Nada demasiado importante parece haber sucedido durante la IV Conferencia de los Partes (COP4) de Buenos Aires, celebrada entre el 2 y el 13 de noviembre. Desde una perspectiva general, ello podría ser considerado como una muy mala noticia, dado que el cambio climático es una realidad y habrá de afectar las vidas de millones de personas. Sin embargo, desde una perspectiva más concreta, la misma noticia puede ser tomada como positiva, puesto que la mayoría de los gobiernos no parecen estar dispuestos a tomar las difíciles decisiones que deberían tomarse, tales la sustitución de combustibles fósiles por fuentes de energía renovable, limpia y de bajo impacto ambiental, junto a la conservación de los bosques en todo el mundo. En tanto toda la discusión sobre cómo abordar el cambio climático esté centrada en procurar evitar realizar cortes significativos en el uso de combustibles fósiles, así como en no tomar medidas reales para detener la deforestación, las noticias aparentemente malas que nos llegan de Buenos Aires pueden ser tomadas -en dicho contexto- como positivas.
En lo que respecta a las plantaciones forestales como depósitos y sumideros de carbono, las decisiones sobre las definiciones de los términos deforestación, reforestación y forestación -mencionados en el Artículo 3,3 del Protocolo de Kyoto- serán adoptadas recién durante la primera COP a realizarse luego de que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) dé a conocer su Informe Especial sobre Cambios en el Uso de la Tierra y Silvicultura, lo que será para la COP6. Asimismo, se acordó que las decisiones acerca de la inclusión de cualquier otra actividad humana adicional sobre uso de la tierra y silvicultura elegible para su consideración por las Partes bajo el Protocolo de Kyoto (Artículo 3,4) habrán de ser tomadas en dicha COP (por actividades adicionales se entienden la silvicultura, la conservación de los bosques, la conservación del suelo, otras actividades agrícolas, etc.).
Hubo países -entre los cuales Australia y algunos de la Unión Europea- que presionaron para apurar la toma de decisiones acerca de las definiciones bajo el referido Artículo 3,3, de modo que se llegara a un acuerdo antes del Informe Especial del IPCC. Pero finalmente las mismas no prosperaron, lo que puede ser considerado buena cosa, dadas las importantes consecuencias que dichas definiciones pueden traer consigo. Canadá, por ejemplo, sostiene la posición de que la talarrasa de bosques, incluídos los bosques primarios, no debe ser contabilizada como "débito" de carbono , puesto que no considera tal operación como "deforestación". Pero a la vez afirma que la reforestación de esos espacios debería ser registrada como "crédito" de carbono, bajo forma de reforestación. Por absurdo que pueda parecer -sería como si uno fuera dueño de una cuenta bancaria a la que no se debitan ninguno de los cheques que emite, pero se le acreditan todos los depósitos- la posición sostenida por Canadá es un ejemplo de la gran variedad de problemas que podrían generarse si las definiciones de deforestación, reforestación y forestación no son adoptadas luego de un cuidadoso análisis de las consecuencias que pueden implicar.
El encuentro de Buenos Aires reveló asimismo marcadas diferencias en la posición de las ONGs en lo relativo a los sumideros. Algunas ONGs con sede en los EE.UU. (particularmente Environmental Defense Fund, The Nature Conservancy y el World Resources Institute) promovieron un uso muy extendido de los sumideros. El World Rainforest Movement, Amigos de la Tierra, JATAN, WWF, Greenpeace y muchas otras ONGs adoptaron, en cambio, una posición contraria. La posición de estas últimas fue que no sólo el uso extendido de los sumideros habría de minar el logro de los objetivos de la convención -vale decir la estabilización de las emisiones de gases de efecto invernadero a niveles inferiores a los que producirían un efecto irreversible sobre los ecosistemas, incluyendo los forestales- sino que además las actividades promovidas en relación con los sumideros tendrían impactos ambientales negativos en general sobre la biodiversidad forestal y las comunidades locales. Entre los motivos de preocupación se incluyen los incentivos perversos que promuevan las actividades de madereo y aclareo de bosques primarios, la expansión acelerada de monocultivos forestales de rápido crecimiento y los impactos que estos procesos traerían aparejados para las comunidades locales y los pueblos indígenas.
En suma, ni los gobiernos ni las ONGs se muestran particularmente unidos a nivel de la Convención de Cambio Climático, de manera que son muchos los temas que todavían quedan abiertos para la discusión. Esta situación de relativo estancamiento abre un espacio para quienes están preocupados por la gente y el ambiente, que puede ser aprovechado para incrementar la conciencia de la opinión pública acerca del papel que sus respectivos gobiernos están jugando en estas negociaciones, para así poder influenciarlos en procura de que tomen un camino más positivo que el que han recorrido hasta ahora. Como parte de estas actividades, incluimos a continuación una contribución recibida de Rainforest Relief y el resumen del comunicado de prensa remitido por el Grupo de Trabajo de ONGs sobre Bosques en ocasión de la COP4.