Argentina: paraíso para inversores en proyectos forestales

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Tras el intento de las autoridades argentinas durante la reciente COP4 sobre Cambio Climático en Buenos Aires por ganarse el favor de los países del Anexo I, poniendo sobre la mesa el polémico tema de las reducciones voluntarias en la emisión de gases de efecto invernadero, el gobierno argentino sigue esforzándose por allanar el camino de la entrada de su país en la economia globalizada. En setiembre pasado la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de Ley Forestal, que establece exoneraciones impositivas y subsidios a inversores extranjeros interesados en establecer plantaciones forestales en el país. El gobierno espera que en el período 2000-2009 el ritmo de plantación alcanzará las 200.000 hectáreas anuales. En 1992 las plantaciones registraron un promedio anual de 23.000 hectáreas, pero como resultado de políticas promocionales de los gobiernos provinciales, esa cifra se elevó a 126.000 hectáreas por año en 1998. Voceros del Ministerio de Ganadería y Agricultura han afirmado que las garantías ofrecidas a inversores privados en el sector forestal pueden ser consideradas como un modelo para toda América Latina, y expresaron que con la entrada en vigencia de la ley se espera un gran flujo de inversiones extranjeras en el sector. Desde su punto de vista, la Argentina es un paraíso para los inversores en proyectos forestales, dado que las tasas de crecimiento de varias especies –como pinos y eucaliptos- son muy altas y los precios de la tierra son incluso más bajos que en Brasil.

Sin embargo, no es difícil darse cuenta que realmente no hay nada nuevo en la Ley Forestal argentina. Se trata del mismo esquema adoptado por sus vecinos Chile, Uruguay y Paraguay (cuyas políticas económicas neoliberales niegan recursos para la seguridad social y la educación o para la promoción de otros sectores productivos), que destinan grandes cantidades de dinero no sólo a apoyar directamente a inversores forestales privados, sino también a crearles la infraestructura necesaria, como carreteras, puertos, etc. Para los inversores, se trata de un negocio redondo. Varias compañías extranjeras ya se han dado cuenta de eso. Las firmas chilenas Arauco and Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPP) habrán de instalar monocultivos forestales en vastas áreas de pradera. En tanto Arauco ya es dueña de la segunda plantación más grande del país, CMPP está expandiendo sus plantaciones para alimentar una fábrica de pulpa a ser construída en un futuro próximo. Entre los nuevos protagonistas se incluyen Fletcher Challenge de Nueva Zelanda, Inland Container de EE.UU. y Danzer de Alemania.. Durante un taller organizado por la industria forestal, celebrado este mes de noviembre en Rosario, el Sr. Erik Kivimaki, embajador de Finlandia ante Buenos Aires, aprovechó para hacer propaganda en favor de la importación de maquinaria y know-how finlandeses para promover el desarrollo del sector forestal en Argentina. Finlandia es un actor relevante en el escenario forestal a nivel mundial y su modelo forestal de exportación ha sido severamente criticado por organizaciones ambientalistas de los países huéspedes y de la propia Finlandia.

Por supuesto que la compañía anglo-holandesa Shell –que también posee grandes plantaciones de eucalipto en Uruguay, Chile, Brasil y Paraguay- no podía quedarse fuera de este proceso. La movida de Shell es todavía más preocupante desde el punto de vista ambiental, dado que la empresa se propone obtener créditos ambientales sobre las emisiones de gases de efecto invernadero –bajo los Mecanismos de Desarrollo Limpio establecidos en el Protocolo de Kyoto- por las 24.000 hectáreas de plantaciones que ha instalado en la Provincia de Buenos Aires. Otro proyecto de plantaciones –en este caso con pino ponderosa y oregón, en la Provincia de Chubut, en la región de la Patagonia- está también procurando obtener créditos por carbono. Ese proyecto, a cargo de CIEFAP y apoyado por la agencia alemana GTZ, ocupa ya 55.000 hectáreas y para fin de año se proponen haber instalado 10.000 hectáreas adicionales de plantaciones. De acuerdo con sus promotores, las especies exóticas actuarían como pioneras en ese ecossitema sureño de sabana y luego serían reemplazadas por especies nativas. A decir verdad, resulta difícil encontrarle algún sentido a ese razonamiento.

Tras haber recibido severas críticas por el desarrollo de monocultivos forestales en zonas trropicales, que han implicado la destrucción de las selvas, ahora los forestales y las agencias gubernamentales están viendo con buenos ojos los proyectos relacionados con el CUTS (Cambio del Uso de la Tierra y Silvicultura) en regiones templadas, bajo los Mecanismos de Desarrollo Limpio. Ellos sostienen que las plantaciones forestales en praderas contribuirían a la recuperación de suelos degradados, así como a contrarrestar el efecto invernadero. Ambos, argumentos aparentemente buenos para concitar el apoyo de la opinión pública. Sin embargo, se está dejando de lado un aspecto fundamental: las praderas no son sólo la base físico-natural de la producción en las zonas templadas, sino también la mayor fuente de biodiversidad de sus ecosistemas. Las plantaciones forestales a gran escala no constituyen en absoluto un factor positivo en ese sentido. Por lo tanto, la promoción de monocultivos forestales en Argentina debe ser vista como un tipo diferente de destrucción ambiental, disfrazada de actividad “verde”.

Fuentes: Financial Times, 24/9/98; La Capital, 5/11/98; Buenos Ayres # 6, 9/11/98.