Entre 1990 y 2002, el área de palma aceitera plantada a nivel mundial aumentó en un 43%. La mayor parte de este crecimiento tuvo lugar en Indonesia y Malasia. En Indonesia, entre 1990 y 2000, la superficie total plantada con palma aceitera prácticamente se triplicó, pasando de 1,1 a 3 millones de hectáreas. En 2002, al superarse la crisis financiera de 1997-1999, el área de plantaciones maduras de palma aceitera llegó a los 3,5 millones de hectáreas. Asumiendo un ritmo de plantación como el de los últimos años, se pretende que para 2020 la superficie total ocupada por las plantaciones de palma aceitera en Indonesia llegue a 11,2 millones de hectáreas.
La superficie total destinada a la palma aceitera constituye un objetivo a expandir más que un techo a la expansión (a comienzos de la década de 1990 se fijó una meta similar de 5,5 millones de hectáreas, que después se sustituyó por 9,13 millones de hectáreas). Es muy probable que el gobierno indonesio, sea a escala local o nacional, ceda ante el poderoso interés del sector privado de involucrarse en el negocio de la palma aceitera y ante las ambiciones de los gobiernos locales que, en 2001, en el marco de las políticas de descentralización, fueron dotados de un gran poder de decisión sobre el uso de grandes extensiones de tierra.
El hábitat original de la mayor parte de las áreas aptas para la palma aceitera es el bosque húmedo tropical perenne de tierras bajas. De acuerdo con los últimos estudios de las áreas de bosques permanentes --aún no publicadas en forma oficial-- la superficie de bosque autorizada por el gobierno para dedicarla a actividades agrícolas aumentó de 8 millones de hectáreas en 2000 a 14 millones en 2002. El Instituto Indonesio de Investigación de la Palma Aceitera (Indonesian Palm Oil Research Institute –IOPRI) estima que un 3% de las plantaciones de palma aceitera están establecidas en bosques primarios y el 63 % en bosques secundarios y formaciones arbustivas. Por tanto, de acuerdo con los datos de la industria, el 66% de todas las plantaciones de palma aceitera actualmente productivas implicaron la sustitución de bosques.
Sin embargo, el ritmo de plantación efectivo de Indonesia está muy rezagado en relación con las adjudicaciones del gobierno. De los 7,2 millones de hectáreas autorizadas en la década de 1990, solo se plantaron efectivamente 530.000 hectáreas (7,5%) en 2002. Esto es en parte resultado de la crisis monetaria de 1997-2002, durante la cual pocas compañías pudieron acceder a créditos para comenzar sus programas de plantación. Otro factor es que muchas compañías de “palma aceitera” están más interesadas en la de madera en pie que en instrumentar sus proyectos de plantación. Entre el 70 y 80% de los proyectos de palma aceitera nuevos son asignados en bosques que cuentan con importantes cantidades de árboles, lo que proporciona la ventaja inicial de obtener ingresos por la venta de la madera allí existente. Después de extraer la madera, muchas compañías abandonan el proyecto. En la provincia de Jambi, cerca de 800.000 hectáreas de bosque talado para establecer plantaciones de palma aceitera están ahora abandonadas, y en el distrito de Landak, en Kalimantan Occidental, hay otras 300.000 hectáreas.
Las observaciones de campo indican que varias plantaciones de palma aceitera en Indonesia se establecieron en zonas que obviamente estaban cubiertas por bosques inmediatamente antes de ser sustituidas por plantaciones.
En Sembuluh, Kalimantan Central, la empresa PT Kerry Sawit Indonesia (subsidiaria de la compañía de plantaciones Perlis Palm Oils Berhad, con sede en Sabah) está por iniciar actividades para plantar 17.200 hectáreas. Dentro de la zona todavía hay 7.500 hectáreas de bosque y huertos forestales que los miembros de las comunidades locales desean desesperadamente proteger. Esa área de bosque es una de las últimas en la zona del Lago Sembuluh, que está completamente rodeado por fincas de palma aceitera.
