El mercado chino de celulosa y papel es el que está creciendo más rápido en el mundo. Si bien el consumo de papel por persona en este país equivale a menos del diez por ciento del de Estados Unidos, representa aun así el catorce por ciento del consumo mundial. Según Jaakko Pöyry, China iba a aumentar su consumo de papel un 4,4 por ciento entre 2000 y 2015. La mayor parte de ese papel se usa en embalaje de artículos para exportación, de modo que el consumo real por persona es en realidad mucho más bajo.
Semejante crecimiento tiene su precio: con el dinero y los consejos del Banco Mundial, se ha desarrollado una industria celulósica y papelera a gran escala, que contamina, consume grandes cantidades de agua, emplea a pocas personas y requiere vastas extensiones de monocultivos para alimentarse en materia prima. Esta industria moderna está reemplazando a la antigua que, a pesar de ser contaminante, tenía varios aspectos positivos: operaba en pequeña escala, en vez de madera usaba otras materias primas como residuos de arroz y trigo, empleaba a un gran número de personas y alimentaba a millones de agricultores, para los cuales la venta de paja de trigo a las papeleras locales era una fuente de ingresos importante (Ver Boletín Nº 83 del WRM).
Estas son malas noticias para los débiles y buenas perspectivas de ganancias para las firmas consultoras, los proveedores de maquinaria y las empresas papeleras que conforman la industria celulósica y papelera mundial: el gigante papelero sueco-finlandés Stora Enso anunció que aumentará la capacidad de producción de su fábrica de Suzhou, que pasará de 160.000 a 240.000 toneladas por año; Stora Enso tiene plantaciones de eucaliptos en la provincia de Guangxi, en el sur de China; la fábrica de Changshu de la finlandesa UPM Kymmene, que comenzó a funcionar en 1999, produce ahora 800.000 toneladas de papel por año, con celulosa importada de Indonesia; la indonesa Asia Pulp and Paper planea construir una fábrica de 600.000 toneladas en Qinzhou, provincia de Guangxi, alimentada por las plantaciones de eucaliptos que posee la compañía en el sur de China; APP prevé establecer 600.000 hectáreas de plantaciones en ese país; la empresa papelera más grande de Japón, Oji Paper, planea establecer en China un total de 200.000 hectáreas de plantaciones de árboles de crecimiento rápido.
El aumento de la capacidad de producción de pulpa y de papel lleva a multiplicar las plantaciones de árboles a gran escala, las cuales tienen un gran número de impactos ambientales y sociales ya documentados. Su objetivo es el consumo y, para que la industria sea redituable, se crea artificialmente la necesidad de artículos de papel “vitales”, como bolsas, prospectos, tarjetas empresariales, catálogos, esponjas de celulosa, envolturas para cigarrillos, papel para cigarrillos, etiquetas para vestimenta, embalajes para artículos de lujo y cosméticos, toallas faciales, bolsas para comida rápida, envoltorios para regalos, toallas de mano, paños de cocina, boletos de lotería, menús, bolsas para alimento de animales domésticos... (como se puede ver en la larga lista de productos de consumo final de la empresa Sappi en el sitio web de información sobre esta papelera, http://www.sappi.com/SappiWeb/Home+Page).
El gobierno chino tiene la intención de ocupar, entre 2001 y 2015, unos 6 millones de hectáreas con plantaciones industriales de árboles, aparentemente para revertir los efectos de varias décadas de deforestación que han dejado al país enfrentado a graves problemas ambientales, como sequías y mortíferas inundaciones. Sin embargo, el llamado “plan de reforestación” implica en realidad el monocultivo de árboles e incluye la plantación de árboles genéticamente modificados (GM). Como escribió Chris Lang, citando a Wang Lida, Han Yifan y Hu Jianjun, de la Academia Forestal China (ver Boletín Nº 35 del WRM), “El primer paso es crear plantaciones empleando especies de crecimiento rápido, como el álamo y el alerce”. Si bien la plantación de álamos puede tener como objetivo inicial proteger el suelo contra la erosión, estos árboles también pueden terminar sirviendo como materia prima para la industria de la pulpa y el papel.
China recibió ayuda de Occidente para la plantación de árboles y la investigación sobre árboles GM. Desde 1980, el Banco Mundial le ha prestado más de 600 millones de dólares para el establecimiento de plantaciones. Según el Resumen Ejecutivo redactado por Nicholas Wheeler para la FAO, “A nivel mundial, hay en 16 países más de 210 ensayos de campo de árboles genéticamente modificados”, pero “sólo China ha informado sobre la autorización de comercializar árboles GM (cerca de 1.400.000 plantas en 300- 500 hectáreas en 2002)”. (1)
A fines de la década del 90, los primeros ensayos de campo de árboles GM fueron realizados en las cabeceras del río Amarillo y el Yangtsé y en la provincia de Xinjiang, en el noroeste árido. En 2002, la Administración Forestal Estatal autorizó el cultivo comercial de los primeros álamos Bt.
