Balikpapan. El año pasado el gobierno también destinó 10 mil millones de rupias para el acondicionamiento de 200.000 hectáreas con destino a monocultivos de exportación, entre ellos la palma.

Los pueblos indígenas y los moradores locales oponen fuerte resistencia a esta política. En este tipo de conflicto, la gente debe enfrentarse a las compañías, así como también a la administración local y a los militares, que protegen los intereses de los que invaden sus tierras. Algunos de estos proyectos son para plantación de palma aceitera exclusivamente, en tanto otros incluyen actividades de madereo, minería, etc. Un caso paradigmático es el de las áreas aledañas al Parque Nacional Bukit Tiga Puluh en Riau, Sumatra. En la parte norte de la zona de amortiguación del Parque hay un conflicto por la tierra entre pueblos indígenas y compañías plantadoras, mientras que en la parte oriental los nativos han sido trasladados para así dar paso a plantaciones forestales y de palma aceitera, y a la invasión -promovida y organizada desde el Estado- de inmigrantes provenientes de Aceh Norte y Sumatra Occidental. Según una investigación realizada en 1998 por miembros de LATIN (Lembaga Alam Tropika Indonesia), ICEL (Centro Indonesio para la Legislación Ambiental) y WWF-Riau, al norte de la zona de amortiguación del Parque los indígenas perdieron sus 3.000 hectáreas de tierra –que contenían árboles de caucho y de ratán y huertos frutales- debido a la tala practicada por las empresas PT. Sumatra Makmur Lestari y PT. Arvena Sepakat. Bajo la protección de las autoridades locales y de las fuerzas armadas, e ignorando los 'hak ulayat' (derechos indígenas a la tierra), las compañías mencionadas realizaron expropiaciones, sin brindar compensación alguna para los damnificados, incluso sin tener el correspondiente permiso para establecer plantaciones de palma aceitera en esa zona.

En resumen, las plantaciones de palma oleaginosa en Indonesia constituyen un claro ejemplo de cómo los monocultivos forestales en realidad no protegen los bosques, sino que los destruyen. Y por lo tanto son negativos para la salud de los ecosistemas y para los intereses de los pueblos indígenas y las comunidades locales quienes, junto a ONGs ambientales locales, se oponen a que esta actividad continúe.

Fuentes: Mustafa Alwy, LATIN, Sawit Watch.