En Muara Wahau, Kalimantan Oriental, una subsidiaria de PT SMART (Sinar Mas) convirtió unas 2.500 hectáreas de bosque primario en plantaciones de palma aceitera. El bosque de tierras bajas en el área de la compañía PT Matrasawit solía ser hábitat del orangután, una especie en peligro y protegida en Indonesia.
En Riau, Sumatra, una subsidiaria del grupo indonesio Indofood Sukses Makmur (PT Gunung Mas Raya) está trabajando en la tala de un bosque de pantano de turba, parte del cual puede estar fuera de los límites de la concesión. Si así fuera, estaría contraviniendo la política de riesgo de uno de los principales inversionistas del grupo, ING de Holanda, que se plantea no financiar la sustitución ilegal de bosques.
El análisis del mapa satelital efectuado por las ONG indonesias Sawit Watch y Amigos de la Tierra Indonesia (Walhi) reveló que en los alrededores del Parque Nacional del lago Sentarum en Kalimantan Occidental, la superficie plantada con palma aceitera aumentó de 3.000 hectáreas en 1994 a 94.000 hectáreas en 2000. Mientras tanto, según los informes de la prensa, la superficie total de bosque se redujo de 528.300 a 323.000 hectáreas.
En los alrededores del Monte Seratus en Kalimantan Sur, se han sustituido unas 43.000 hectáreas de bosque por plantaciones desde 1994, aumentando la superficie total de plantaciones de 86.000 a 129.000 hectáreas. Las zonas de bosque que rodean el Monte Meratus se redujeron, pasando de 1.337.000 a 987.000 hectáreas.
Las pruebas que surgen tanto de los mapas como de los relatos sugieren que también se han establecido plantaciones de palma aceitera en varias zonas de amortiguación (uso de baja intensidad) de otros parques nacionales, entre ellos el Parque Nacional Tanjung Puting, el Parque Nacional Bukit Tiga Puluh y el Parque Nacional Gunung Leuser.
Además de provocar la deforestación generalizada, las plantaciones de palma aceitera han ocasionado la muerte de decenas de personas asesinadas en conflictos laborales o relacionados con la tenencia de la tierra, además de cientos de muertes que pueden atribuirse a los impactos ambientales de la expansión de la palma aceitera.
Esta expansión destruye los ecosistemas y la vida silvestre en una de las regiones de mayor biodiversidad del mundo. También destruye la forma de vida de los pueblos indígenas, su autodeterminación y su cultura.
El trabajo en las plantaciones en general se paga mal, genera una gran dependencia del empleador en todos los aspectos de la vida y regularmente es insalubre y peligroso. Se han denunciado las desigualdades existentes entre los diversos tipos de trabajo (trabajadores zafrales con respecto a trabajadores permanentes, hombres con respecto a mujeres). El uso de plaguicidas representa un verdadero riesgo para la salud de la mano de obra de las plantaciones (predominantemente femenina) en toda la región. El sector de las plantaciones es el sector económico de Indonesia que presenta mayores conflictos, en su gran mayoría resultado de problemas de tenencia de la tierra y de la escasa protección legal con la que cuentan las comunidades.
En resumen, las plantaciones de palma aceitera de Indonesia tienen costos sociales y ecológicos muy altos. Entre esos costos, que a menudo no son fáciles de expresar en términos monetarios, está la destrucción del bosque tropical, la pérdida de biodiversidad, las prácticas ilegales, los conflictos por los derechos sobre la tierra, violaciones de los derechos humanos, disputas laborales, tratamiento injusto de los pequeños propietarios de tierras, el colapso de las prácticas culturales indígenas y la exposición de economías locales vulnerables a las caprichosas fuerzas del mercado mundial.
Extractado de: “Greasy Palms. The social and ecological impacts of large-scale oil palm plantation development in Southeast Asia”, marzo de 2004, Eric Wakker, AIDEnvironment, en colaboración con Sawit Watch Indonesia y Joanna de Rozario para FOE, http://www.foe.co.uk/resource/reports/greasy_palms_impacts.pdf