Las dos caras de la política forestal brasileña

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En la COP4 de la Convención de Cambio Climático celebrada en Buenos Aires, Brasil, junto con China e India, lideró la posición de los países llamados en vías de desarrollo, reclamando el reconocimiento de las responsabilidades históricas por parte de los diferentes países en relación con el cambio climático. La delegación brasileña también subrayó la necesidad de proteger la selva amazónica. Sin embargo su política forestal a la interna no parece ir en dicha dirección.

Durante un taller realizado recientemente sobre el impacto ambiental de los proyectos de gran escala en las regiones de la Amazonia y Mato Grosso, organizado por CIMI (Conselho Indigenista Misionario), se difundió la noticia de que el Ministerio de Minería y Energía se propone construir 400 nuevas represas hidroeléctricas para el año 2015. Muchas de ellas habrán de inundar extensas áreas de tierras ocupadas por bosques, pertenecientes a comunidades indígenas.

Por otra parte, la degradación y destrucción de vastas áreas de la selva amazónica a consecuencia de incendios, ha continuado a lo largo de 1998. Tanto la degradación como la eliminación del bosque tropical contribuirán a acelerar el calentamiento global. Una investigación realizada por el Instituto de Pesquisa Ambiental da Amazonia –una ONG radicada en Belem, al norte de Brasil- y el Woods Hole Research Center, con sede in Massachusetts, había previsto que aproximadamente 400.000 kilómetros cuadrados de la Amazonia brasilera se volverían vulnerables a incendios durante la estación seca de 1998. Las inusitadas bajas precipitaciones acaecidas en 1998 han hecho aumentar el área de bosques vulnerables al fuego a más de un millón de kilómetros cuadrados, lo que representa un tercio de la Amazonia. No obstante, la degradación de la selva quemada y que permanece en pie no está incluída en los programas de monitoreo que realiza el gobierno, en el que sólo se considera como deforestación la quema total y la talarrasa. De manera que las cifras oficiales ocultan cantidades significativas de carbono liberadas a la atmósfera a través de la quema parcial de la selva.

Vinculado al cambio climático, los resultados mencionados resultan importantes para la estimación de las emisiones de carbono desde la Amazonia, asociada a las prácticas de uso del suelo: la quema parcial de un bosque que permanece en pie puede liberar entre un 10% y un 80% de la biomasa forestal a la atmósfera como dióxido de carbono. Estos grandes volúmenes del gas no están incluídos en las actuales estimaciones de emisiones de carbono desde la Amazonia. Por otra parte, de acuerdo con un modelo computarizado generado por el Centre Hadley for Climate Change, y presentado en la COP4, si la destrucción de la Amazonia continúa al ritmo actual, extensas superficies de bosques tropicales estarán amenazadas de convertirse en desiertos para el año 2050. Ello significaría –entre muchas otras cosas- la pérdida del mayor reservorio de carbono del mundo.

Los incendios forestales se ven estimulados por la remoción selectiva de árboles, lo que permite que los rayos solares alcancen el suelo del bosque, creando así condiciones de sequedad que hacen al ambiente propicio a prenderse fuego. El Instituto Brasileño para el Medio Ambiente (IBAMA) ha revelado recientemente que las compañías madereras han extraído ilegalmente caoba valorada en U$S 70 millones de dólares, de territorios indígenas Kaiapó, al sur del estado de Pará. Asimismo la institución acusó a 16 aserraderos de la zona de robo y falsificación de documentación. El IBAMA ha venido llevando adelante acciones para poner coto al madereo ilegal en la Amazonia. Sin embargo, estas acciones probablemente se verán disminuídas como consecuencia del recorte del 47,4% en su presupuesto, que acaba de sufrir el Ministerio de Medio Ambiente. El Grupo de Trabalho Amazonico, compuesto por 355 ONGs brasileñas ha denunciado recientemente la reducción en un 90% de los recursos dedicados a proyectos a ser implementados en las regiones de la Amazonia y la Mata Atlantica y envió mensajes al Parlamento procurando detener estas reducciones propuestas por el Gobierno Federal.

El discurso internacional del gobierno brasileño acerca de la importancia de la selva amazónica en relación con el cambio climático parece tener entonces poco en común con lo que pasa realmente en el terreno.

Fuentes: “Estudo preve desertificacao na Amazonia”, Estado de Sao Paulo, 4/11/98; “Aquecimento global debe criar desertos na Amazonia”, Jornal da Tarde, 4/11/98; Woods Hole Research Center , “Flames in the Amazon forest: carbon emissions go up”, E. Melloni & A. Galvao, “Ibama prepara reduçcao dos custos fixos”, Estado de Sao Paulo, 5/11/98; Information Bulletin for the Buenos Aires Conference, 11/11/98; CIMI, 16/11/98 and 23/11/98; Resenha Ambiental Ecopress, 24/11/98.