En 2001 y 2002, el Banco Mundial mantuvo nueve consultas regionales con gobiernos, la industria y organizaciones de la sociedad civil. El objetivo declarado de este ambicioso esfuerzo era recibir opiniones sobre el desarrollo de la nueva Política Operacional sobre Bosques del Banco. Además, el Banco creó un Grupo Técnico Asesor (TAG) para la redacción de esta nueva política. Finalmente el Banco recibió un resonante mensaje claro y unánime, tanto de las consultas regionales como del TAG: se debe aplicar la nueva Política Operacional sobre Bosques del Banco a los préstamos de ajuste estructural que el Banco otorga, para impedir que los bosques del mundo continúen perdiéndose o degradándose.
Es bien sabido que las principales causas de la deforestación se sitúan fuera del sector de los bosques. Entre estas causas externas se destacan las políticas económicas mal concebidas que, a veces sin advertirlo, otorgan incentivos a la tala o conversión de bosques al promover actividades de tipo industrial relacionadas con la exportación, como las plantaciones forestales o el madereo industrial, debilitando o desmantelando al mismo tiempo los organismos gubernamentales responsables del medio ambiente y la seguridad social.
El Departamento de Evaluación de Operaciones (DEO) del propio Banco ha identificado la liberalización del comercio y las medidas para promover la exportación como importantes fuerzas motoras de la deforestación. Sin embargo, políticas económicas de este tipo son precisamente lo que el Banco está promoviendo activamente con sus préstamos de ajuste estructural, sin considerar sus consecuencias ambientales y sociales. En la actualidad, el Banco Mundial dirige cerca de un tercio de sus préstamos a este tipo de subvención rápida para respaldar políticas económicas encaminadas a privatizar empresas públicas, promover las exportaciones y reducir las funciones de regulación de los gobiernos.
Durante la década pasada el ajuste estructural se ha ganado una creciente mala fama por provocar dificultades sociales y no lograr el desarrollo económico. Como respuesta a la creciente falta de credibilidad del ajuste estructural, el Banco simplemente le dio un nuevo nombre: “Financiamiento en respaldo de la política de desarrollo” (Development Policy Lending, DPL). En esencia, el DPL consiste en el mismo conjunto de políticas económicas al que se suma un poquito de discurso sobre los "la consustanciación del gobierno" y la necesidad de mejorar las instituciones.
La necesidad de prestar atención al impacto de los préstamos de ajuste estructural sobre los bosques no es algo nuevo. La anterior Política sobre Bosques del Banco, de 1991, ya había prometido atender los impactos potenciales sobre los bosques en la planificación macroeconómica. Pero, como los propios evaluadores del Banco concluyeron en 2000, si bien las operaciones de ajuste significan una gran presión sobre los bosques, esto rara vez se ha tomado en cuenta, ni siquiera en los países donde los bosques son importantes para la macroeconomía.
A pesar de la opinión unánime de interesados y asesores y de las conclusiones del Departamento de Evaluación de Operaciones del propio Banco, en su nueva Política Operacional sobre Bosques, que entró en vigor en noviembre de2002, el Banco no hizo referencia al ajuste estructural (ni a sus heterónimos, es decir el préstamo programático y el financiamiento en respaldo de la política de desarrollo).
La adopción de la Política Operacional 4.36 sobre Bosques fue una gran decepción incluso para aquellas organizaciones que normalmente respaldan al Banco Mundial. El director general de la UICN (Unión Mundial para la Naturaleza), que ayudó al Banco en la organización de las consultas regionales, advirtió al presidente del Banco Mundial, James D. Wolfensohn, acerca de la pérdida de credibilidad en tanto las consultas se percibían como un ejercicio superficial, sin un verdadero compromiso de parte del Banco en cuanto a prestar oídos a sus conclusiones.
El Banco alegó que en aras de la eficiencia, la revisión en curso de la política del Banco sobre ajuste estructural iba a tratar el posible impacto sobre los bosques. Varios miembros del Directorio Ejecutivo del Banco Mundial expresaron sus inquietudes en cuanto al posible impacto del ajuste estructural sobre los bosques. Para tranquilizar a su propio Directorio, el Banco prometió que se establecerían mecanismos transparentes para evaluar y discernir las operaciones de ajuste durante la etapa de preparación, con el fin de identificar los daños potenciales y ayudar a los gobiernos a evitar o al menos mitigar esos daños.
Hubo muchas dudas sobre la posibilidad de que una nueva política de ajuste estructural fuera capaz de tratar adecuadamente un asunto tan específico como los impactos directos e indirectos sobre los bosques. De hecho, en diciembre de 2003 el primer borrador de la nueva política de ajuste estructural (OP 8.60 sobre Financiamiento en respaldo de la política de desarrollo) ni siquiera mencionó la palabra "bosques". Este pequeño descuido se corrigió en la versión final de la OP 8.60 de agosto de 2004, pero ¿con qué fin?Los párrafos sobre ‘Pobreza y efectos sociales’ y ‘Aspectos relativos al medio ambiente, los bosques y los recursos naturales’ de la OP 8.60 afirman que el Banco determina si es o no probable que [las políticas nacionales específicas respaldadas por la operación] tengan o no efectos importantes en el medio ambiente, los pobres y los bosques,y en caso afirmativo lleva a cabo una evaluación de los sistemas del prestatario para reducir esos efectos adversos y acrecentar los positivos.[...] Si el análisis contiene lagunas importantes [...] el Banco describe en los documentos programáticos cómo se abordarían esas lagunas o deficiencias. En otras palabras, el Banco no está obligado a actuar en caso de que sus propios préstamos causen daño a los pobres, degraden el medio ambiente o devasten los bosques.
Según los funcionarios del Banco Mundial dedicados al medio ambiente, se han hecho pocos esfuerzos para definir la mejor forma de analizar los préstamos de ajuste estructural, que hoy en día no suelen pasar de apoyo presupuestario general, aunque con condiciones en cuanto a la política económica. Si bien algunos préstamos parecen haber sido objeto de un estudio reciente más profundo, no hay muchas señales de que el personal del Banco tenga recursos o conocimientos para siquiera llevar adelante su muy limitado mandato en virtud de la nueva política de “financiamiento en respaldo de la política de desarrollo”.
La nueva Política Operacional sobre Bosques (OP 4.36) del Banco, de noviembre de 2002, debilita en grado sumo las disposiciones sobre protección de los bosques. El Banco prometió solucionar uno de sus principales defectos (que no se aplique a los préstamos de ajuste estructural) en la nuevaPolítica Operacional sobre financiamiento en respaldo de la política de desarrollo (OP 8.60) de agosto de 2004.Esta promesa no fue cumplida.
Las ONG y otras partes interesadas, los expertos del Grupo Asesor Técnico y los evaluadores profesionales del Banco invirtieron una cantidad considerable de tiempo y recursos para hacer sus aportes a la Política sobre Bosques del Banco. Sus recomendaciones unánimes en cuanto a la necesidad de garantizar que las políticas de ajuste estructural no afecten negativamente a los bosques fueron dejadas de lado. El compromiso de establecer mecanismos transparentes para evaluar y discernir los préstamos de ajuste estructural, asumido por el Banco ante su propio Directorio Ejecutivo, no fue cumplido. Aquí se están planteando cuestiones fundamentales de responsabilidad; hace tiempo que es hora de resolverlas.
Por Korinna Horta, Environmental Defense, correo-e: khorta@environmentaldefense.org , http://www.environmentaldefense.org