Las altas tasas de deforestación colaboraron a aumentar los efectos de las súbitas inundaciones y los aluviones de fango que causaron gran número de víctimas a causa del huracán Mitch, el más terrible desastre que se ha abatido sobre América Central. En Nicaragua y Honduras murieron más de diez mil personas, en tanto muchas otras miles están desaparecidas.
De acuerdo con declaraciones del Padre Miguel d’Escoto, miembro del Directorio Nacional del FSLN, “es éste el peor desastre natural en nuestra (la de Nicaragua) historia, aún peor que el terremoto (de 1972)”.
En Nicaragua se destruyen anualmente 150.000 hectáreas de bosques por acción del madereo comercial, el avance de la frontera agrícola, las prácticas de tumba, roza y quema, y los incendios forestales. En los últimos 50 años el país perdió casi el 60% de su cobertura forestal.
Según el ex–ministro nicaragüense de Recursos Naturales Jaime Incer, la deforestación ha provocado el desecamiento de 200 ríos y contribuido a la erosión de los horizontes superficiales del suelo en un equivalente a 3 millones de toneladas. En ausencia del anclaje proporcionado por las raíces de los árboles, las lluvias intensas en laderas desnudas hacen que el suelo, altamente inestable, se desmorone, llevando consigo esa enorme masa en movimiento todo lo que encuentra a su paso.
Dado que tal devastación ha sido vinculada a la deforestación generalizada, el Grupo de Tareas de la Red Ambiental Nicaragüense (RAN) está reclamando poner fin a las actividades de las empresas madereras multinacionales en la región atlántica del país, dado que en esa región existen los más extensos remanentes del bosque tropical de América Central. La misma alberga gran número de ecosistemas raros o desconocidos (humedales costeros, manglares, bosques húmedos de mediana altitud, bosques de bambú y otros), así como numerosas especies en riesgo de extinción.
“Tras la situación que el huracán ha dejado a su paso, y con toda la información que se tiene respecto de las relaciones entre la deforestación y la completa devastación que hemos visto en Nicaragua y Honduras, cualquier medida de menor alcance que la prohibición total del madereo comercial por parte de las multinacionales en el territorio de Nicaragua sería criminal” afirma Mary Brook, miembro del Grupo de Tareas de la RAN.
Asimismo, deben encararse proyectos de reforestación en toda la región. Pero más que nada, la cancelación incondicional de la deuda de los países afectados con el FMI y el Banco Mundial resulta imperativa, para así permitirles dedicar recursos financieros a los esfuerzos en pos de una recuperación, que será larga y penosa.
Fuente: ACERCA, Action for Community & Ecology in the Rainforests of Central America.