La Organización Mundial del Comercio (OMC) está negociando un nuevo acuerdo internacional para eliminar todas las tarifas sobre los productos forestales vigentes en el mundo y para considerar la eliminación de las medidas no tarifarias vinculadas con la protección de los bosques. Los términos del acuerdo, que ha de ser formalizado en la Reunión Ministerial que se celebrará en Seattle, EE.UU., entre el 3 de noviembre y el 3 de diciembre próximos, ha sido fuertemente criticada por la comunidad internacional de ONGs ambientalistas. Se están emprendiendo acciones para denunciar este acuerdo. A continuación se publica un artículo que entendemos ha de ser útil para arrojar luz sobre este oscuro asunto:
“Cuando los ministros de comercio se reunan en Seattle durante el Tercer Encuentro Ministerial de la OMC, del 30/11/99 al 3/12/99, se planea introducir una nueva y ambiciosa agenda con el fin de aumentar el consumo mundial de productos de la madera, abrir los bosques nativos al madereo, debilitar los controles ambientales y abrir la puerta a especies invasoras. La iniciativa más urgente está dada por un acuerdo sobre productos forestales que, según expresara la Representante Comercial de los EE.UU. ante el Congreso, Charlene Barshefsky, constituye una primera prioridad para la negociación. Otros tópicos de la agenda pueden tener impactos todavía mayores sobre los bosques. Entre los consejeros de Barshefsky figuran ejecutivos de las empresas forestales Weyerhaeuser, Boise Cascade, International Paper y Georgia-Pacific. Ningún representante de organizaciones para la protección de los bosques o de los trabajadores está sentado a la mesa. A continuación se presenta una revisión de la nueva agenda de la OMC para los bosques.
Estimular la demanda de productos de la madera
Nuevo Acuerdo sobre Bosques: Los EE.UU. están presionando para que en diciembre próximo se llegue a un nuevo acuerdo sobre productos forestales en forma separada de la agenda general de la OMC, de manera de no verse inundados de trabajo. El acuerdo se centra en la reducción de lo que la industria considera ‘barreras al comercio’. Como resultado habrá de obtenerse la reducción del costo de los productos de la madera para los consumidores, estimulándose así la demanda e intensificándose la corta. En tanto las actuales conversaciones se refieren solamente a la cuestión de las tarifas (tasas de importación), se espera que en las negociaciones se introduzcan temas no tarifarios, que pueden abarcar un amplio rango de cuestiones, incluso las leyes ambientales. Los EE.UU. junto a otros grandes exportadores, bregan por una total eliminación de las tarifas sobre los productos madereros en todo el mundo, especialmente en los gigantescos mercados japonés y coreano. Respecto de las no-tarifarias, una de las cosas que más preocupa a los defensores de los bosques son los procedimientos aduaneros en las fronteras nacionales a efectos de evitar la entrada de especies invasoras. La “bioinvasión” es hoy en día la segunda causa en importancia para la extinción de especies en el mundo, inmediatamente después de la destrucción de hábitats. Asimismo, la industria maderera tiene en la mira a normas de construcción locales que obligan al uso de materiales diferentes a la madera. Su eliminación podría estimular una ulterior demanda de productos madereros. Las medidas no tarifarias no han sido puestas todavía en la mesa de negociaciones, pero los líderes de la industria ya están preparados para presentarlas en cualquier momento.
Debilitar la protección contra especies invasoras
La OMC establece rigurosos límites sobre lo que los gobiernos pueden hacer a efectos de prevenir la entrada de especies invasoras, mediante un acuerdo vinculante conocido como Acuerdo Sanitario y Fitosanitario (SPS, por su sigla en inglés). En tanto el Acuerdo SPS impide que los países pongan en práctica medidas efectivas para minimizar los riesgos de la bioinvasión, los EE.UU. y otros países están haciendo propuestas que podrían convertir incluso a las actuales protecciones en cuestionables (léase ilegales), considerándolas una barrera para el comercio. Otra forma emergente de contaminación biológica –la diseminación indiscriminada de organismos genéticamente modificados (OGMs)- está siendo discutida por la OMC. El uso creciente de variedades genéticamente modificadas de semillas de árboles constituye un riesgo para los bosques nativos, a los cuales pueden migrar OGMs indeseados, luego mutar, multiplicarse y transferir su material genético a otros organismos y especies, con resultados a menudo impredecibles. Las reglamentaciones que se están proponiendo para el comercio de productos biotecnológicos impedirían a los gobiernos tomar medidas para impedir que los OGMs ingresen a sus respectivos países.