Dos clones de álamos genéticamente modificados – Populus nigra y Populus híbrido – han sido desarrollados, llamados
respectivamente Álamo-12 y Álamo-741. Según funcionarios de la Academia Forestal China, “ambas especies comercializadas corresponden a álamos hembra de fertilidad alterada”. El objetivo de las transformaciones genéticas era hacerlas resistentes a los insectos que se alimentan de sus hojas (Bt) y a modificar las propiedades de la madera.
Según un artículo de Katie Shafley, “Los árboles con mayor nivel de BT llevan a la selección ‘natural’ de insectos más resistentes al pesticida BT. Esto requiere a su vez mayor cantidad de pesticidas, los cuales pueden matar inadvertidamente otras especies”. (2) Con los árboles GM, el riesgo de contaminación es una amenaza grave y real, alertan los científicos de la Academia Forestal China: Huoran Wang afirmó claramente, en un informe hecho en 2004 para la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, que “los álamos han sido plantados en extensiones tales en el norte de China que la dispersión de semillas y polen no puede ser evitada”, y que es “casi imposible” mantener “distancias de aislamiento” entre los álamos GM y los no GM. (3) En Xingiang, el Instituto de Ciencias Ambientales de Nanjing ya encontró genes de álamos GM en variedades naturales. (4)
Los países occidentales han mostrado mucho interés en ayudar a China a desarrollar árboles GM: el Proyecto de Naciones Unidas para el Desarrollo le dio 1.800.000 dólares para un proyecto dirigido por la FAO sobre álamos GM, incluyendo formación, transferencia de tecnología y material de laboratorio; el Centro Federal de Investigación sobre Silvicultura y Productos Forestales de Alemania, ubicado en Waldsieversdorf, se ha mantenido en estrecho contacto con los científicos forestales chinos que trabajan con árboles GM, e incluso albergó en su sede al científico chino Hu Jianjun. La Academia Forestal y la Universidad Hebei de Baoding están teniendo un papel crucial en el desarrollo de álamos Bt y han realizado las investigaciones correspondientes. (5)
La Ley de Bioseguridad, aprobada por el Consejo Estatal chino en mayo de 2001, reglamenta lo referente a organismos
genéticamente modificados. Sin embargo, no hay ninguna reglamentación específica sobre árboles GM, y la decisión de aprobar o no su utilización comercial depende de un panel de expertos organizado por la Administración Forestal Estatal. Según declaraciones de Xue Dayuan, del Instituto de Ciencias Ambientales de Nanjing, la Administración de la Seguridad de los OGM del Ministerio de Agricultura no tiene ningún control sobre los árboles GM porque éstos no están clasificados como cultivos agrícolas. La supervisión de las plantaciones de árboles corresponde al Servicio Forestal estatal, pero éste no posee un sistema de permisos como el del ministerio. (6)
“No se puede calcular la superficie exacta que abarcan las plantaciones GM debido a la facilidad con que se propagan y comercializan los árboles GM, y a la dificultad de distinguir morfológicamente un árbol GM de otro no GM”, escribió Huoran Wang en el informe de la FAO. “Muchos materiales se llevan de un vivero a otro y es difícil seguirles el rastro.”
El aumento del consumo excesivo de papel provoca una enorme expansión de las plantaciones industriales de árboles para celulosa. El crecimiento rápido de estas plantaciones se logra a expensas del suelo, el agua, la biodiversidad y los medios de vida de las comunidades locales. La necesidad de acrecentar la rentabilidad vuelve necesario aumentar la productividad, lo cual conduce a su vez a la comercialización de peligrosos árboles GM para alimentar fábricas de celulosa cada vez más grandes. Este círculo vicioso sólo puede desembocar en la destrucción.
(1) Resumen ejecutivo de Nicholas Wheeler, documento de la FAO, http://www.fao.org/docrep/008/ae574e/AE574E03.htm.
(2) “The New Chainsaw. Genetically engineered trees are the new threat to Canada’s forests”, Katie Shafley, http://www.dominionpaper.ca/author/katie_shafley.
(3) “The state of genetically modified forest trees in China”, Huoran Wang – Academia China de Silvicultura, Pekín, informe de la FAO, http://www.fao.org/docrep/008/ae574e/AE574E08.htm.
(4) “China’s GM trees get lost in bureaucracy”, Fred Pearce, New Scientist, http://www.newscientist.com/article/dn6402-chinas-gm-trees-get-lost-in-bureaucracy.html.
(5) “Cultivation of Bt poplars in China”, GMO Safety, http://www.gmo-safety.eu/en/wood/poplar/325.docu.html.
(6) Op. cit. 4.