Abrir los bosques nativos a los inversores
Las compañías madereras se están yendo al extranjero (de los EE.UU.) en busca de mayores reservas forestales, mano de obra más barata y regulaciones ambientales más débiles. La OMC está preparando la introducción de una amplia agenda dirigida a proteger este tipo de inversiones extranjeras. Entre las ideas que se han adelantado está la de Tratamiento Nacional, según la cual los países deberán tratar a los inversores extranjeros en términos iguales que los destinados a los inversores del propio país. Brasil, Rusia, México y otros países con importantes superficies ocupadas por bosques nativos han limitado tradicionalmente el acceso a sus recursos naturales, con el fin de impedir que su explotación quede en las manos de propietarios ausentistas. Las reglas de inversión promovidas por la OMC institucionalizarían las prácticas de madereo estilo “corta y huye” en todo el mundo, impidiendo que los gobiernos favorezcan a entidades locales que pueden tender a ser más considerados con el uso del suelo y la situación de los habitantes de la zona.
Debilitar las regulaciones ambientales
En la agenda de inversiones figura también una nueva definición de “expropiación”, según la cual los inversores extranjeros podrían llevar a juicio a los gobiernos por promover normas legales por las que se reduzcan las ganancias esperadas de una determinada inversión. Si esto se aprueba, las eventuales nuevas medidas de los gobiernos para proteger sus bosques (o cualquier medida de defensa del interés público) podrían ser cuestionadas como “expropiación” ilegal, sujeta a una completa compensación en dinero al inversor extranjero supuestamente perjudicado. Conocida por sus críticas al principio de que “el contaminador paga”, la OMC propone ahora reglas de inversiones que significarían la paralización de cualquier iniciativa de protección ambiental en el mundo.
Amenaza a las iniciativas de certificación
La industria estadounidense se ve acorralada por sus competidores, que operan en países con escaso o nulo establecimiento o cumplimiento de normas ambientales. Concientes de que competir en esos términos inequitativos les resultaría imposible, los industriales ahora quieren establecer una serie de reglas armonizadas a nivel global para ‘nivelar el campo de juego’. Si se adoptan los estándares propuestos por la industria, las de por si ya flojas protecciones vigentes en países donde hay todavía gran superficie de bosques disponibles para la corta (México, Chile, Brasil, Indonesia, Rusia, etc.) se debilitarían todavía más, en tanto las protecciones más fuertes vigentes en otros países (como los EE.UU.) serían cuestionadas por la OMC. La OMC se encuentra en una etapa de discusión en torno a la adopción de los estándares definidos por la industria a través de la Organización Internacional de Estándares (ISO), y está considerando también reglas de eco-certificación que podrían definir algunos esquemas de certificación como barreras potenciales al comercio.
¿Empleos, empleos y más empleos?
Estadísticas del Departamento de Comercio de los EE.UU. muestran que en tanto las exportaciones de productos madereros se han incrementado, el empleo en el sector ha disminuido. Esta relación da por tierra con la creencia convencional de que un incremento en las exportaciones genera más puestos de trabajo. ¿Que ésta pasando? Dado que las empresas compiten más directamente en mercados globalizados, están realizando una automatización de la producción (que requiere menor número de trabajadores) para aumentar su competitividad. En 1996 el Departamento de Asistencia Laboral y Comercial había atendido a más de 5.500 trabajadores estadounidenses del sector forestal que habían perdido su trabajo como consecuencia del NAFTA.
Fuente: Victor Menotti, Director del Foro International sobre la Globalización (IFG), Programa Ambiental, 13/3/99.